El Colegio de Martilleros Públicos de Entre Ríos (CoMPER) está próximo a cumplir 50 años. Fue el 13 de octubre de 1975 cuando se confirmó su creación, a partir de la Ley Provincial Nº 5735. En la actualidad tiene unos 450 matriculados. Su sede central está en Paraná, en calle Santa Fe 434, y cuenta además con otras dos delegaciones, una en Concordia y otra en Gualeguaychú.
El Colegio de Martilleros Públicos de Entre Ríos celebrará sus 50 años al servicio de la comunidad
Creado en 1975, el Colegio de Martilleros hoy nuclea a unos 450 profesionales en la provincia, quienes ejercen su actividad con compromiso y pasión
Por Vanesa Erbes
Vanesa Erbes/ UNO
Mariano Dumon, Mario Altuna, Alberto Marchini Poleri y Miguel Macbeth, integrantes del Colegio de Martilleros Públicos de Entre Ríos (CoMPER) visitaron la Redacción de UNO.
Para celebrar esta fecha emblemática, tanto en la costa del Paraná como en la del Uruguay se están organizando una serie de actividades. En este marco, el martes 30 de este mes a las 21, en el Teatro Municipal 3 de Febrero de la capital entrerriana, habrá una velada artística con la participación del Coro de Jóvenes de la Escuela Coral Mario Monti, el Coro de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (UADER), y el Coro Cantu Firmus de la Asociación Verdiana. Sobre esta iniciativa, Alberto Marchini Poleri, miembro del CoMPER, señaló a UNO: “Invitamos a todos los matriculados y además se están distribuyendo invitaciones a todos los colegios profesionales, y especialmente a la comunidad, porque de alguna manera el Colegio quiere participar de sus 50 años al conjunto de la sociedad paranaense. También hay eventos que se están haciendo en la costa del Uruguay”.
El Colegio de Martilleros hoy
Además de compartir los festejos, los directivos del Colegio brindaron una reflexión sobre el devenir de la profesión a lo largo de los últimos cinco siglos, en los que los cambios sociales y la irrupción de la tecnología impactaron en la dinámica de la actividad. Sobre este punto, Mario Altuna, actual presidente de la entidad, explicó a UNO: “Para poder ejercer la profesión hoy hay que culminar una carrera universitaria. Así es a partir del 2000, cuando la Ley Nacional 25.028 modificó la Ley 20.266 (del Régimen Legal de Martilleros y Corredores). Su principal cambio fue exigir el título universitario para ejercer, además de incorporar nuevos artículos que establecen las condiciones, requisitos y funciones de los profesionales”.
Al respecto, contó que la carrera dura dos años y medio y en Paraná se dicta en la Universidad Católica Argentina (UCA). Altuna explicó también cuáles son las incumbencias de quienes se reciben y se matriculan: “El martillero es el único capacitado para hacer todo tipo de actos de remates, ya sean privados o judiciales, que hoy son electrónicos. Y cuando intervenimos judicialmente, somos auxiliares de la Justicia. Nosotros no dependemos del abogado que nos propone, sino directamente del juez”, precisó, y subrayó: “En cualquier tipo de remate que se realice en la provincia, de la modalidad que sea, de la forma que sea, siempre tiene que estar un martillero matriculado al frente”.
Uso de la tecnología
Asimismo, Marchini Poleri acotó: “La profesión lógicamente ha ido mutando hasta llegar a hoy a lo que conocemos en el orden judicial las subastas que siempre se hacían en forma presencial en los pasillos de un tribunal, después en algún salón que en un momento el Poder Judicial nos brindó y últimamente en el salón del Colegio de Martilleros, hoy se hacen de manera virtual. Es decir que la participación de la gente es por intermedio de un esquema electrónico en una plataforma donde tienen que registrarse previamente, reunir una par de requisitos. Lo interesante es que ahora las subastas judiciales duran siete días en total, incluidos sábados y domingos, y el oferente o el interesado puede hacer sus ofertas durante las 24 horas del día, incluso de madrugada. Se mantienen sí en los remates públicos que son por cuenta y orden de terceros, donde la gente concurre y de viva voz hace las ofertas”.
Otro dato que aportó el profesional es que “también ha mutado mucho la forma de pago, porque hoy la gente no quiere moverse con el efectivo y hacer las transferencias electrónicas”.
Adaptados a la tecnología, hoy también comparten sus actividades en el sitio oficial del organismo www.comper.org.ar; en su Fanpage: Colegio de Martilleros Públicos ER; o en Instagram: @colegiomartilleros.er.
Si bien en un principio fue una actividad vinculada a los hombres, también a lo largo del tiempo las mujeres fueron incursionando en la misma y hoy ellas componen casi el 30% del padrón de matriculados. “Se han se han ido sumando muchas mujeres en este rubro. Algunas se desenvuelven muy bien rematando y que no sea un hombre que esté subastando sino una mujer también lo hace atractivo al remate”, sostuvo Marchini Poleri.
Subastas variadas
Lo que se subasta es variado, y una modalidad que se fue expandiendo en los últimos años fueron los remates a “casa vestida”. Al respecto, Mariano Dumon, vocal del CoMPER, refirió: “Tanto en la costa del Paraná como en la costa del Uruguay se da mucho esto de rematar los bienes que hay en una casa completa. Por ejemplo, se subastan todos los bienes de alguien que fallece, o por ahí se juntan de varios lugares, se arma una casa y se remata habitación por habitación. La gente está acostumbrada y aprovecha, porque por ahí son precios más accesibles”.
En tanto, Miguel Macbeth, tesorero del Colegio que nuclea a los martilleros de Entre Ríos, valoró: “La particularidad de la casa vestida es que generalmente son casas de antaño que van a ser recicladas y en ellas guardan muchas veces tanto muebles como bienes que inclusive son de valor artístico; entonces, eso vuelve atractiva la subasta”.
“En cuanto a los valores, generalmente la gran función del martillero es tratar de defender el precio, porque recordemos que si bien hay un comprador, también hay un vendedor. Entonces, esto es lo que equilibra el mercado y, de alguna manera, da transparencia a una venta”, remarcó.
A su vez, mencionó: “También se incluyen dentro de los martilleros los rematadores de hacienda, y los rematadores de boletos de caballo, que son un rubro muy específico, y que tiene una especialización, de alguna manera, bastante particular”. Y aseguró: “La verdad es que el acto de la subasta no sólo es la acción de vender, sino que cuando uno se para frente al público se genera una adrenalina especial y pareciera que están todos contra uno. Entonces, uno debe demostrar que está a favor de ellos y que lo que quiere es, de alguna manera, venderles lo que tal vez no necesitan. Es una acción tan rápida y tan breve de generarle la necesidad y de generarle la oferta que, de alguna manera, uno tiene que tener siete sentidos, no seis, para poder llegarle al público. Por supuesto que hay subastas que ya de por sí lo que uno está rematando tiene su atractivo, y con más razón todavía es donde decimos ´ahora sí nos vamos a lucir para obtener el mejor precio posible´. Y en el caso de las subastas judiciales, algo que me enseñó un querido colega, Oscar Cacho Cornejo, ya retirado, es que nosotros no estamos rematando y largando a cualquier precio, sino que somos el brazo de la ley y debemos cuidar el bien que ha sido expropiado, es decir, lograr el mejor precio para aquel desvalido a quien estamos llevando justicia”.
“En buena parte es mediar entre los compradores. Es una profesión apasionante, y uno realmente siente esta vocación”, concluyó por su parte Marchini Poleri.