Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son perturbaciones persistente en el comer o en situaciones relacionadas con la comida. Es una patología compleja que altera la salud física y el funcionamiento psico-social de quienes lo padecen. A nivel mundial, Argentina ocupa el segundo lugar con más casos de TCA. La concientización sobre el rol de la imagen corporal en la sociedad se vuelve clave.
Concientización, eje para prevenir trastornos alimentarios
Afirman que la concientización sobre la prevención es clave para tratar la problemática.
Para conocer la situación provincial, UNO dialogó con Soledad Moreno, psicóloga (MP 4643) y coordinadora General de fundación Centro, entidad dedicada a la prevención y tratamiento de los trastornos alimenticios.
–¿Cuáles son los TCA más habituales que tratan?
–Los más habituales de encontrar son la bulimia y la anorexia nerviosa. También se han incrementado los trastornos por atracón. En general, estas patologías requieren un diagnóstico diferencial, que nos permita ya desde la primera entrevista diagnóstica, sumada a las entrevistas y los controles clínicos, psiquiátricos y nutricionales, poder ver si los síntomas y signos que se presentan en el paciente responden al desorden emocional que provoca la enfermedad y no a alguna enfermedad física. Por eso es muy importante hacer un exhaustivo diagnóstico, una exhaustiva diferencia entre lo que es emocional y lo que puede ser clínico. Cuando ya hemos detectado que esta bulimia y anorexia son emocionales, empezamos a trabajar con el paciente y la familia. Por eso decimos nerviosas. Muchas veces se cree que estos desórdenes son nutricionales, cuando en realidad lo nutricional es lo primero que se sana cuando la persona inicia el tratamiento y la familia va acompañando. Y lo más difícil de abordar y de ir acompañando es el proceso emocional, son los rasgos de personalidad, las dificultades en relación a los miedos, a la inmadurez en estos pacientes, ya sean que sean adolescentes o adultos.
–¿Cómo se pueden detectar?
–El primer criterio fundamental es el índice de masa corporal. Ese índice de masa corporal es según la talla y la edad de la persona y nos va a guiar en si está en bajo peso, está en peso o está excedido. Entonces en la anorexia vamos a encontrar un bajo peso, que es un índice por debajo de los 17,5. En la anorexia nerviosa también podemos encontrar la ausencia de la menstruación o la tardanza en la menarca. Y en la bulimia nerviosa vamos a encontrar por lo general una oscilación en la curva de peso que nos habla o es consecuencia de las conductas de purga o atracones.
No obstante, en la anorexia también vamos a ver en común que puede ser una anorexia purgativa o restrictiva y en la bulimia, una bulimia purgativa o una bulimia no purgativa. Esto hay que diferenciar porque en el común denominador de la sociedad dicen que un anoréxico es quien está delgadito y no come. Y no, en la anorexia también se pueden dar purgas, vómitos autoprovocados, laxantes diuréticos preparados para adelgazar, como en la bulimia.
En los trastornos por atracón, son pacientes que están teniendo conductas donde van a comer compulsivamente. Y después puede haber alguna purga o conductas compensatorias como hiperactividad, dietas, ayunos.
–¿Existen edades más propensas a tener TCA?
–Los estudios nos hablan de que los síntomas comienzan en la primera adolescencia. Estamos hablando de miedo a engordar, algunas dietas, ayunos, salto de ingestas, disconformidad con el cuerpo. Recordemos que en esa etapa el adolescente sufre muchos cambios emocionales y físicos que claramente influyen la autoestima, la seguridad, la confianza y ahí se presentan los primeros síntomas.
También los encontramos en adultos, de 30, 40 o 50 años, en donde cuando detectamos que la anorexia o la bulimia son nerviosas, lo que se puede ver es que ese adulto en realidad no es que el primer síntoma empezó a esta edad, sino que los primeros síntomas datan de la primera adolescencia, solo que en su momento han hecho tratamientos que han cortado o que no han tenido buenos frutos. Entonces va pasando el tiempo y en la adultez se puede generar una recaída más importante.
–¿Cómo es el trabajo de la fundación en relación al tratamiento?
–Hacemos un trabajo profundo porque no solamente convocamos al paciente, que es el protagonista, sino también a toda la familia. Entonces, la familia también tiene espacios de psicoeducación semanales. El paciente puede ingresar en un espacio de adaptación al tratamiento, es lo que permite ir conociendo paulatinamente pautas, indicaciones. Y luego hacemos un pase a hospital de día. En este hospital de día trabajamos de 8 a 17 con un equipo transdisciplinario que se compone de médicos, psiquiatras, psicólogos, nutricionistas, acompañantes terapéuticos y terapistas ocupacionales. Este trabajo interdisciplinario es importantísimo porque podemos abordar la totalidad del paciente y la familia que está haciendo de sostén. Todo el tiempo estamos acompañando al paciente y es muy importante lo grupal.
Los desórdenes alimentarios, al estar atravesados por la sociedad, podemos a un alcohólico sacarle el alcohol, pero a alguien que tiene un trastorno alimentario no le podemos sacar la comida. Estamos atravesados y hay que tratarlo en grupos porque todo el tiempo vamos a estar convocados a este trabajo con otros y si uno piensa en las dificultades que tiene el paciente en socializar, en mostrarse, en la autoestima, puede notar la importancia que tiene el grupo.
–Como sociedad, ¿qué se puede hacer para comenzar a disminuir los casos de TCA? ¿Cuáles serían aportes que ayuden a prevenir?
–La detección precoz y la prevención es un área que nosotros trabajamos muchísimo desde charlas en los colegios, en las universidades con quienes tenemos convenios de colaboración. Es muy importante el trabajo que hacemos porque nos ayudan a poder difundir qué son estos desórdenes, cómo han aumentado en el último tiempo y en esta colaboración mutua de que a través de ello podemos llegar a distintos sectores. En el caso de los colegios secundarios es de suma importancia porque son los grupos etarios en donde se puede gestar la patología alimentaria, así que el poder hacer charlas informativas con testimonio presencial de pacientes, de algún familiar, en donde podamos acercarles cuáles son las características generales de estas enfermedades y qué hacemos ahí, multiplicamos a los agentes de salud de alguna manera.
A través de la detección, de la prevención, el acercar información, ya estamos haciendo un gran trabajo para que podamos, entre todos, comenzar a disminuir los casos de TCA. Creo que concientizar a la sociedad en donde la imagen es tan importante, en gordo, flaco, musculoso, en el caso de los varones sobre todo, y que se tiene que obedecer a algo hegemónico. Concientizar a las personas y empezar a decirnos por nuestros nombres, es de suma importancia. No todo pasa por el cuerpo, no todo pasa por la imagen. Ayudar a adolescentes, a niños, a que construyan su autoestima desde sus potencialidades. Lo más importante es ayudarlos a encontrar sus potencialidades y poder desarrollarlos. Que el autoconocimiento les permita elaborar un proyecto de vida sano y alejado de cualquier adicción. También es importante familias que vuelvan a contener al niño, al adolescente, que se pase tiempo con ellos.
–¿Cuáles son las recomendaciones en caso de un posible TCA?
–Si cualquier persona que lea esta nota se da cuenta o ya viene viendo algunas conductas en algún familiar o amigo, lo importante es consultar a instituciones especializadas. No recomiendo la terapia individual en estas primeras instancias donde necesitamos un equipo y actuar rápido. Pueden consultar en www.fundacioncentro.org información de las delegaciones que tenemos en Paraná, Santa Fe, Córdoba y Concepción del Uruguay.