Pocos se animan a hablar de la realidad del barrio Maccarone de Paraná, que hace una semana se convulsionó por el asesinato de Enzo Yedro, de 20 años. El crimen sucedió el domingo a la tarde luego de una discusión, y de varias semanas de amenazas y tiroteos. También hay un mar de fondo ligado al delito y la venta de drogas en la zona, del que nada tenían que ver víctima y victimario, pero que profundiza el contexto marginal, potencia la violencia en el barrio y llama al silencio a todos los vecinos por miedo a represalias.
El crimen de Enzo podría ser un antes y después en el Maccarone
Esperan que se haga justicia por la muerte de Yedro. Pero también que alguien atienda con urgencia los problemas del contexto
10 de julio 2016 · 08:03hs
Según se informó a UNO, hace dos meses que integrantes de la familia Dietz eran señalados como responsables de los principales conflictos: tanto los robos en la calle como las constantes amenazas y actos intimidatorios contra vecinos, en los que exhibían armas como muestra de poder.
El domingo alrededor de las 18.30 esta escalada de violencia terminó en lo peor: la discusión era entre el adolescente acusado de matar y otros dos jóvenes. Al parecer, el disparo efectuado por el menor iba dirigido hacia un chico de apellido Padilla, quien recibió un tiro en una pierna, pero otro impactó en el pecho a Yedro, quien murió poco después.
El dolor y la bronca estallaron, primero, esa misma noche cuando llegó la Policía que debió resguardar la escena del crimen, y al día siguiente, luego de despedir los restos del joven fallecido, cuando una pueblada demolió las casas de los Dietz. A su vez, estas viviendas habían sido construidas sobre lo que antes era la plaza del barrio, por lo que la acción de venganza fue también la recuperación del espacio público.
La familia expulsada del barrio (luego de varias décadas en el Maccarone) se afincó, una parte, en el barrio El Morro, y otra en el barrio Concejo. Una hermana del chico acusado de matar deslizó en un comentario en Facebook que él estaba cansado de sufrir actos discriminatorios. Al parecer, el adolescente tiene una discapacidad en un brazo. Otro allegado afirmó: "Todos sabemos que no lo quiso matar". La trama del conflicto se complica más teniendo en cuenta que existiría cierta relación de parentesco entre la víctima y el presunto asesino, o sea entre ambas familias. Más allá de esto, tanto los más chicos como los que hoy son adultos se criaron en el barrio y las circunstancias llevaron a peleas sin sentido y a este final inesperado.
Entre los escombros de las casas derribadas el domingo a la noche, a fuerza de palos y fuego, fueron apareciendo armas. El martes a la mañana algunos vieron a integrantes de la familia Dietz revisando lo que quedó de sus casas y los vecinos los echaron. Como sabían que andaban buscando algo, comenzaron a revisar y hallaron un revólver calibre 38 y una escopeta recortada. Tres días después ubicaron una tumbera que al igual que las otras armas, fue entregada a la Policía.
La investigación está en manos de la fiscal de Niños y Adolescentes Viviana Ferreyra, que imputó al sospechoso por el homicidio y dispuso que quede prisión preventiva durante 30 días, en una institución para menores. Cuando fue citado por la fiscal, se abstuvo de declarar y sus defensores Alberto Salvatelli y Juan Silva Velazco analizan las pruebas para establecer una estrategia procesal.
Sobre la presencia policial
Desde que los problemas se agudizaron, vecino del Maccarone reclamaban seguridad y una garita policial. Los policías pueden verse en los accesos al barrio, como en Güemes y Bulevar Moreno, en Misiones y Moreno, por calle San Luis y por el lado de la costanera. A esto le llaman "abordaje perimetral" y según explicó el subdirector de Operaciones de la Policía, Claudio González, en diálogo con radio La Red Paraná, "se analiza la conveniencia o no de una garita en determinado lugar. Si no está la misma, no significa que ese sector esté desprotegido, sino que el abordaje tiene que ver con el patrullaje, la presencia policial, o como en estos días que la contención del barrio ha tenido que ser con grupos de infantería. Un funcionario policial en ese lugar sería un abordaje inapropiado".
En este sentido, González explicó que "el grado de conflictividad es muy alto, entonces se necesita, por ejemplo, una instancia judicial con la mediación, en la comisaría dialogar con los vecino. Tal vez la solución no sea la presencia de un funcionario policial, que ahí no va a solucionar el conflicto, el problema antagónico de familias necesita otro tipo de estrategias, tiene que ver con cuestiones de políticas públicas". A su vez, el subdirector insistió en la necesidad de un "abordaje general: la seguridad no pasa solamente por ahí, también están la iluminación, el saneamiento, por ejemplo, y la colaboración de los vecinos".
En deuda con el barrio
Un punto de inicio podría ser el arribo de la Municipalidad de Paraná para remover los escombros de las viviendas demolidas y poner en condiciones de una plaza que, como varios ya propusieron, podría llamarse Enzo Yedro. Pero además, un espacio público que se gana para la recreación es otro que pierden los que negocian con el aislamiento y la marginalidad. Según dicen muchos en el anonimato, hasta referentes que dicen trabajar por el barrio son señalados como vendedores de droga, y no es solo consumo de estas sustancias lo que esto acarrea.
Desde ya que en el Maccarone hay mucho por destacar, como la formación en distintos oficios de alumnos en la escuela María Reina Inmaculada y todos aquellos que dan pelea por un futuro mejor para su familia.
Pero, de todos modos, pocos entran a este barrio sin acompañamiento de alguien que sea del lugar. Los propios vecinos no lo recomiendan y todo esto lleva a estigmatizar más aún una zona que desde afuera parece un territorio manejado por algunos, en el cual las instituciones públicas todavía están en deuda.
Mejora pero sigue crítico joven apuñalado
El muchacho de 20 años que vive en el barrio Paraná XX, sigue peleando por su vida en el hospital San Martín. Enzo Nichea fue apuñalado en el cuello el domingo pasado, al defender a una amiga en calle Churruarín y Crespo. Él y cuatro amigos volvían de festejar un cumpleaños en una casa, y en la calle fueron interceptados por un grupo de jóvenes. En una pelea, Nichea intercedió y se llevó la peor parte: un puntazo en el cuello. Perdió mucha sangre y en la Unidad de Terapia Intensiva lo estabilizaron. En los últimos días mostró una mejoría, reconoció a sus familiares, pero según los médicos tendría consecuencias neurológicas.
El hecho es investigado por la División Homicidios de la Policía y los agresores estarían identificados. Según las declaraciones, principalmente, de los amigos de la víctima que presenciaron el ataque, se pudo ubicar a dos jóvenes de entre 19 y 20 años, oriundos del barrio Municipal. La causa está en manos del fiscal Santiago Brugo, y no se descarta que esta semana se produzcan novedades en cuanto a procedimientos o incluso detenciones por el intento de homicidio.