Cada 13 de mayo se renuevan los agradecimientos y pedidos de los fieles hacia la advocación mariana de la Virgen Nuestra Señora de Fátima. Así como sucedió con otras apariciones, esta festividad religiosa surgió a partir de los testimonios de tres pastores. Lucía dos Santos, Jacinta y Francisco Marto afirmaron haber presenciado varias apariciones en Cova da Iria, Portugal, entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917. En el marco de su próxima fiesta patronal se llevan adelante preparativos para esta celebración.
Virgen de Fátima: una devoción que se mantiene intacta
En Paraná, la fiesta patronal de Nuestra Señora de Fátima será en la parroquia homónima ubica en calle Rondeau 849. El sábado 13 de mayo está previsto que la primera misa se realice a las 16.
Posteriormente, desde las 19, tendrá lugar la procesión por las calles del barrio con la imagen de la patrona. El recorrido comprenderá las calles Rondeau, Churruarín, Justo Stay, Miguel Castares, Díaz Vélez, Almirante Brown y retomará nuevamente Rondeau hasta la parroquia.
Luego será la misa central celebrada por monseñor Juan Alberto Puiggari. Además se contará con la presencia de la Banda de la Policía de Entre Ríos.
Apariciones
La Virgen se presentó a Lucía y sus primos Francisco y Jacinta Marto, quienes vivían en el pueblo de Aljustrel, en Fátima. Los niños eran pastores de los rebaños de sus familias.
En ese primer encuentro la Virgen María les dijo que regresaría durante los próximos seis meses todos los días 13 a la misma hora.
En la segunda aparición, María les comunicó a los chicos que Francisco y Jacinta morirían mientras que Lucía sobreviviría para dar testimonio de las apariciones.
En la tercera aparición de la Virgen, sucedida el 13 de julio, a Lucía se le reveló el secreto. La niña, asustada, gritó el nombre de la virgen, hubo un trueno fuerte y la visión terminó.
El día 13 de agosto, en que debía darse la cuarta aparición, los niños no llegaron a Cova da Iria, fueron detenidos por el administrador de Ourém. Así, el encuentro con la Virgen sucedió días después, el 19 de agosto, en un lugar llamado Valinhos.
Los niños volvieron a ver a la Virgen el 13 de septiembre en Cova da Iria. Y la sexta y última aparición, sucedió el 13 de octubre, cuando se produjo el "milagro del sol", donde los asistentes vieron danzar a la estrella solar.
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Tal como había anunciado la Virgen, Francisco y Jacinta murieron durante la pandemia de la llamada gripe española que golpeó en 1918. Lucía, por su parte, volcó su vida a la religión. Ingresó al convento de las Hermanas Doroteas.
El 13 de junio de 1929, en la capilla del convento en Tuy, en España, la niña tuvo otra experiencia mística en la que vio a la Santísima Trinidad y a la Virgen María. Y el 13 de octubre de 1930, el Obispo de Leiria proclamó las apariciones de Fátima como auténticas.
Luego de 18 años de las apariciones, Sor Lucía escribió su testimonio que se mantuvo en secreto durante muchos años. Algunos textos vieron la luz en el siglo pasado. Hablaban del arrepentimiento, de la oración y daban desoladoras visiones del infierno.
Además, un secreto fue guardado por la Iglesia Católica durante muchos años, pero se cree que se refiere al ataque contra el Papa Juan Pablo II.
La Virgen y San Juan Pablo II
El 13 de mayo de 1981 San Juan Pablo II recorría la Plaza de San Pedro en el papamóvil, saludando y bendiciendo a los fieles, entre los cuales estaba oculto el turco Mehmet Alí Agca, quien sacó una pistola y disparó contra el Santo Padre, hiriéndolo gravemente.
Sin embargo, el ataque, ejecutado por un disparador con experiencia, no acabó con la vida del Pontífice, pues una “mano materna” había desviado la bala.
Fueron cuatro balas las que alcanzaron a San Juan Pablo II, dos de ellas se alojaron en su intestino, otra impactó en su brazo derecho y la cuarta bala en la mano izquierda.
Durante su convalecencia, San Juan Pablo II estudió los informes de las apariciones de Fátima y al año del atentado viajó por primera vez a su santuario en Portugal para "agradecer a la Virgen su intervención para la salvación de mi vida y el restablecimiento de mi salud".
En diciembre de 1983, el Santo Padre visitó y perdonó en la cárcel romana de Rebibbia a Agca quien preguntó: "¿Por qué no murió? Yo sé que apunté el arma como debía y sé que la bala era devastadora y mortal. ¿Por qué entonces no murió? ¿Por qué todos hablan de Fátima?".
En 1984, el Papa Wojtyla formalizó su devoción y agradecimiento a la Virgen donando al santuario de Fátima la bala que le extrajeron y que fue engarzada en la aureola de la corona de la imagen.
El 25 de marzo de 1984, Fiesta de la Anunciación, San Juan Pablo II consagró a todos los hombres y pueblos, incluida Rusia, a María Santísima. Sor Lucía, la tercera vidente de Fátima, confirmó que esta consagración se hizo “tal como Nuestra Señora había pedido".
En el año 2000 el Papa polaco viajó nuevamente a Fátima, donde el 13 de mayo beatificó a Francisco y Jacinta Marto, los otros dos videntes de la Virgen.
El 13 de mayo de 2017 se convirtieron en los santos no mártires más jóvenes de la Iglesia. Fue el papa Francisco quien canonizó a los beatos Francisco y Jacinta Marto.
Súplica a la Virgen de Fátima
¡Oh Santísima Virgen María!, que en tu última aparición te diste a conocer como la Reina del Santísimo Rosario, y en todas ellas recomendaste el rezo de esta devoción como el remedio más seguro y eficaz para todos los males y calamidades que nos afligen, tanto del alma como del cuerpo, así públicas como privadas. Infunde en nuestras almas una profunda estima de los misterios de nuestra redención que se conmemoran en el rezo del Rosario, para así vivir siempre de sus frutos. Concédenos la gracia de ser siempre fieles a la práctica de rezarlo diariamente para honrarte a ti, acompañando tus gozos, dolores y glorias, y así merecer tu maternal protección y asistencia en todos los momentos de la vida, pero especialmente en la hora de la muerte. Amén