El destino final de las cenizas de un difunto requiere un discernimiento de los deudos sobre qué hacer con las mismas y este interrogante, en varias oportunidades, termina siendo noticia por la insólita resolución tomada por los familiares.
Pensar el destino final de las cenizas de los difuntos
Por Dina Puntín
A fines de junio, durante la presentación de un show musical de la estrella pop, Pink, se vivió una extraña situación. Una fanática que se encontraba en la audiencia decidió tirar las cenizas de su madre muerta al escenario donde se encontraba la artista.
El incomprensible hecho ocurrió en el festival British Summer Time de Londres. “¿Esta es tu madre?”, preguntó la cantante, incrédula, a la mujer que se encontraba muy cerca del escenario, mientras recogía una bolsa de plástico con los restos incinerados del piso. Los hechos fueron registrados en un video que otro espectador publicó en Twitter.
En el clip que se viralizó también se pudo ver a la estrella del pop sacudiéndose las manos, como intentando limpiárselas, antes de seguir cantando su canción, todo esto sin poder disimular su cara de asombro.
“No sé cómo me siento con esto”, expresó sorprendida y colocó las cenizas al borde del escenario.
Los usuarios de la red social y seguidores de la cantante se quejaron de la actitud de la fan: "La gente necesita parar", "¿quién hace eso? ¿Por qué?", "la gente debería conocer los límites", "hubiera terminado el concierto", "¿por qué la gente es tan rara?" o "un comportamiento muy raro". Otros se rieron de la acción: "La madre tiene que conocer a Pink", "a mi madre le hubiese encantado", "es un poco raro, pero tierno", "estoy muriendo" o "espero que su madre fuera una fan".
También la periodista y panelista Nancy Pazos lloró en televisión al contar lo sucedido con las cenizas de su madre. Según su relato, esparció las cenizas en la que era la casa familiar porque su mamá no le había dado indicaciones de dónde quería su morada final. Pero ahora esa casa se vendió y allí quedaron los restos de su progenitora.
Otros casos que trascendieron dan cuenta de hinchas en estadios de fútbol esparciendo cenizas desde la tribuna, con la consecuencia de que las mismas terminaran en la cabeza de los seguidores del partido y no en el campo de juego.
Diario UNO dialogó con el padre Matías Volpe, de la parroquia San José Obrero de Paraná, para consultarlo sobre las indicaciones de la Iglesia Católica en relación al resguardo de las cenizas de los familiares difuntos o, en otras palabras, qué hacer con ellas.
En dicha parroquia se encuentra ubicado un cinerario, denominación que alude al lugar donde se pueden depositar las cenizas de una persona fallecida que fue cremada, bajo las normativas que dispone el Cristianismo.
"El cinerario o columbario parroquial (pequeños nichos) recoge una antigua tradición de ubicar los cementerios junto a las parroquias, donde familiares y amigos puedan rezar con recogimiento y piedad, ofrecer sufragios. Así el cinerario es un espacio anexo al templo destinado para depositar las cenizas de nuestros hermanos fallecidos. La Iglesia aconseja que existan estos lugares apropiados para la oración, el encuentro y el recuerdo de las personas que nos precedieron", indicó el sacerdote a UNO.
La iglesia aceptó tener lugares y espacios sagrados como los cinerarios para que las cenizas puedan ser puestas allí y que los fieles vayan a rezar a ese lugar, pero solicitando que sea de una manera digna y, sobre todo, evitando manipulaciones de las cenizas.
En la Arquidiócesis de Paraná son varias las capillas y parroquias que poseen lugares especiales para este fin, tal es el caso del cinerario de la capilla Nuestra Señora de Lourdes (calle 25 de Junio y bulevar Sarmiento), que fue inaugurado en 2015; el de San José Obrero (avenida Pedro Zanni y O'Higgins), creado en 2019; también la capilla Nuestra Señora de la Esperanza (Gendarmería Nacional 1281, barrio Mariano Moreno) ofrece un lugar especial desde el año pasado y desde este año la parroquia Don Bosco (avenida Francisco Ramírez 1780) dejó inaugurado su propio columbario.
"¿Por qué la Iglesia sugiere esta práctica? Hay varias razones. Señalemos algunas: el cristiano confiesa su fe en Cristo resucitado en el que estamos llamados a la resurrección de nuestro cuerpo como templo del Espíritu Santo. En definitiva, hay algo de nosotros que pervive más allá del tiempo y del espacio finito", indicó el padre Matías Volpe y agregó: "Para el creyente esta práctica es una obra de misericordia y la certeza de que hay una esperanza cruzando el umbral de la muerte: la vida eterna. También nos hace tomar conciencia histórica que nuestra vida es un don recibido de Dios a través de una cadena de personas que estuvieron antes que nosotros. A la vez que nos ayuda a pensar en el presente como un regalo del Señor de la Vida y nos proyecta hacia el futuro con la ilusión cierta de que nada de lo que somos en este mundo y las obras de amor que practicamos caerán en saco roto sino que nuestros nombres se inscriben en el libro de la Vida (Ap 3,5)".
Además, el párroco de San José Obrero sostuvo que: "la visión cristiana acerca de la muerte ayuda a los familiares a transitar el momento difícil del duelo. Los ritos funerarios proporcionan consuelo y esperanza a los familiares y amigos del difunto. A través de un ritual se inicia un camino de reflexión, sanación, agradecimiento y reconciliación que nos permite vivir con interioridad y espiritualidad un acontecimiento paradójico e ineludible para todo ser humano. El rico simbolismo cristiano le otorga un sentido trascendente a nuestra existencia a la luz de la Pascua de Cristo que triunfa sobre la muerte".
Retomando una frase de San Agustín, el párroco de San José Obrero reflexionó: "En este sentido, San Agustín nos hace pensar: Y ¿dónde está el cielo? Puesto que vivir en el cielo es estar con Cristo, 'Después de esta vida sea él nuestro lugar' (en: In psalmo 30, s.3,8). 'Allí descansaremos y contemplaremos, contemplaremos y amaremos, amaremos y alabaremos. He aquí lo que será el fin que no tiene fin. Pues ¿qué otro puede ser nuestro fin sino llegar al reino que no tiene fin?' (De Civ. Dei XXII, 30,5). Venimos de Dios volvemos a Él. Dios es la fuente de nuestro origen y a él retornamos como a nuestro término, porque 'nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón estará inquieto hasta descansar en ti' (Confesiones 1,1)".
Directivas
la Iglesia Católica prohíbe lanzar las cenizas de los muertos al mar, conservarlas en casa, usarlas para plantar árboles o hacer adornos con ellas.
Según las instrucciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe respecto a la conservación de las cenizas en caso de cremación indica: "Las cenizas del difunto, por regla general, deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia", o en algún lugar con "jurisdicción" eclesiástica.
"No se permite la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos".
Sin embargo, al no existir una legislación concreta sobre el tema, es decisión de los familiares del difunto el destino final de las cenizas, por eso seguirá siendo noticia que una urna se vacíe en una tribuna, el río, un jardín o un recital del artista favorito.