Los arroyos en la capital provincial son historia e identidad, que atraviesan a la vista, o en forma subterránea, a lo largo de kilómetros en toda la geografía urbana.
Paraná: Arroyos con bajos caudales exponen la basura en sus lechos
Algunos de ellos surcan zonas densamente pobladas, como La Santiagueña, Antoñico, Colorado, Las Viejas, otros aún no están agobiados por el crecimiento poblacional, como Del Yeso o Tuyucuá. Hay otras cuencas hídricas menos colapsadas e intervenidas, como las identificadas por el arroyo Cazuela, Horqueta, Las Piedras, Los Berros, Manga, Nuevo, Saucesito y Uzín.
Conformados fundamentalmente por vertientes, y también napas, exhiben en sus tramos hoy gran parte de sus lechos, y con basura y residuos de todo tipo estancados. La sequía los ha dejado con muy bajos caudales.
El Colorado, la Santiagueña y el Antoñico traen apenas hilos de agua, conformados en general por descargas de conexiones cloacales y pérdidas de cañerías de agua potable, estiman especialistas.
La urbanización fue alterando cauces y riberas de varios de ellos mediante entubamientos o asentamientos, con fuerte impacto.
Hoy, aquellos insertos en las zonas más pobladas lucen como franjas colapsadas de basura. Muy poca agua para escurir a un río bajo: la desembocadura del Antoñico, en la zona del club de Pescadores, es apenas un suave hilo que parece a punto de quedar sin conexión, en pocos días más.
Fernando de la Rosa, actual coordinador de Gestión de Cuencas Urbanas de la Municipalidad de Paraná, destacó la función que cumple un arroyo como ecosistema: “Son corredores biológicos, que necesitan las especies de la naturaleza para vivir·, dijo, y profundizó la necesidad de “convivir y tener parques lineales, preservando la flora y la vida de los animales. El arroyo es vital porque da agua y vida a esos seres que acompañan ese ecosistema”.
De la Rosa fue expresidente de la Regional Oeste Noroeste del Colegio de Arquitectos de Entre Ríos, institución que desde hace muchos años insiste en el cuidado de los cursos de agua en la ciudad, y se opone a los entubamientos de arroyos. “Vivimos en una jungla de cemento, y la urbanización vertical ha sido últimamente casi la única desarrollada”, cuestionó.
Cuidado y preservación
La conciencia social es vital para el cuidado y para garantizar su función en el ecosistema ambiental.
En ese sentido, Luis Cosita Romero dijo que los arroyos forman parte del paisaje de la ciudad, muestran la historia geológica, y construyen identidad.
“Cumplen una función importante y vital, cuando se lo deja a cielo abierto. Cuando se lo entuba genera otros problemas, como por ejemplo la aparición de mas roedeores. O menos caudales, por lo que no hay descargas a los arroyos y esas aguas quedan en cercanías, producen movimientos de tierra o hundimientos de calles. Los arroyos tienen un ecosistema que debemos respetar porque tienen flora y fauna y no les hemos dado la importancia que corresponde”, apuntó el reconocido pescador, integrante del colectivo Baqueanos del Río, y también de la Fundación Eco Urbano.