A principios del año pasado, las estadísticas oficiales reflejaron que el total de la producción de arándanos había alcanzado las 18.000 toneladas: de ese volumen se exportaron casi 11.000 toneladas de la fruta fresca.
Retrocede la producción y exportación de arándanos
La comparación con la cosecha y exportación que acaba de finalizar refleja una reducción: el cálculo preliminar arroja que las exportaciones llegaron a 8.000 toneladas, con una menor superficie o
Ello implica una notable reducción de un producto que en los primeros años del siglo XX –cuando comenzó a crecer significativamente en los campos entrerrianos de Federación y Concordia–, llegó a exportarse hasta 20.000 toneladas.
Desde el sector apunta a los altos costos operativos e impositivos, en algunos casos dolarizados, la alta inflación y la falta de políticas para el sector. Lo sucedido tiene similitudes con la industria citrícola, aunque a diferencia de ella, el citrus es mayormente destinado a los mercados internos.
Según apuntó el presidente de la Asociación de Productores de Arándanos de la Mesopotamia (APAMA) Alejandro Pannunzio, tuvo un alto impacto en el nivel de actividad el sector, las restricciones debid a políticas específicas, que reducen la competitividad mundial.
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La fruta tiene una alta demanda mundial. De hecho, Perú, que había iniciado su producción mucho después que Argentina, viene en alza permanente.
En la última temporada, ascendió más del 25% en un año, según informes oficiales.
“La falta de competitividad choca contra el buen momento que viven otros países exportadores de la región, como Chile y Perú”, graficó el empresario, que envían al mercado 140 y 200 millones de kilos anuales, respectivamente.
Según Apama, la distribución de las exportaciones ha mantenido los mercados de Estados Unidos (65%) del total; Canadá, Unión Europea, Reino Unido, y Asia.
En tanto que a un mercado con gran demanda como China, la fruta argentina no puede acceder, debido al arancel del 15% que deben abonar el país, mientras países como Perú y Chile tienen cero.
Además, Panuzzio hizo referencia a la dificultad en la logística para la exportación.
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La producción que generalmente se hace en avión, porque es una fruta perecedera. “Hubo embarques que no pudimos hacer por falta de espacio en los aviones, debido a que por la pandemia hay menos vuelos. Y en los envíos marítimos hubo retrasos que en algunos casos significaron pérdidas para los productores. Debido al menor flujo comercial de Argentina respecto a otros países hay menos contenedores disponibles”, señaló.
El referente apuntó que la fruta de la Mesopotamia “sale desde Chile” y describió el trayecto: “En lugar de hacer 400 kilómetros desde Concordia y cargar en el Puerto de Buenos Aires, tenemos que ir hasta Santa Fe, luego a Río Cuarto, Mendoza, cruzar la cordillera y llegar a Chile para recién ahí subir a un barco”.