El perfil de Romina Burone indica que nació en General Galarza (Departamento Gualeguay) el 29 de marzo de 1977 y desde los dos años de edad vive en la ciudad de Paraná. Egresó de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la ciudad de Santa Fe en 2002 y sus incursiones en la pintura, el dibujo y la cerámica fueron una constante mientras estudiaba dicha profesión. La enseñanza del dibujo, especialmente la figura humana fueron de la mano de Claudio Osán, como las de la acuarela de Elsa Bosco y la cerámica con Alejandra Terencio. En diálogo con Revista Tuya de UNO destacó su pasión por las acuarelas, los conocimientos que le gusta transmitir en sus talleres y la magia que se aprecia en la sutileza de los colores y sus pinceladas.
Romina Burone: Pinceladas con identidad
Por Dina Puntín
—¿Cuando descubrió que quería ser arquitecta?
— Desde chica siempre me gustó lo relacionado con las artes, pintura y dibujo. También el diseño y la decoración. Vengo de una familia de profesionales y estudiar era una consigna a cumplir. Entonces un día me dijo mi papá “¿porque no estudiás arquitectura?”.
—¿Qué oportunidades le abrió la carrera?
—¡Muchísimas! Sobre todo a nivel intelectual. Es una carrera hermosa, completa, interesante y llena de arte y creatividad. De hecho hay una frase que lo dice todo: “La arquitectura es la suma de todas las artes”. A nivel laboral realicé mis primeras experiencias en Estudios de Arquitectura muy destacados de la ciudad que me brindaron la base del oficio, que es fundamental para desempeñarse correctamente. Creo que me faltaría algo si no hubiese estudiado arquitectura.
—¿Cuándo se encontró con su vocación por la pintura? ¿Por las acuarelas, específicamente?
—Desde el comienzo de la carrera, mi madre siempre me traía elementos de librería y artística y un día me trajo de regalo una cajita de acuarelas y empecé a pintar y ¡no paré! Siempre sobre mi tablero a un costado de los libros y maquetas estaban las acuarelas, mis pausas eran pintando. Luego tomé unas clases con la reconocida acuarelista Elsa Bosco , donde además de aprender la técnica sentía que compartimos ese amor por la acuarela que es tan especia. Y después continué sola.
—¿Complementó ambas actividades o desandó una particularmente?
—Creo que hay tiempos para todo. En un momento llevé las dos cosas a la vez, la práctica profesional y mi taller de arte. Luego, al formar mi familia, tuve que elegir y por cuestiones de dinámica cotidiana, me quedé con el taller.
—¿Dónde prefiere plasmar sus trabajos, en cerámicas, telas? ¿Qué particularidades o dificultad tiene cada superficie?
—La acuarela es mi pasión, no hay técnica más hermosa y mágica para mí, se trabaja sobre papeles especiales, que están fabricados con mucho porcentaje de algodón y alto gramaje. Ya hace 20 años que me dedico a esta técnica y siempre descubro algo nuevo, es sorprendente.
—¿Todos podemos pintar? ¿Cómo contagiar las bondades de las acuarelas?
—¡Sí! ¡Claro! ¡Todos podemos pintar! La acuarela tiene muchas cualidades: la sugerencia, lo delicado, lo que trasciende de un paisaje, una figura, una callecita, una flor, las otras técnicas son más definidas y con más texturas y densidades. La acuarela es muy espontánea,tiene una magia especial. Acá al trabajar con agua vamos jugando, tenemos que estar dispuestos a soltar. Creo que no hay edad para pintar, tengo alumnas en el taller de 20 a 80 años y lo importante es la actitud frente a la pintura.
—¿Este año de pandemia afectó de alguna forma su trabajo? ¿Le permitió crear? ¿La inspiró de una manera diferente?
—¡Fue increíble! De mucho crecimiento, lo que más me preocupaba era no perder el vínculo con mis alumnos y ellos con la pintura. Era fundamental que todos sigamos pintando, al principio fue difícil acostumbrarnos a la virtualidad. Pero nos ayudamos entre todos. Y hoy, las clases son por zoom, donde ya es una cita nuestra clase, para aprender, disfrutar y compartir. De hecho se formaron grupos nuevos, de distintas edades y de diferentes lados de del país. Además, en esta pandemia tuve la oportunidad de experimentar pintar sobre porcelana y estoy en eso. Lleva tiempo encontrar esa pincelada justa y lograr la terminación más linda que el material te pueda brindar. Con el plus, que todo tiene que transformarse en una acuarela para mí, donde esté plasmada mi identidad.
—¿Tiene una temática preferida o va cambiando?
—Voy cambiando las temáticas, pero las ventanas, puertas y balcones son mi debilidad.
—Un trabajo que le haya dado satisfacción y por qué?
—Todos los trabajos me dan satisfacción. Porque cada uno tiene su particularidad. Pero si tengo que elegir uno, es cuando me pidieron pintar el “Puente de la mujer” para un Congreso que se llevó a cabo en Buenos Aires y fue a nivel internacional. Muchísima folletería con la imagen de mi acuarela y en diferentes idiomas, para mi un orgullo. Me di cuenta de la magnitud de mi trabajo cuando vi la transmisión de la apertura en el Teatro Colón con autoridades máximas. Y no puedo dejar de mencionar la primera vez cuando pinté en vivo en el Hotel Mayorazgo, ¡fue increíble! La propuesta era una tarde de té y yo realizaba acuarelas. ¡Inolvidable!
Romina x Romina
La arquitecta Romina Burone tiene 43 años y define a su familia como a un equipo de 4. “Mi marido, mis dos soles Lautaro y Vicente y yo”.
—¿Cómo es un día suyo?
—Trabajo, llevo a las actividades a mis hijos, y trato de encontrar un momento para pintar o conectarme con mis trabajos. Los días que doy clase, son muy especiales, están llenos de magia.
—¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?
—Me gusta caminar, andar en bici, necesito conectarme con la naturaleza, contemplar nuestro hermoso río, para mi son formas de meditar. “Vive simple”, ésa es la consigna.
—¿Un sueño?
—¡Qué difícil! ¡Tengo muchos! Pero con esta frase te puedo resumir el más importante: “Solo al compartir nos volvemos infinitos”. Compartir el amor y la pasión por lo que hago es lo más lindo que me puede pasar.