Ricardo Gutiérrez, al que la mayoría conoce como El Turco, pasó más de tres años en situación de calle, un tiempo más que suficiente para que cualquiera pierda la esperanza de poder recuperar el camino hacia un futuro mejor. Durmiendo a la intemperie, preso del alcoholismo y soportando la indiferencia y hasta el desprecio de gran parte de la sociedad, pasó largos meses creyendo que su destino estaba marcado por el infortunio de una vida sin oportunidades.
Vivía en la calle, pudo salir adelante y pronto cumplirá su sueño de tener su propio hogar
Alguna vez tuvo una familia y un trabajo, pero esa realidad había quedado en el pasado cuando las adversidades lo empujaron a pernoctar en la Plaza 1° de Mayo y la desazón se fue enquistando en su cotidianeidad.
Como si fuera poco, en aquellas dramáticas jornadas en las que vivió en la calle también fue perdiendo la salud. Afectado por una infección en sus piernas se vio limitado para poder caminar; los dolores se volvieron insoportables y pasó una semana sin comer, recurriendo a alguna bebida alcohólica que lo ayudara a evadirse de sus penurias y a aguantar aquel suplicio al que creyó que estaba condenado, sin posibilidades de sobreponerse.
Sin embargo, hace poco más de un año integrantes de la ONG Suma de Voluntades, que en su loable tarea de contener a las personas más necesitadas cada noche le acercaban un plato de comida y lo acompañaban, lo encontraron en un estado desesperante, tendido en un banco de la Plaza. Llamaron a la ambulancia, que lo llevó al hospital San Martín, donde quedó internado durante varias jornadas.
Actualmente tiene 51 años. De a poco fue saliendo, a pesar de las recaídas, hasta que desde Suma de Voluntades lograron que pudiera ingresar la residencia municipal Madre Teresa de Calcuta, en Don Bosco 1724, donde brindan asistencia a hombres sin hogar.
En aquel sitio consiguió superar su alcoholismo y tener otra perspectiva de la vida. Allí pudo reencontrarse con algunos miembros de su familia y, ya recuperado, hace nueve meses que dejó la residencia y se está abriendo camino hacia un provenir más promisorio.
Según contó a UNO Anabella Albornoz, integrante de Suma de Voluntades, hoy El Turco se gana la vida trabajando, colabora como voluntario de la ONG y abraza el sueño de poder tener su casa. “Fuimos de a poquito metiéndonos en su vida, tratando de ayudarlo todo el tiempo. Sabíamos que para lograr esto, antes él tenía que sanarse por dentro. En este proceso, hubo voluntarios que lo llevaban al médico, y cada vez que se descomponía estaban ahí. Una vez pidió que le consiguiéramos un lugar para estar y pudimos llevarlo al hogar Teresa de Calcuta; ahí empezó su proceso de sanación”, señaló. A su vez, reflexionó: “La verdad es que a todos nos modifica que nos quieran, y nosotros siempre estuvimos al lado de él, tanto cuando las cosas salían bien como cuando salían mal. Y hoy nos llena de alegría que él esté bien”.
Por fortuna, la solidaridad se multiplica cuando germina la semilla del amor al prójimo, y Anabella comentó que si bien en la actualidad El Turco vive en una casilla que le prestaron, junto a un compañero, una familia del barrio San Martín que lo conoció le cedió una fracción de su terreno para que pueda construir su propio hogar. “Para que él pueda hacerse su casita ya se consiguieron materiales, como ladrillos y cemento, y lagunas aberturas. Él está haciendo changas y también pudo comprar material”, indicó.
Acto seguido, destacó: “Su vida cambió y se encontró con la persona que era antes de llegar a la calle, e incluso con una versión mejorada de lo que era. Hoy es voluntario y se encarga de la huerta de Suma de Voluntades. Nos deja la sede impecable, ya que ahí entra tanta gente y él siempre está ordenando y organizando todo. Él está feliz también con nosotros, porque hay un vínculo entre todos, y le hizo mucho bien ver el acompañamiento que hicieron muchos de los voluntarios, como Taca, Katy y Laura, que forman parte de la ONG y lo llevaban a los profesionales de la salud que lo atendían, estando pendientes de él. Por eso siempre decimos que más que una ONG somos una familia, con todos nuestros errores y aciertos”.
“Estamos muy contentos con su recuperación y él también. Cuando lo vemos llegar a la sede, la felicidad es enorme. Y vemos que cuando habla de nosotros se le llenan los ojos de lágrimas”, confió Anabella, visiblemente emocionada.
Quien quiera colaborar con El Turco o ayudar de alguna forma a la ONG, se puede contactar a través de la página de Facebook: Suma De Voluntades Paraná.
Un indigente convulsionó en la Peatonal y fue hospitalizado
En Paraná, un hombre en situación de calle convulsionó ayer a media mañana en peatonal San Martín, a metros de Perú. El personal policial que custodia la zona tuvo que llamar a una ambulancia y atento a su cuadro de salud, debió ser trasladado al hospital San Martín, donde inmediatamente recibió atención profesional.
Según supo UNO, se trata de una persona de 32 años que habitualmente deambula por el microcentro y necesita una medicación en forma diaria. En ocasiones “se olvida de tomarla y la consecuencia es lo que ocurrió en este feriado”, explicaron quienes lo conocen, y agregaron: “El hombre cayó al suelo en medio de una convulsión y sufrió golpes, por lo que agentes policiales que se hallaban en las inmediaciones solicitaron en forma inmediata una ambulancia, en la que fue trasladado para su atención médica”.