De crisis en crisis: a 20 años del Federal, la gran estafa

A dos décadas de la crisis del año 2001, recuerdos, anécdotas, experiencias y análisis del billete que simbolizó aquellos días de desesperación y tristeza.
26 de abril 2021 · 20:40hs

Hay tres palabras que en Entre Ríos se repiten como un mantra cada fin de mes: “cronograma de pagos”. Aunque el sueldo no alcance, aunque se lo chupen las deudas, aunque la inflación lo liquide cada mes, aunque la pobreza alcance hoy al 49,5% de los concordienses y al 40,9% de los habitantes de Paraná, aquel anuncio oficial mensual garantiza la gobernabilidad de la provincia. Aquellos días de naufragio por la falta de pagos de haberes de empleados públicos y luego el cobro en papeles que no valían nada, perduran en la memoria de los entrerrianos como la huella de todo trauma, dos décadas después. El símbolo material de la angustia social de la época tenía dibujada la cara del general Urquiza y se llamaba Bono Federal. Bofe, papelitos, federicos, papel pintado o simplemente estafa, fueron algunos de los motes que los entrerrianos le pusieron a un billete que representa, además, la crisis por las políticas implementadas en el país en los ‘90.

Se cumplen 20 años de aquella gran crisis, en medio de otra cuyo fondo aún no se ve. Con esta publicación, UNO comienza una serie de notas que intentarán recordar y reflexionar sobre un momento de la historia reciente que dejó muchos sufrimientos, sangre y tristeza.

Mirta era empleada del hospital San Martín, y recordó: “Fue todo un problema porque todo nos costaba más, porque si tenías que pagar en pesos tenias que cambiarlo y te daban un valor menor. Tenía una hija que estaba en quinto año y teníamos que pagar a la empresa de turismo nos recibió todo en federales, aunque aumentó el precio, y tuvimos que ir cambiando de a poco para juntar pesos para que usen en Bariloche. Yo gracias a dios no tuve cuentas, pero sí recuero que algunas amigas tuvieron embargos porque les recibían los federales. Fue una época muy triste, muy jodida económicamente para todos”.

“Trabajé en la Tesorería del hospital San Martín y teníamos los libros de bancos que llevábamos en ese momento que eran manuales, teníamos tres tipos: uno en pesos, otro en federales y otros en Lecop, porque teníamos proveedores de Buenos Aires, así que personalmente yo llevaba los libros de bancos, era un despiole tener que aceptar cada cosa y llevar los saldos de cada venta. Y también mis compañeras que tenían que hacer rendición de cuentas tenían que hacer tres rendiciones, así que a la administración pública se le armó un lio bastante considerable”, contó a UNO.

Mónica era empleada municipal, lo cual era casi un lujo en esos días de miseria: “En la Municipalidad estaba de intendente Sergio Varisco, y nosotros teníamos que presentar todos los meses una nota agregando todos los servicios, por ejemplo yo tenía un crédito del Banco Hipotecario, y esa suma de todas la cosas que hacía alrededor de la mitad de mi sueldo me lo pagaban en pesos para que pudiera pagar, y la otra mitad en Lecop”. Pero tampoco era tan fácil: “Ese año de los federales fue el cumpleaños de 15 de mi única hija y nosotros habíamos reservado un año antes salón y todo para la fiesta, nos habíamos endeudado y después no teníamos pesos para pagar. Así que cambiábamos los federales que cobraba mi marido por pesos con los arbolitos, perdíamos una parte para pagar el salón y no perder lo que habíamos contratado”.

En aquellos años, Federico era policía y si tuviera que explicarle a su nieta qué eran los federales le diría: “Una de las mayores plagas de la historia”. El hombre tiene una anécdota particular, que demuestra que no hubo solo perdedores en esta historia: “En mi la actividad privada trabajé con personas de distintas áreas, una de ellas vinculada a los amigos del poder, y él me contaba que su patrón lo mandaba con bolsas de plastillera llena de bonos a cambiarlas por pesos 1 a 1, en el subsuelo de Casa de Gobierno donde funcionó en una época la sastrería y estaba uno de los que manejaba los ATN. En ese gobierno también había mucha corrupción”, dijo, y agregó: “Mientras, lo que recibíamos era una lacra, una ofensa. Querías pagar las cuotas en el banco y no lo aceptaban, tenías que hacer depósitos judiciales, con el teléfono también, y solamente era válido si hacías el depósito judicial, si no te comía la morosidad”.

El arbolito

Mario tenía poco más de 20 años cuando, en plena crisis, pudo comprar un auto, una moto y andar bien vestido. Entró en el rubro del momento: el cambio de monedas y cuasimonedas. Pero no era un gran especulador, sino que entró a ese circuito como arbolito. Esos personajes que convirtieron el centro de Paraná más bien en un bosque.

“Entré por un novio que mi hermana tenía en ese tiempo, el patrón suyo necesitaba gente para armar un grupo y poner uno en cada punta y la gente iba a cambiar, era impresionante, iban con federales, les sacábamos un porcentaje. Si ibas con 20 federales te daban 15 pesos, eso fue cambiando con el tiempo, era una transacción nomás, al final cambiababan de todo, dolares, Lecop, Patacones, Federes”, recuerda Mario en diálogo con UNO.

La logística del trabajo no tenía demasiadas complicaciones: “Era en horario de comercio, abría el centro y estábamos ahí, cerraba y me iba a mi casa. La plata se la dabas a tu patrón, que era el arbolito principal. Te daba un cierto cambio y después te pagaba el día, no me acuerdo bien cuánto pero era buena plata, y por abajo vos podías hacer tu cambio. Una vez el jefe se dio cuenta y me dijo ‘vos estás cambiando por tu lado’, así fue que me hice yo solo. Después tenía otro más que trabajaba para mí y aplicó lo mismo que hice yo, juntó para él y hacía su plata”.

Mario conocía al reclutador, encargado o gerente de la empresa, y se decía que el dueño del negocio ilegal era un dirigente de un conocido club de Paraná, de aquella época, un tal Manco.

Acerca de la seguridad para evitar robos u otros conflictos en la calle, el exarbolito contó que “los jefes estaban todos re enfierrados”. Pero “algunos arbolitos pichones como nosotros que picaban con la palta”. Los lugares para ofrecer “abarcaban casi todo el centro, en un momento llevaron unos locos de Anacleto y se quisieron hacer dueños, querían un porcentaje y nos tuvimos que desplazar para el Mc Donald’s. Yo estuve esquina de la peatonal hasta 25 de junio. Pasaban autos, les hacía seña de cambio con los dedos, como cuando se pide un cambio en el fútbol”, describe Mario.

Un mundo feliz

En la propaganda del gobierno de Sergio Montiel tras la emisión del bono Federal se anunció un mundo feliz: “El Federal es un nuevo instrumento de pago, creado a partir de la Ley 9.359, que podrá utilizarse como medio de cancelación de deudas (impuestos, servicios, bienes, etc.) o como medio de ahorro, ya que en fechas predeterminadas podrá ser canjeado por dinero en efectivo, percibiendo el tenedor un interés adicional”.

“Durante este período, el funcionamiento económico de la provincia se concretará utilizando tanto la moneda corriente como el nuevo instrumento de pago”, festejaba la publicidad.

“¿Qué garantías respaldan al Federal?”, preguntaba y respondía con seguridad: “Se crea la Caja de Conversión de la Provincia, que constituirá un fondo de reserva, avalando su solvencia y resguardando su paridad”, y “estrictas medidas de instrumentación y control garantizarán su valor uno a uno con el peso”.

Lo más sorprendente e irreal del aviso oficial era que anunciaba “Beneficios”: “Entre Ríos ya no pagará intereses enormes por financiamiento externo. La provincia podrá percibir intereses por sus fondos de reserva. Sin necesidad de buscar préstamos, se ganará en independencia. El funcionamiento garantizado del sistema permite el desenvolvimiento del Mercado y alienta el consumo interno”.

Tardó muy poco tiempo en demostrar su falsedad.

Aprobación y protestas

El 3 de julio de 2001, Montiel advertía en una de sus frecuentes conferencias de prensa: “Estamos resolviendo el problema de un Estado deficitario. Si en breve no lo corregimos, estará en una situación grave y delicada”, concretamente para pagarles el sueldo a “55.000 los asalariados públicos, 17.000 los jubilados, unos 10.000 pensionados por la Ley 4.035 y casi 17.000 pensiones de amas de casa”. Planteaba como inconvenientes: “La Nación nos debe mucha plata” y “los contribuyentes entrerrianos adeudan 220 millones de pesos”. No obstante, su sustento político se disgregaba: el llamado Polo Opositor del radicalismo denunciaba la discriminación del gobernador tanto en las políticas implementadas como en el armado de listas para las siguientes elecciones legislativas nacionales. Lucio Godoy, Humberto Varisco, Fabián Rogel, Adolfo Lafourcade, entre otros señalaban que había “un gobierno conducido por un sector y un reducido grupo de amigos”.

En esos días se hablaba, como siempre, de reducción de déficit y un proyecto proponía reducir 10.000 agentes y ahorrar 26 millones de dólares anuales. Pero los bonos para pagos de sueldos ya estaban en la agenda. El 25 de julio Montiel envió el proyecto de bonos al Denado porque tenía más votos que en Diputados, aunque estaba al borde porque un senador de su espacio estaba en Buenos Aires y otro de vacaciones en Miami.

El entonces ministro de Hacienda, Osvaldo Cepeda, dijo: “Creo que aceptar emitir bonos o tomar un crédito es parte de la razonabilidad, la otra alternativa es cortar el gasto y no pagar a nadie”. Así nomás. Marcelo Casaretto era jefe bloque justicialistas del Senado y le respondió: “Se va a generar una fenomenal especulación financiera de intermediación por parte de aquellos que los puedan comprar”.

Comenzaba otra edición de la clásica batalla entre los que denuncian el ajuste y los que culpan la pesada herencia.

Con los piquetes ganando las calles y rutas argentinas, para el 31 de julio se convocó a una jornada de protesta con cortes de rutas durante 24 horas en más de 50 puntos del país. Entre Ríos no iba a ser la excepción y el ministro de Gobierno y Justicia Enrique Carbó ya se preparaba para “garantizar el orden”. También en la previa a los piquetes, el entonces fiscal de Estado Sergio Avero envió dos notas advirtió al juez federal Anibal Ríos y a la presidenta del Superior Tribunal de Justicia, Marta Brodsky de Petric que iba a pedir la aplicación del artículo 194 del Código Penal que sanciona el entorpecimiento del “normal funcionamiento del transporte”, entre otras cosas.

El senador Hugo Lesca por la Alianza de Gualeguay, como otros, se iba atajando de lo que venía, al opinar que “el destino de los bonos depende del paquete de medidas que debe enviar el ejecutivo” y para variar se hablaba de ajustar en el sistema jubilatorio: “Se analizan correcciones en los años de servicio y de antigüedad para jubilarse”, se anunciaba junto a una “propuesta de jubilación anticipada”.

En una sesión algo circense de la Cámara de Diputados, los los representantes radicales se ausentaron y el Partido Justicialista le aprobó a Montiel dos de las leyes de reducción del déficit (en la Escribanía Mayor y en la Tesorería General). Unos días después, el gobernador de Entre Ríos junto a otros mandatarios provinciales se reunieron con el presidente Fernando De la Rúa y se comprometieron a apoyar la gestión nacional y a alcanzar el déficit cero para las cuentas del estado. Otro clásico. Al mismo tiempo, el ex y próximo gobernador, Jorge Busti, denunciaba “ajuste”. Luego Montiel asistió a un Congreso de Trabajadores Radicales donde entonó un discurso casi de barricada: “Estamos sometidos a la fuerte presión internacional y particularmente de los integrantes del Fondo Monetario Internacional. En el norte definen qué país quieren que tengamos, y no al revés” y de paso denunciaba la herencia por la privatización del Banco de Entre Ríos de la gestión anterior.

A mediados de agosto los Federales todavía no llegaban y había un atraso del pago de salarios de más de un mes, que paralizaba la actividad económica. El gobierno declaró la ilegalidad de las medidas de protesta y disponía un férreo control de la Policía que iba a las escuelas a recabar la lista de los docentes que adhieren a las marchas. Además del déficit de 200 millones de pesos-dólares, en 2001 había que pagar 320 millones de pesos en amortización de capital e intereses por la deuda contraída por los gobiernos anteriores, una suma que equivalí a los sueldos del Estado de todo el año. En medio de los análisis de ajustes se proponía reducir el gasto político, y el entonces diputado provincial Julio Rodríguez Signes decía que no era justo que paguen el costo los contratados radicales que ganaron la elección cuando parte de la deuda era de la gestión justicialista. Mientras, los jubilados cobraban en cuotas de 5, 10 o 15 pesos.

El 25 de septiembre, la Multisectorial repudiaba el ajuste y el proyecto de emitir bonos. En un acto en la Casa de Gobierno el secretario general de ATE, Edgardo Massarotti, llamaba a “combatir al enemigo común” y proponía la instrumentación de una ley de emergencia impositiva para gravar de manera especial a las grandes empresas y a los grandes propietarios e instaba al escrache a diputados que aprobaran la Ley de bonos.

Al día siguiente se trató el proyecto en diputados y se aprobó con varios cambios, en una sesión sin permiso para el ingreso del público y con muchas chicanas entre peronistas y radicales. La votación fue nominal: 15 a 13: los legisladores de la Alianza e y de intransigencia para el Cambio a favor, los del PJ en contra. Fue una jornada que los entrerrianos siguieron en vivo a través de las transmisiones en vivo televisivas y radiales y culminó con incidentes y represión a la protesta de la Multisectorial.

Dos días después el hambre y la tensión social se trasladó a la puerta de varios supermercados de Paraná, con cortes de calles. Vecinos de los barrios Consejo y 1° de julio iban a Los Hermanitos; los de Pirola, Giachino y Libertad al Coto; los de Belgrano y La Delfina al Abud de la cadena Norte. El gobierno anunciaba que iba a repartir 25.000 bolsones, aunque Montiel decía que las manifestaciones “fueron incitaciones pagas para que los tomaran los medios nacionales”.

El 29 de septiembre el Poder Ejecutivo promulgó la Ley para emitir el Federal. Los sueldos mayores a 350 pesos iban a cobrar ese piso en pesos y el resto en bonos hasta llegar a los haberes de 700 pesos. Se allí en adelante, cobrarían mitad y mitad.

El 14 de octubre se hicieron las elecciones legislativas con el triunfo formal del peronismo, pero real del “voto bronca”. Dos meses después, el sistema voló por los aires: hambre, saqueos, corralito, represión, tres asesinatos en Paraná y la caída de De la Rúa.

Entender e informar

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De crisis en crisis: a 20 años del Federal, la gran estafa

De crisis en crisis: a 20 años del Federal, la gran estafa

El periodista especializado en economía, Gustavo Sánchez Romero, recordó cómo fue trabajar en aquellos meses convulsionados: “Estaba en El Diario, hacía un suplemento de economía que se llamaba Homo Faber. Como periodista fue una sorpresa, tenía 30 años, nunca lo habíamos visto, pasó algo muy raro en la ciudad que aquellos que podían dar cuenta del proceso se borraron, nadie quería opinar, los profesionales de ciencias económicas, muchos hicieron negocios con el Federal. Aparece un fenómeno de este tipo, para mucha gente era una sorpresa, no había nadie que diera cuenta real de lo que estaba pasando en la provincia. Es decir que dejaron en manos mías porque era el único periodista económico, entonces desde El Diario, el medio más importante que había, tenía que dar cuenta y no estaba preparado. Me requería un gran esfuerzo, primero tratar de entender el concepto de qué es una cuasimoneda y tratar de contarle a la gente de qué se trataba, cuál era el escenario. Después me volví un especialista pero en ese momento no sabía nada. Fue un tema que me gustó mucho, después hice cursos, fue un desafío muy grande como periodsita porque no tenía de dónde sostenerme”.

“La cuasimoneda es un fenómeno que se genera básicamente por la crisis externa del país, la salida de la convertibilidad, no se podía emitir dinero que no estuviera respaldado por dólares. Argentina tenía un problema muy serio de dólares. Durante todo el período de la convertibilidad lo había equilibrado con la venta de activos públicos, vendió 170 mil millones de dólares y eso le permitió conseguir los dólares necesarios al gobierno para suplir el estrangulamiento externo que tenía, y ante este escenario no podía emitir pesos porque la Ley se lo prohibía. Y la solución que se encontró fue la emisión de cuasimonedas en 15 provincias”, rememoró el periodista.

“Como periodista yo tuve un acierto muy grande -recordó-, logramos sacarlo a Domingo Cavallo en la tapa del suplemento, donde explicaba claramente que la culpa era de Montiel y no del gobierno nacional, que la crisis de Entre Ríos era una crisis especial, de hecho Entre Ríos sí tenía serios problemas fiscales, y la provincia terminó emitiendo un bono que además le puso un nombre horrible por en su acrónimo que la gente inmediatamente lo denominó Bofe”.

“En Entre Ríos la falta de respaldo, la crisis fiscal y la gran emisión para pagar los sueldos, tuvo la particularidad de que el Federal se convirtió en la cuasimoneda más devaluada de todas. Llegó a costar 27 centavos, se devaluó un 70%. Se emitieron 358 millones de pesos en ese momento de federales, que para aquel momento era muchísimo. Entonces fue muy fuerte el impacto porque automáticamente la gente”, señaló.

Lo que ocurrió, asegura Sánchez Romero, fue “una rápida devaluación, primero porque cada vez menos gente la quería aceptar, había mucho más en circulación que la capacidad de cambio permitía. Se llegó a situaciones increíbles donde la gente con el Federal hacía lo que podía. Incluso apareció el sistema de trueques con bonos, y algunos valían más que los federales en algún momento. El nivel de depreciación fue tal que si cobrabas 100 pesos, llegabas a la esquina y tenías 30”.

También recordó los días finales del bono: “Estaba como coordinador del El Diario, y me llama Busti y el correntino Prigioni que venían en un auto de Buenos Aires, saliendo de una reunión con Kirchner, ya estaba cerrado El Diario, para contarme que acordaron levantar los federales, que Entre Ríos se sumaba al programa de reordenamiento fiscal del gobierno nacional, y que a partir de ahora iban a cambiar los federales por pesos. Tuve que levantar la edición porque era una bomba”.

Entre los ganadores, Sánchez Romero señala: “Los arbolitos ganaron mucho, había por todos lados, pero eran parte de una gran red de mayoristas. Los que realmente ganaron fueron los especuladores grandes que proveían la guita par esos cambios, algunos contadores que entendieron cómo venía la mano, manejaban mucho plata por afuera de las empresas. Después algunas empresas ganaron mucho con la Caja de Conversión, eso fue realmente muy discrecional, porque no te cambiaban, vos tenías que llamar, si tenias un contacto en el Gobierno era más fácil que te cambien, si estabas con el gobierno te cambiaban seguro, y al que no, fuiste”.

Las causas y las deudas

El economista y profesor de las universidades nacionales de Entre Ríos y del Litoral, redactó un trabajo en el año 2004 en el cual analizó las causas, el origen y el desarrollo del desfinanciamiento del sector público de Entre Ríos, que se puede buscar y descargar de internet (http://www.porunanuevaeconomia.com.ar/articulos/articulo14.pdf).

En diálogo con UNO, dijo: “Las causas que tenían que ver con cuatro o cinco elementos que fueron generando las condiciones para que la provincia no tuvieran recursos. Uno de ellos, tal vez el más importante de todos, fue cómo la Nación se fue apropiando de recursos que le correspondían legítimamente a la provincia. Según la propia Ley de Coparticipación Federal del año 1988, que todavía está vigente, le daba a las provincias el 57% y a la Nación el 43%, de los fondos coparticipables. Y la Nación, durante década del ‘90, fue modificando eso, les fue sacando a las provincias esos recursos y las fue llevando a tener el 30% de los recursos coparticipables para repartirse entre todas”.

“Por otro lado -agregó Lafferriere- les fue transfiriendo algunos servicios sin el correspondiente financiamiento. Eso afectó muchísimo, significaban cifras fabulosas. Lo que perdió Entre Ríos en la década del 90 fueron 1.000 millones, era una locura, habrían nadado en plata y no hubieran tenido que emitir bonos”.

A su vez, el profesor señala que ese es un problema estructural que se ha mantenido: “Ese fue unos de los factores más importantes que todavía, a pesar de que hubo algunos cambios, a lo largo del siglo XXI se mantuvo. La Nación sigue quedándose con recursos cuando las provincias tienen que prestar todos los servicios y la Nación se queda con la mayor parte de los recursos”.

A su vez, el economista destacó: “La deuda que dejó el gobierno de Busti fue muy fuerte, para pagar en los años del gobierno siguiente. Era deuda de la provincia con garantía del fondo de coparticipación, si no pagaba lo retenía la Nación”.

“A su vez -agregó- estaba lo que la Nación le debía a la provincia y no le pagaba. Después estaba la deuda por impuestos, alrededor de 400 millones, que era más de lo que se emitió en bonos. Pero había una crisis tan fuerte que la gente estaba atrasada con los impuestos. Pero no era un elemento causado por la provincia, sino por el contexto nacional. Otro elemento que jugó en contra es que la provincia históricamente cuando ha tenido que esperar para cobrar impuestos, el Banco de Entre Ríos, que era de la provincia, prestaba recursos y con eso pagaba. Pero el banco fue privatizado durante el gobierno anterior, entonces eso no podía hacerlo”.

El conflicto entre Montiel y De la Rúa también incidió, según señala Lafferriere: “Estaba Cavallo que pedía cargos de personas de su partido en Entre Ríos y no le aceptaron, entonces el gobierno nacional no aceptaba el bono Federal, por ejemplo, para pagar impuestos nacionales. Algo que sí aceptaron con el bono de la provincia de Buenos Aires. Más allá de que yo tengo muchas críticas a ese gobierno de la provincia, esto es objetivo”.

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