Juliana Pereyra descubrió la carpintería desde pequeña, cuando en la escuela primaria le enseñaban el oficio a los varones. A ella le tocaron las clases de tejido, pero la madera la atraía mucho más. "No entendía porqué no podía hacer el taller de carpintería, en tejido no avanzaba", explicó en diálogo con UNO.
Feliciano: La conquistó el universo del aserrín
Por Dina Puntín
El paso del tiempo la fue acercando al mundo del aserrín y por eso aprovechó la oportunidad de capacitación que se le presentó a través de la Dirección de Educación de Jóvenes y Adultos, del Consejo General de Educación (CGE).
Antes de empezar el curso de carpintería en el Centro Laboral Nº132 de Feliciano ya realizaba marcos de madera para cuadros, espejos o para encuadrar títulos y fotos.
"Con mi compañero tenemos una carpintería de aluminio, que son parecidos pero no es lo mismo. Con algún conocimiento sobre el manejo de herramientas me decidí a estudiar. Con el cursado pude ampliar mis saberes en carpintería", explicó y añadió: "Siempre me llamó la atención la carpintería de madera, es una salida laboral y con esto puedo ayudar económicamente a mi grupo familiar".
Juliana tiene 30 años, vive en el barrio Cáritas, en las afueras de Feliciano y forma parte de una familia de mujeres con mucho oficio. "Mi mamá Élida es artesana, mi hermana es bombera y maestra inicial, tengo una hija que se llama Kiara de 13 años y también perros y gatos", señaló.
Según su experiencia, la carga horaria en un Centro Laboral es de una vez por semana. "Iba un día y tenía cuatro horas de clases entre teoría y práctica. Lo que más me gustaba era ir viviendo el proceso de creación de un producto hasta el acabado final. Hoy por hoy lo que más disfruto es realizar banquitos y mesitas materas que después comercializo en redes sociales y en un local que comparto con mi compañero de vida, ubicado en la ruta Provincial Nº1, frente a la Sociedad Rural de Feliciano".
Desde la Dirección de Educación de Jóvenes y Adultos se ofrecen varios talleres que son avalados por el CGE. "En los centros laborales se puede estudiar auxiliar de carpintería, elaborador de productos de panadería, auxiliar de instalaciones eléctricas, elaboración de pastelería, operador informático, tejedor manual; después están los centros educativos para que jóvenes y adultos terminen sus estudios", contó la carpintera.
Juliana Pereyra quiso contagiar sus ganas por el oficio. "Siempre se puede aprender algo nuevo, hay que ser paciente con una misma porque es un proceso, todo se va aprendiendo y hay que aprovechar las herramientas que se nos dan en cuestiones educativas y laborales. Si realmente es lo que quieren hacer, lo pueden alcanzar. Hay que ser muy tolerantes a la frustración, como emprendedoras le ponemos muchas ganas a los trabajos y los resultados a veces no son lo esperado, hay que volver a empezar, volver a intentarlo, porque sino te sale hoy, será mañana y seguro sale mejor, más lindo. Siempre está bueno capacitarse, escuchar y compartir conocimientos, eso es lo bonito de los oficios porque vuelve multiplicado".
Para quienes deseen conocer el trabajo de Juliana, pueden encontrarla en Instagram. Allí se presenta con su carpintería de madera reciclada, reconstruida y reutilizada. "Mayormente trabajo con palets de eucalipto y pino", señaló.