El 2 de febrero de 2016 Nadia Grandón se sintió desamparada: una “actriz guacha”. Ese día murió Luis Lito Senkman, uno de los principales referentes del teatro, la dramaturgia y la cultura provincial. Además del cariño que le tenía y la imposibilidad de despedirse, por lo repentino de su muerte, ese día quedaba trunco un proyecto en el que ambos habían estado volcando sus energías, su tiempo y su amor: la obra teatral Todo Verde, de Santiago Loza, que estaban próximos a estrenar.
"Todo Verde", un proyecto interrumpido por la muerte, vuelve a renacer
Por Luciana Actis
En Todo Verde, una mujer solitaria, de pueblo, narra cómo conoce a Claudia, una mujer de “mundo” que llega al pueblo, llega a su casa, llega a su vida. Se hacen amigas. Le regala un loro, más tarde un cuadrito. Luego se va. “así como vino se va”, y todo se queda en silencio, hasta el loro.
Seis años más tarde, después de algunos intentos fallidos, Nadia estrena esta noche la obra, pero en un rol doble: actriz y directora. “Son varias las personas que durante estos años alentaron el proyecto y con quienes estoy muy agradecida. En esta etapa estuvieron Beto Lescano como técnico; Tovio Velozo y Juan Carlos Gallego aportaron su mirada; Sergio Otero como fotógrafo; Soledad Salvarredy asesoró en el vestuario; Floriana Lazzaneo realizó el trailer; Natalia Hallam en diseño gráfico; Gabriela Trevisani y Raúl Dayub también acompañaron”, comentó a Escenario.
Vale destacar que la función de hoy está agotada, pero habrá una segunda el domingo 23, a las 20, en Casa Boulevard/ Sala Metamorfosis (Ituzaingó 80, de Paraná).
—¿Hace cuánto que ingresaste al mundo del teatro?
—En el año 1996 empecé a recorrer el camino de las artes escénicas, o sea hace 25 años. En forma ininterrumpida. Comencé con la danza, y luego seguí con el teatro, o se mezclaron. En realidad no creo mucho en esa línea divisoria, en ese límite, hay una frontera que se diluye, desaparece. Prefiero hablar de artes escénicas. Me desempeño como actriz, directora, docente, dramaturga, gestora: trabajadora de las artes escénicas.
—Y en tu recorrido teatral, ¿qué lugar tuvo Lito Senkman? ¿cómo lo recordás?
—En el año 2015 Lito me invitó a trabajar en la obra Todo Verde. Él como director y yo como actriz. Inmediatamente le dije que sí. Nunca habíamos trabajado juntos y eso me interesaba, era un desafío. El autor del texto es Santiago Loza, un dramaturgo cordobés, una pluma exquisita. El texto es muy hermoso: es el relato de una mujer de pueblo, una repostera, movilizada ante la llegada de alguien nuevo a ese pequeño lugar. A Lito lo recuerdo con mucho cariño, era muy respetuoso y detallista, aún conservo las notas que me hizo, donde me señalaba prolijamente lo que quería destacar. Eso me produce mucha ternura. En el proyecto también estaba Raúl Dayub como asistente. Estuvimos varios meses ensayando, muy entusiasmados. Hasta teníamos fecha de estreno. La muerte de Lito llegó después de un ensayo, en febrero de 2016. Inesperada, de repente, brutal.
—¿Cómo y por qué decidiste retomar este proyecto?
—Desde la partida de Lito tuve varios intentos para retomarla. La obra se aparecía cada tanto, en realidad creo que siempre estuvo ahí, esperando para brotar. Desde el comienzo del proyecto hubo un deseo muy profundo para concretarla, una fuerza que estuvo ahí pulsando. Una semilla porfiada, insistente. Pasaron seis años hasta que por fin llegué al estreno.
—En lo actoral, ¿cuáles son los desafíos que te presenta la obra?
—Es una propuesta minimalista, no hay grandes recursos lumínicos, ni sonoros, ni escenográficos. Una actriz sola. Y ahí vuelvo al vacío. Una actriz guacha. Todo el relato pasa por el cuerpo.
—¿Continuás con la línea de Lito o vas a tomar otra dirección?
—Un poco y poco. Pienso que todo este tiempo fue un proceso de actriz guacha, de soledad. Eso pasó con la muerte de Lito y este proyecto: un vacío. La imagen que se me viene es la de dar manotazos en la memoria para reconstruir eso que hicimos juntos. Y también una búsqueda propia, en solitario, que interpeló mi oficio de actriz. No sé si esta obra que se estrena ahora es la que hubiera hecho Lito, es la que pude hacer con su ausencia. Creo que de eso se tratan un poco los duelos. Y se concreta ahora, en este contexto tan adverso, tan difícil. Me vienen dando vueltas algunas interrogantes en estos tiempos pandémicos: ¿cuáles serán las ficciones que vendrán? ¿Cuáles serán las narrativas emergentes? No somos los mismos que hace un año, el mundo está cambiando y la escena tiene que cambiar. Si el arte y la forma de hacer arte no cambian, quedará desfasado del nuevo mundo, será un fósil, algo pétreo. No me interesa el arte que se mira el ombligo. Creo que el arte tiene que interpelar e inquietar este nuevo mundo, y no con una mirada romántica new age, sino criticarlo para transformarlo y hacerlo más sensible y posible. Y también formar parte de las maneras de duelar las muertes, no solo las físicas, también las simbólicas, las de paradigmas, las culturales.
Trayectoria
Nadia Grandón nació en Santa Rosa (La Pampa), desde hace 9 años reside en Entre Ríos. Es actriz, directora, dramaturga, gestora, investigadora, docente universitaria, Lic. en Teatro, Prof. de Artes en Danza, Posgrado en Dirección escénica, Posgrado en Dramaturgia del actor, Maestrante en la Universidad de las Artes (Cuba).
Inició su actividad artística en 1996. Ha participado en más de 50 obras y performances.