Entre el amor y el protocolo. El Registro Único de Aspirante a Guarda con Fines Adoptivos (Ruaer) llevó adelante este mes la última convocatoria de este año para que pudieran inscribirse quienes deseen formar una familia a través de la adopción.
Entre el amor y el protocolo, adoptaron a sus hijas en pleno tiempo de pandemia
En esta oportunidad se anotaron 30 nuevas familias, que forman parte de otras 340 que están inscriptas con anterioridad.
En este proceso también hubo cambios que trajo la pandemia del Covid-19, y este año se realizaron únicamente dos convocatorias: además de la que se concretó en las primeras dos semanas de noviembre, también hubo otra agosto, y ambas se hicieron de manera virtual.
En esta nueva dinámica que trazó la cuarentena, hubo quienes pudieron completar todos o algunos de los trámites requeridos, y también gente que logró avanzar en este procedimiento para cumplir con el anhelo de ser padres, adaptándose también a los requerimientos que se remarcan en cada protocolo.
En el caso de Claudia Herrera y su esposo, Roberto Bordón, quienes son de Concordia, recibieron el 27 de mayo ese llamado que anhelaron a lo largo de casi tres años, desde que decidieron que querían ser padres de este modo: les avisaron que había dos niñas oriundas de la misma ciudad, en condiciones de adoptabilidad. “Desde que nos inscribimos, esperamos dos años y tres meses. Estábamos con un perfil adoptivo hasta dos niños hasta 6 años, de sexo indistinto”, contó a UNO Claudia.
Cuando les contaron sobre Mía, de 7 años, y Tais, de 5, que son hermanas entre sí, no lo dudaron y fueron a conocerlas al hogar en el que estaban. En tiempos normales la situación quizás hubiese sido más sencilla, pero en esta ocasión debieron ir de barbijo y con todas las medidas de seguridad que rigen para prevenir contagios de coronavirus.
“Estaban en un hogar evangélico donde hay otros niños pequeños, así que tuvimos que extremar los cuidados y cambiarnos de ropa, usar tapabocas y demás. Por protocolo, en el lugar no nos podíamos quedar, ir a merendar a alguna cafetería tampoco porque estaban todas cerradas en ese momento, así que para conocernos con las niñas nos íbamos a alguna plaza. Si venía la Policía a decirnos que teníamos que circular, nos trasladábamos a otra”, rememoró la flamante mamá.
Otra cuestión que tenían que sortear eran los trámites judiciales para recibir la guarda, y sobre este punto indicó: “El Ruaer con nosotros estuvo muy bien, pero los horarios de Tribunales eran restringidos, los trámites en general no presenciales. Las conocimos a las niñas el 8 de julio y al día siguiente empezaba la feria judicial en los tribunales de Concordia. Nuestra audiencia era a las 13, todo al límite, pero la jueza a cargo sacó una cédula para comenzar la vinculación y a las 18 las pudimos ir a conocer al hogar. Fue magnífica la vinculación, pero todo un tema por la pandemia”.
No obstante, 22 días después, les otorgaron un permiso para que Mía y Tais pudieran ir a la casa del matrimonio. Luego podían empezar a pasar el día, o quedarse a dormir, hasta que la autorización de la guarda preadoptiva se concretó. “Desde el día 22 ya se quedaron a dormir y el 15 de octubre pasado, tras tres meses de convivencia nos otorgaron la guarda preadoptiva”, destacó Claudia.
Por otra parte, remarcó que el Código Civil vigente establece que los niños en este tipo de situaciones deben hablar con la jueza. “Fue por modalidad videorregistrada, y salió todo perfecto, en sus carriles”, dijo con entusiasmo, a la vez que adelantó que en cinco meses podrán iniciar el juicio de adopción, tal como establece la ley, y podrán llevar su nuevo apellido.
Sobre los plazos de espera, analizó: “Dicen que adoptar es un proceso burocrático y demás, pero aprendí que todo tiene su tiempo, para los chicos, porque hay que ver si tienen vínculo con su familia de origen, y eso lleva un tiempo prolongado. Además, no cualquiera puede adoptar, uno debe estar preparado, tener la cabeza abierta en cuanto al perfil adoptiv