En un documento de dos carillas, especialistas y analistas económicos repasaron los principales problemas de la economía actual como la inflación, la caída del ingreso y los desequilibrios macroeconómicos para rebatir la propuesta de "dolarización" que esgrime como bandera el candidato a presidente de La Libertad Avanza, Javier Milei.
Dolarización: por qué 170 economistas la consideran un "espejismo"
"La dolarización es un espejismo", señaló el nutrido grupo de economistas, profesores e investigadores de diversas universidades públicas, privadas, nacionales y del exterior.
Tras la declaración pública contra su principal promesa de campaña, el candidato de la Libertad Avanza se defendió vía Twitter como es su costumbre: con ira y agravios: "170 economistas fracasados que han sido derrotados tanto en las aulas como en los hechos en la lucha contra la inflación vienen a condenar una solución a la estafa monetaria", con cita bíblica incluida.
Qué dijeron los economistas que provocó la furia del candidato
El documento, reconoció la fragilidad del sistema económico, al señalar que la inestabilidad y la falta de crecimiento están en la base de la veloz expansión de la pobreza y de la desigualdad que afectan a la sociedad argentina. Sin embargo, aclararon que "el principal desafío de la próxima administración será estabilizar la economía como una condición necesaria para recuperar el crecimiento". Por otra parte indicaron que hay obstáculos insalvables para la adopción del dólar como única moneda de curso legal, entre las cuales la falta de las divisas suficientes para rescatar la base monetaria y ofrecer un respaldo razonable a los depósitos bancarios, es la principal.
"La propuesta en cuestión está lejos de ser una panacea", y advirtieron que "podría generar múltiples dificultades para el desempeño inmediato y futuro" del país.
Según precisaron, este esquema resultaría "eternamente inapropiado para las características de una economía compleja y muy poco correlacionada con el ciclo macroeconómico estadounidense como Argentina". “Consideramos que un intento de dolarización formal sería una desacertada iniciativa de política para hacer frente a los complejos desafíos con que debe lidiar la economía argentina (…) podría generar múltiples dificultades para nuestro desempeño inmediato y futuro”.
- Hay obstáculos prácticamente insalvables para su adopción: carecemos de los dólares necesarios para rescatar la base monetaria y ofrecer un respaldo razonable a los depósitos bancarios (que, aun así, quedarían sin un prestamista de última instancia en caso de episodios de stress financiero).
- Las propuestas existentes para reparar esta escasez de divisas suponen incrementos absurdos de la deuda pública que comprometerían aún más la percepción de insostenibilidad de las finanzas gubernamentales. La única alternativa, entonces, sería dolarizar a un tipo de cambio tan elevado que provocaría una espiralización adicional de la inflación como consecuencia del colapso de la demanda real de dinero que presumiblemente gatillaría el solo anuncio de avanzar en esa dirección.
- Provocar un estallido (hiper)inflacionario no parece un comienzo muy auspicioso para “estabilizar” la economía. Aun en “régimen” -y luego de pagados estos innecesarios y enormes costos iniciales- el funcionamiento del esquema es enteramente inapropiado para las características de una economía compleja y muy poco correlacionada con el ciclo macroeconómico estadounidense como la argentina. Aunque la credibilidad brindada por el ancla monetaria podría provocar una eventual convergencia en algún momento a los registros inflacionarios de EEUU, el funcionamiento macroeconómico estaría plagado de rigideces y dificultades. Con escasa flexibilidad nominal, inexistente integración con los mercados de factores del emisor de la moneda y ausencia de transferencias fiscales compensatorias, la ocurrencia de shocks externos adversos nos sometería a recurrentes períodos recesivos y de elevado desempleo con vistas a recuperar competitividad externa, tal como ocurrió en el final del régimen de Convertibilidad y como muestra la evidencia de los países de la región que han dolarizado recientemente.
- Del lado fiscal, debe sumarse el hecho de que las alquimias monetarias no son sustituto adecuado de un firme compromiso con el equilibrio intertemporal de las cuentas públicas. En efecto, el esquema se basa en la fantasía de que -eliminada la posibilidad del financiamiento monetario- el gobierno estará obligado a equilibrar inmediatamente su presupuesto, algo que también desmienten nuestra propia experiencia pasada y, por ejemplo, el caso de Ecuador que ha experimentado ya un par de episodios de default desde que adoptó el dólar como moneda.
- La dolarización formal de una economía es muy difícilmente reversible por sus elevados costos de salida, aun cuando haya razones macroeconómicas bien fundadas para su abandono en determinado momento (...) Una eventual eliminación del dólar como patrón y unidad de cuenta en favor de la reintroducción del peso implicaría la ruptura de toda la estructura contractual de la economía. Esto acarrearía grandes costos, algo que ningún gobierno democráticamente electo propiciaría, aun cuando ese régimen monetario fuera inconveniente para el funcionamiento macroeconómico. Frente a esa eventual negativa, la proliferación anárquica de cuasimonedas para responder a una crisis de iliquidez se llevaría consigo todo resto de credibilidad del régimen.
- La dolarización de la economía es un espejismo que hay que evitar. Hemos llegado hasta aquí por desatender equilibrios macroeconómicos básicos, despilfarrando alegremente bonanzas de términos de intercambio y condiciones favorables del financiamiento externo. Nada nos distingue esencialmente de otros países de la región que en las últimas décadas han recuperado grados de libertad en el manejo monetario a partir de un creciente compromiso con la disciplina fiscal y el logro de la estabilidad macro/financiera en el marco de una economía crecientemente integrada a los mercados internacionales. No permitamos que, por miopía y desesperación, la difícil situación en que nos encontramos nos lleve a tomar un falso atajo que sólo nos conduzca a una nueva y más dramática frustración
El Documento completo
La carta lleva la firma de, entre otros, Ricardo Delgado, Marina Dal Poggetto, Ariel Dvoskin, José María Fanelli, Roberto Frenkel, Federico Filippini, Leonardo Gasparini, Pablo Gerchunoff, Javier González Fraga, Juan Carlos Hallak, Juan Pablo Jiménez, Sebastián Katz, Miguel Kiguel, Saúl Keifman, Bernardo Kosacoff, Juan Llach, Emiliano Libman, Hildegart Ahumada, Daniel Aromí, Luis Beccaria, Ricardo Bebczuk, Roberto Bisang, Andrés Borenstein, Diego Bossio, Roberto Bouzas, Miguel Angel Broda, Oscar Cetrángolo, Ricardo Carciofi, Horacio Cepeda y Javier Curcio. Expresa: “No permitamos que, por miopía y desesperación, la difícil situación en que nos encontramos nos lleve a tomar un falso atajo que sólo nos conduzca a una nueva y más dramática frustración".
Debate en redes
Aunque no rubricó la carta, Carlos Maslatón fue uno de los primeros en replicar a su candidato. "A favor o en contra no tiene sentido ya discutir", comentó y agregó que "es cómo se hace si se hace. Qué cosas se convierten y a qué precio de conversión. Cómo se desmonetiza efectivamente el peso, o sea. Y quién pone la plata para cancelar la moneda argentina. Y si puede haber dolarización asimétrica".
También se sumó al debate en redes el economista de Juntos por el Cambio, Martín Tetaz: "Sacaste 30% hablando en todos los medios y en tu último libro de dolarización; si hubieras hablado de la banca Simons y la competencia de monedas no te votaba nadie", señaló y agregó: "Es increíble que hables de esquivar el debate, cuando vos sos el que ha huido del debate una y otra vez".