Carlos Daniel Tello Morales (Jairo) sabía que lo buscaban para matarlo. Lo que no se imaginaba, era que personas de su más cercano e íntimo entorno iban a conspirar para su asesinato, ocurrido el 30 de marzo en el barrio San Martín de Paraná. Ayer a la mañana, detuvieron a tres personas por encubrimiento del homicidio del peruano: su novia, un taxista y otro joven que aportó a la logística del crimen. Los autores materiales fueron sicarios que no serían de la ciudad, contratados exclusivamente para acribillar al joven peruano conocido como "Jairo".
Crimen del peruano: el rol de cada acusado de "entregarlo"
Por José Amado
Foto: UNO/Mateo Oviedo
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A dos meses del crimen del peruano Carlos Daniel Tello Morales en Paraná, detuvieron a tres acusados de encubrir el homicidio de sicarios. Qué rol cumplieron
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La investigación, que ya lleva dos meses, fue muy compleja, por tratarse de ese tipo de casos donde nadie habla, sea por temor o por complicidad. Sin embargo, los investigadores de la División Homicidios (Dirección Investigaciones), bajo indicaciones del fiscal Mariano Budasoff, fueron de a poco obteniendo pruebas objetivas, desde videos de cámaras de seguridad particulares hasta geolocalizaciones de GPS, que permitieron poder reconstruir, al menos parcialmente, cómo se pergeñó y se ejecutó el plan homicida en las horas previas al homicidio. Y también poder tener un mapa de los movimientos de los sospechosos que participaron, de una u otra manera, en la logística para el homicidio.
El crimen ocurrió aproximadamente a las 16.30 de aquel miércoles, cuando había mucha gente en la calle. Incluso, una mujer caminaba de la mano con un niño al lado de Jairo, cuando dos sicarios que iban en moto, se acercaron, le preguntaron su nombre y comenzaron a dispararle. El peruano corría en zig-zag, de un lado a otro de calle Ameghino, intentando esquivar los balazos. Pero los sicarios tenían suficientes municiones para tirar a mansalva y dar con su blanco. Se tiró detrás de un pequeño tapial para guarecerse, donde lo remataron para asegurar su muerte.
Cabe recordar que una mujer se llevó de la escena del crimen una mochila que habría contenido unos 00.000 pesos y otra chica, amiga de la novia de Jairo, se llevó el celular que luego hizo desaparecer.
La primera sospechosa fue Abril, la pareja de la víctima. Cuando declaró ante el fiscal en la primera entrevista horas después del crimen, ocultó y tergiversó información. Lo mismo respecto de su amiga. Abril, de 24 años, fue una de las personas detenidas ayer en su domicilio.
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La investigación logró localizar, en imágenes de cámaras de seguridad, la moto de 110 cc utilizada por los sicarios y, siguiendo el rastro, de cámara en cámara, lograron ubicarla donde la dejaron estacionada, a unas 10 cuadras del lugar del homicidio. Esa moto estuvo, sin medidas de seguridad, estacionada en la calle durante 24 horas. Al día siguiente, llegó un auto Chevrolet Onix del cual se bajó una persona y se llevó la moto, con destino desconocido. Los investigadores pudieron establecer que ese vehículo estaba en poder del joven Lencina. El mismo fue secuestrado en un procedimiento hace unas semanas.
Y ayer, Lencina, de 27 años, fue otro de los detenidos, en su vivienda ubicada en una cortada a metros de calle Don Segundo Sombra. En la vivienda tenía 800.000 pesos.
El GPS del taxi
Otra prueba clave apuntó al taxista y permitió reconstruir parte del plan previo y posterior al crimen. El archivo de la geolocalización satelital del auto Fiat Cronos arrojó que el vehículo había ido a la Terminal de Ómnibus de Paraná, donde habría subido a los sicarios y los llevó hasta un domicilio de la zona oeste de la ciudad. Tras un par de diligencias más, según lo encargado, los llevó nuevamente al lugar donde tomarían el colectivo de regreso, luego de perpetrar el asesinato.
Ese taxi fue secuestrado el 25 de abril en un allanamiento a un complejo de pensiones ubicado en Anacleto Medina. Se trata de un edificio que antes había sido un supermercado y su dueño lo convirtió en lugar de alojamiento. El hijo del propietario es el taxista Pereyra, que vive allí y está a cargo de la pensión. En ese lugar vivieron Jairo y otro peruano, cuyo paradero hasta ahora es desconocido. Incluso ambos habrían utilizado el servicio de transporte de Pereyra para realizar las entregas de dinero y cobros respectivos.
Pereyra, de 42 años, fue el tercero de los detenidos en la jornada de ayer.
El fiscal Budasoff los imputará por encubrimiento del homicidio, y habrá que ver si solicita la prisión preventiva en la cárcel u otra medida cautelar. Se espera que, ahora, comience a haber colaboración del entorno de la víctima para poder esclarecer un hecho de sicariato, ya que debe ser esclarecido no solo para evitar la impunidad, sino para dejar un mensaje de que este tipo de homicidios por encargo no deben tener lugar en Paraná ni en la provincia.
El trasfondo de los préstamos de narcos peruanos en Paraná
Una de las principales hipótesis sobre el móvil detrás del homicidio de Carlos Daniel Tello Morales es la actividad que el joven peruano desarrollaba en Paraná: los préstamos informales. Podía prestar pequeñas sumas a quien necesitara efectivo rápidamente, pero principalmente los créditos eran por sumas de alrededor de medio millón de pesos o más a personas vinculadas al narcotráfico. Como el caso del hombre del barrio San Martín, conocido como Ruso, en cuya casa Jairo había estado unos minutos antes de ser asesinado por los sicarios.
Tello Morales había vivido en Buenos Aires, y se cree que llegó a Paraná para prestar la plata que obtienen narcos peruanos producto de la venta de drogas. Al parecer, se quedó con más de lo que le correspondía y su cabeza tenía precio. Ya lo habían amenazado, vivía preocupado y, en marzo, sus días estaban contados.