En su barrio lo conocen como El Gallego. Se llama José Ten, tiene 67 años y vive en la ciudad de Malargüe, en Mendoza. Dice que es inventor y ecologista pero la mayor parte de su vida la dedicó a trabajar en la industria del petróleo. Ya alejado de esa tarea, dio a conocer su última creación: un esterilizador de aire que permite eliminar hongos, bacterias y posiblemente hasta el coronavirus.
Coronavirus: inventó un esterilizador de aire para la pandemia
El invento de José Ten es una especie de cañón que en su interior contiene una lámpara especial confinada que emite radiación ultravioleta de rango medio. El aire pasa por el cañón a un flujo laminar y así todos los microbios, virus, hongos y bacterias que transporta el aire son atacados por la radiación ultravioleta. Esto produce una modificación en el ADN, lo destruye y elimina, asegura.
El proceso tarda unos siete minutos, tiempo suficiente para que el enfermo pueda inhalar el aire tratado y llegue a sus pulmones, eliminando también en su cuerpo el virus, bacteria u hongo. Espera que lo misma suceda con el coronavirus.
El aparato se pone a unos dos metros de altura en la habitación donde el enfermo se encuentra, pero también puede usarse dentro de cualquier vehículo, incluso colectivos, y -según su creador- no tiene efectos adversos.
“Vengo trabajando desde hace mucho tiempo con este sistema de esterilizadores de aire. Mi lucha más importante ha sido lograr conseguir que se hicieran los ensayos. Para ello tuve que hacerme un protocolo de ensayo para virus, bacterias y hongos que están en el aire. Un especialista concretó los ensayos, bajo ese protocolo, y los resultados fueron muy buenos, superando las expectativas”, contó “El Gallego”.
Como muestra de que el equipo cumple con las expectativas y funciona a la perfección, Ten instaló uno en el hospital de Malargüe en el sector destinado a los enfermos de COVID-19. “La gente que lo está usando se está sintiendo muy bien”, admitió el inventor, quien ahora se puso a fabricar distintos modelos para ser utilizados de acuerdo a las diferentes necesidades.
“Estoy disponible para las personas que lo necesiten, si tengo que hacer un cálculo especial, por la distribución de los ambientes de una casa, con todo gusto lo hago” remarcó el hombre al poner su diseño a disposición de los demás.
“Hasta me han pedido uno para un matadero para desinfectar las herramientas y la zona donde los operarios despostan los animales”, dijo en declaraciones al portal Ser y Hacer de Malargüe.
Motivado por la aceptación que tuvo el esterilizador, comenzó a realizar los trámites en la ANMAT para contar su aprobación y así poder comercializarlo en farmacias o laboratorios que venden instrumental médico.
José Ten estudió ingeniería electrónica y tuvo la posibilidad de ir a trabajar y perfeccionarse en Barcelona, España, donde tenía familiares. Ya de vuelta en Mendoza, se sumó a la fábrica de muebles de su padre, pero cuando el negocio cerró fue convocado a mediados de la década del 70 para ingresar a una empresa petrolera de Malargüe.