Juan Manuel Kunzi / De la Redacción de UNO
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El hombre de radio, porteña
La primera vez que encendí una radio para escuchar lo que yo tenía ganas fue a principios de 1990. Radio Mitre y Héctor Caldiero me hacían sentir más cerca de La Bombonera. Después llegó Alejandro Fantino y las sensaciones fueron más lindas todavía porque su timbre de voz era más joven. Además cambió el “Tu Boca, mi Boca, tu boquita” del antiguo relator a frases épicas de historias antiguas. Fantino hace rato que relata fútbol, por si alguien lo conoció recién ahora. Su carrera comenzó narrando goles y tratando de encontrar una frase que pasara a la historia. Después se fue de Mitre y llegó Rodolfo De Paoli, que ganó un casting y me fui para Continental. Así siguió la radio prendida hasta que a fines de la década del 90 empezó a escucharse, en algún lugar del dial paranaense, una nueva FM porteña: Fernando Peña y todas sus criaturas estaban bien temprano y después aparecía Matías Martin con Juan Pablo Varsky. La Metro.
Por esos años también llegaba La Red Deportiva, en donde todo el día se hablaba de deportes. Marcelo Araujo, Niembro, Macaya, Mariano Closs, Gonzalo Bonadeo. Todos los de la tele me hacían pasar tardes enteras frente a un equipo de música negro, mediano y distinguido.
Siempre había que poner algo más que la antena porque muchas veces la estática rompía “la magia”. Durante varios años de la década del 2000 el que intentó hacer radio fui yo. Al principio me trababa porque (me decían) que iba muy rápido. Después aceleré más todavía. Siempre me pagaron por hacer radio (desde dádivas en federales hasta una platita que sumaba para algunos gustitos).
Esto hasta que llegó la conexión de Internet rápida y volví a escuchar las radios de Buenos Aires. Tanto que hace unos cinco años tenía la tarde resuelta con Basta de Todo, el programa de Matías Martin, Cabito, antes Gabriel Schultz y ahora Diego Ripoll.
Hacen la “transición” con sus amigos de Perros de la Calle a las 14. Hablan un rato, algunas veces me aturden, y cerca de la 14.15 ponen la canción de apertura. La última se las grabó Vicentico. Algunas veces, en mi casa con mi compañera, nos emocionamos porque nos acordamos de los años anteriores. Cuando nos esperamos para comer con la radio prendida, cuando sabemos que el otro llega justo para escuchar el Sin Auriculares. Cuando pensamos en lo mucho que le gustaría al otro la entrevista que están realizando.
Si el día tiene poco para dar, a las 18 llegan los de Metro y Medio. Sebastián Wainraich y Julieta Pink. Hacen un pase más lindo con los Basta pero cuando empiezan su programa algo que aburren.
Ese es el momento del cambio. Empiezan las tiras deportivas. Hoy la puja personal está entre Mariano Closs y Un Buen Momento en radio La Red.
Los programas siguen hasta las 21 y, para cocinar, no hay nada más lindo que tener la radio como compañía. Después de Gustavo López y equipo viene Cayetano con El Magazine. La participación de Miguel D’Alascio es clave y ahora Peyi Zambrano también le da un toque muy especial.
Lo bueno es que a las 23 llega La Hora de Bilardo, que durante una hora habla de fútbol y todos los temas “satélites” que rodean al deporte.
Después del Himno Nacional de las 24 aparece La Venganza Será Terrible con Alejandro Dolina, Jorge Dorio y Patricio Barton. Algunos días también colabora con ellos Gillespi. Acá se puede escuchar en el 98.3 de FM. Si pinta para seguir escuchando sobre fútbol, está la chance de Mitre con Gabriel Anello. Si empiezo temprano elijo a Reynaldo Sietecase, que lo encuentro en FM. Después a las 9 ya es hora de prender la compu para mirar y escuchar a Mario Pergolini en Vorterix.
Cuando pienso porqué escucho tanta radio siempre me acuerdo de mi adolescencia y el fanatismo que tenía Zona de nadie, el programa de Ramiro Relañes.
Quizás ahí prendió para siempre la pasión por escuchar radio. Como siempre estoy cerca de un parlante me doy cuenta de que los programas de Buenos Aires, cuando agradecen a los productores, nombran a una lista de más de tres personas, seguro.
Los conductores y sus compañeros viajan por el mundo para transmitir lo que está pasando. Es evidente que hay una fuerte inversión de dinero y que por eso el resultado se escucha. Suenan bien porque ganan bien, los protagonistas y sus colaboradores.