Sergio Montiel gobernó la provincia en dos oportunidades. Dicen que la gestión 83-87 fue ordenada y con obras importantes para el desarrollo provincial, y también con decisiones pensadas a largo plazo. Si bien Montiel estaba lo más lejos posible que se podía estar del alfonsinismo dentro de la UCR, la relación con el gobierno nacional transitó los carriles de la “nueva normalidad” democrática. Con la debacle del alfonsinismo le tocó gobernar a Jorge Busti, quien fue durante mucho tiempo el anverso de la moneda que tenía a Montiel en una de sus caras.
Después de tanto tiempo
Por Carlos Matteoda
El caudillo radical volvería a la gobernación en 1999, en un ciclo marcado por numerosos fracasos y problemas. Muchos de ellos originados en situación nacional enmarcada por el fin del menemismo y la llegada de la Alianza, procesos que desembocaron en el estallido social del 2001. Otros tantos problemas surgieron de su impericia en el manejo del gobierno, rodeado de varios funcionarios de cuestionable capacidad técnica, a lo que se sumaba el carácter obstinado del gobernador que casi nunca reconsideraba ninguna de sus decisiones, pese a que fueran evidentemente desacertadas. Hubo también medidas positivas en ese período, pero claramente estuvo muy lejos del perfil de su primera gobernación.
En la década del 90 Montiel fue dos veces candidato a gobernador: en el 91 y en el 95, perdiendo primero contra Mario Moine y después contra Busti. Esa segunda elección fue tachada de fraudulenta por el dirigente radical y posiblemente ese posicionamiento –nunca corroborado– le sirvió para perfilarse para dar la pelea exitosamente en el 99, cuando derrotó ajustadamente a Héctor Maya pese a que la boleta nacional de Fernando De La Rúa y Chacho Álvarez sacó una diferencia mucho mayor a la lograda por el veterano caudillo.
Una somera caracterización del dirigente más importante de la historia radical entrerriana de la segunda mitad del siglo XX no puede dejar de señalar su clara impronta y su fuerte vocación de poder, ejercido de férreamente en el plano interno.
Montiel murió en 2011, cuando ya llevaba dos o tres sin participar demasiado en la vida interna del partido de manera directa, pero siendo siempre una referencia en todos los temas.
No hubo ningún dirigente radical que pudiera ocupar ese lugar que comenzó a dejar en 2003. Su grupo interno, la Línea Radical Entre Ríos, se fue disgregando e incluso por una cuestión vegetativa perdió varios referentes.
Desde hace al menos una década que la Lirer estaba prácticamente archivada. La agrupación Illia, de Atilio Benedetti; el varisquismo, y otros sectores de conformación más reciente fueron reconfigurando el panorama del centenario partido, cuya mayor aproximación a la Casa Gris vino de la mano de la alianza con el macrismo; mientras que el poder territorial y la custodia de la identidad radical correspondieron a algunos intendentes exitosos.
Sin embargo, esta semana algunos medios de la provincia se hicieron eco de un comunicado de la Lirer, firmado por referentes del sector del fallecido exmandatario, la mayoría funcionarios de su segunda gestión.
Llamó la atención no solo volver a ver el nombre de la Lirer en letra de molde (virtual en algunos casos) sino fundamentalmente que el sector se posicionara señalando que se trata del único espacio interno de la UCR que llegó al gobierno en dos oportunidades. Pudo ser el despertar de una vocación de poder inexplicablemente dormida durante una década y media. O tal vez se trató solo de un giro literario...
Por supuesto que sería bueno para la política entrerriana que la UCR provincial definiera un rol opositor acorde a su historia más que a las definiciones de Patricia Bullrich. No solo porque la provincia lo necesita, sino también porque la rica historia de la UCR en Entre Ríos y sus méritos lo justifican.
Pero aparecer después de tanto tiempo sacando lustre a victorias que otros hicieron posibles..., para ser una actitud políticamente responsablemente, además de citar confusamente al exgobernador, debería plantearse también imitar algunas de sus conductas políticas virtuosas. Y la persistencia era una de ellas.