El Papa Francisco, tras las dos últimas retransmisiones del Ángelus desde Casa Santa Marta debido a su infección pulmonar, regresó este 8 de diciembre, a la Plaza de San Pedro para pronunciar la tradicional oración mariana en el día de la solemnidad de la Inmaculada Concepción.
El Papa Francisco regresó a la plaza San Pedro
El pontífice destacó dos de las actitudes de María: "el asombro ante las obras de Dios y la fidelidad en las cosas sencillas", dos actitudes de la Virgen María que le permitieron tener un corazón totalmente libre de pecado.
En primer lugar, la sorpresa y el asombro al sentirse llamada "llena de gracia": Esta es una actitud importante: saber asombrarse ante los dones del Señor, no darlos nunca por supuestos, apreciar su valor, alegrarse de la confianza y la ternura que traen consigo. Y también es importante testimoniar este asombro delante de los demás, hablando con humildad de los dones de Dios, del bien recibido, y no solo de los problemas cotidianos.
Fidelidad en las cosas simples
El Papa Francisco pasó luego a hablar de la segunda actitud: la fidelidad en las cosas simples. Señaló que en el texto del Evangelio que narra la Anunciación no hay nada sobre María y que se la presenta como una niña sencilla, aparentemente igual a tantas otras que vivían en su pueblo, Nazaret. Una joven, prosiguió el Papa, que “precisamente por su sencillez mantuvo puro aquel Corazón Inmaculado con el que, por gracia de Dios, había sido concebida”. Esto también es importante, ya que “para acoger los grandes dones de Dios, es necesario saber atesorar los que son más cotidianos y menos visibles”, afirmó el Papa.
El Papa Francisco luego explicó que “es con su fidelidad diaria en la bondad que Nuestra Señora dejó crecer en ella el don de Dios”.
Al finalizar su catequesis, el Papa Francisco invitó a todos los fieles a preguntarse si creen en la importancia de su fidelidad a Dios, si encuentran tiempo para leer el Evangelio, orar y participar en la Eucaristía y realizar algunos actos tangibles de servicio desinteresado. “Éstas”, concluyó el Papa, “son las pequeñas opciones necesarias para acoger la presencia del Señor”.
Otro pedido por la paz
La invitación del Pontífice tras el rezo del Ángelus fue a unirse en la oración a la Virgen en el Día de la Inmaculada Concepción. "Pedimos la paz, que se pacifiquen los corazones, ¡que haya paz!", dijo.
“Pido a todos, especialmente a los fieles de Roma, que se unan espiritualmente a mí en estos gestos de encomienda a nuestra Madre, rezando en particular por la paz, la paz en Ucrania, la paz en Palestina e Israel, y en todas las tierras heridas por las guerras. Pedimos por la paz, para que se pacifiquen los corazones, ¡para que haya paz!”, sostuvo.