Las redes sociales están atiborradas de cuentas de mascotas humanizadas, sean estas domésticas o exóticas. Hay perritos con moños en la cabeza, gatitos haciendo berrinches de niño, monitos con vestidos desplegando su inteligencia o resolviendo problemas mejor que un humano, cacatúas bailarinas.
Trafico ilegal: "Mamá, comprame un monito"
El trafico ilegal de especies silvestres significa el destierro de más de 135 especies en Argentina. Aves, tortugas y monos son las especies más victimizadas
Aunque muchos cuestionen a los “mascoteros” por tratar a los animales como sus hijos y éstos indilguen insensibilidad a los críticos, los bichitos quedan fuera de toda polémica, por graciosos y queribles.
Lo cuestionable comienza cuando se destierra a un espécimen de su hábitat natural para trasladarlo a la ciudad en una jaula como una mercancía más, para ser comprado por un humano, sea que viva en un departamento de dos ambientes o en una casa con un gran fondo arbolado.
Cuando una tortuguita se resbala en un piso cerámico parece muy graciosa en Tik Tok pero la escena, en realidad, conlleva una crueldad de la cual los humanos son responsables.
La venta de animales silvestres vivos está mal, es ilegal, es inmoral, va en contra de la naturaleza y de la biodiversidad del planeta ya que desequilibra los ecosistemas. Al margen de todo lo expuesto, también implica un riesgo para la vida humana ya que muchas de las zoonosis son transmitidas por estas especies que, sacadas de su ambiente natural, pueden transportar virus, bacterias y hongos.
El tráfico y venta de animales silvestres es el cuarto negocio ilícito más grande del mundo. En Argentina significa el destierro de más de 135 especies de las cuales una veintena están en peligro de extinción. Aves, tortugas y monos son las tres especies más victimizadas por el tráfico ilegal.
Muchos de estos animalitos son arrancados de sus lugares por cazadores furtivos luego de matar a sus padres para comerciarlos y para diversión o goce de una familia de humanos.
Según datos del Ministerio Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, el ranking de las especies más traficadas está integrado por la tortuga terrestre, el loro labrador, el tucán, el flamenco, aves pequeñas, felinos y monos. Las estadísticas son desgarradoras: nueve de cada 10 animales traficados mueren durante la captura o el traslado.
Bajo el nombre de #NoSoyMascota, tres entidades proteccionistas (Fundación Temaikén, el Instituto Jane Goodall Argentina y WCS Argentina) lanzaron una campaña para generar conciencia sobre el comercio ilegal de estas especies y advertir acerca de los riesgos de tenerlas en los hogares. Se estima que el 75% de las nuevas enfermedades descubiertas en la última década son de origen zoonótico, como la Viruela del Mono o como -se sospecha- el Covid-19.
Entre las recomendaciones de la campaña #NoSoyMascota se destaca la importancia de informarse, antes de comprar una mascota, sobre su origen y legalidad; prestar atención a lo que se comparte en redes sociales y actuar proactivamente denunciando la venta ilegal de vida silvestre. “A diferencia de los animales domésticos, los salvajes o silvestres viven sin la necesidad de la presencia humana y deben mantenerse en su entorno natural; no requieren de la asistencia de las personas para su rutina cotidiana. Al remover a un individuo de su entorno, tanto las comunidades como los ecosistemas resultan impactados”, explican.
En cuanto a las políticas públicas sobre el tema denuncian que no hay estadísticas ni datos fehacientes sobre las áreas de mayor extracción, tránsito y comercialización de especies silvestres y que es menester fortalecer los controles y la vigilancia sobre este delito. También piden dotar de presupuesto a las áreas y entidades que se dedican a la rehabilitación de las especies rescatadas para que puedan ser devueltas a sus lugares de origen. Ya que, a pesar de los esfuerzos, más de la mitad de los animales que se decomisan no logran reinsertarse en la naturaleza ni sobrevivir. Y esto no es gracioso ni querible.