La colombofilia es un deporte, una pasión y también un arte. De mayo a noviembre los colombófilos pasan buena parte del sábado o domingo mirando el cielo, aguardando la llegada de sus palomas mensajeras. Para la mayoría de la gente, esto pasa inadvertido porque es un momento muy personal, pero es de una gran emoción para estos fanáticos. Son unos segundos los que transcurren desde que aparece la voladora en el cielo hasta que finalmente entra en el palomar para efectuar la marcada. Son apenas segundos que se viven a pleno y para lo cual el colombófilo viene trabajando desde el nacimiento mismo del pichón. En Paraná hay 20 colombófilos, en Entre Ríos son 100 distribuidos en las localidades de Crespo, Villa del Rosario, Chajarí, Nogoyá, Crespo y Concepción del Uruguay.
Palomas mensajeras, las atletas del cielo
Por Valeria Girard
Daniel Olivo contó que heredó la pasión por las palomas mensajeras de su papá
Palomas mensajeras, las atletas del cielo
Palomas mensajeras, las atletas del cielo
“Es apasionante”, aseguró Daniel Olivo. Junto a su compañera de vida disfrutan de este hobby
“Es apasionante”, aseguró Daniel Olivo. En diálogo con UNO, el paranaense contó que heredó la pasión de su papá, Antonio Olivo, quien era colombófilo en su juventud. “Cuando yo tenía 18 años mi padre retomó la actividad y empezamos a cuidar juntos a las palomas”, relató.
Daniel tiene su palomar en calle Lebenshon al final, en el predio de su casa. Tiene 40 pichones para competencia, 20 machos y 20 hembras adultas y para criar 12 casales de reproductoras.
Así regresan al palomar en calle Lebenshon después de su entrenamiento diario
“El año pasado se sumaron cuatro paranaenses a la cría de palomas mensajeras y para nosotros eso muy importante. Tratamos de ayudarlos para que no desistan. La paloma no es tan fácil de criar y un mal manejo por parte de un colombófilo puede llevarlo a perder las palomas. Ellas tienen que tener buena sanidad, un buen estado físico, entrenamiento y alimentación adecuada”, explicó.
También detalló que las mensajeras tienen diferente genética que las que podemos ver en las plazas y campos. “A esas palomas si las largas, por ejemplo, en Diamante no pueden volver. La diferencia está en la genética. Las mensajeras son una conjunción de tres razas que había en Bélgica: una era liviana, la otra aportó la fortaleza, otra que regresaba de lejos y se logró el mayor rendimiento concentrado en una sola ave”, dijo.
Internet de otra época
La colombofilia no es un deporte olímpico, aunque los griegos utilizaban palomas mensajeras para comunicar a otras ciudades los nombres de los ganadores de los Juegos Olímpicos que se celebraban en la antigua Olimpia. Fueron lo que vendría a ser Internet de la época, mucho antes de que existiera la telegrafía sin hilos o el teléfono, cuando nadie podía imaginar que nos comunicaríamos instantáneamente por WhatsApp. La aparición de estas nuevas herramientas terminó con las misiones que tenían encomendadas, algunas de alto riesgo como las acometidas durante los mayores conflictos bélicos que azotaron el planeta. A lo largo de la historia encontramos palomas condecoradas por méritos de guerra. Hay ejércitos que mantienen unidades de palomas mensajeras en activo.
En España, el Ministerio de Defensa licenció a las últimas 300 palomas mensajeras alistadas en el ejército el 2 de marzo de 2010, un siglo y medio después de la creación del primer palomar en Guadalajara. Este animal se distingue por su sentido de la orientación, siempre regresa al palomar donde nació y fue criado.
Cuando está cerca de su hogar se guía por la vista. Pero si lo sueltan a más de 1.000 kilómetros de su casa, donde llegó en jaula cerrada junto a otros miles, entran en juego factores como los campos magnéticos y longitudes de onda que le sitúan en el rumbo de navegación correcto, misterio no revelado.
Las dificultades meteorológicas y la orografía suponen obstáculos que le impiden volar en línea recta y que sortea. Las rapaces y el hombre son sus depredadores en el viaje. Otras características son la rapidez de vuelo y la resistencia a la fatiga que le permite recorrer distancias de 700 a 1.000 kilómetros en un día.
Las personas están familiarizadas con las carreras de caballos y las carreras de galgos, pero muy pocas personas saben de la existencia de las competencias de palomas mensajeras.
Desde Bélgica en barco
Osvaldo Dagnino es presidente de la Federación Colombófila Argentina (FCA) y en diálogo con UNO recordó el nacimiento de la colombofilia como deporte. “Nace en Bélgica y Holanda hace muchísimos años. En Argentina se empieza a practicar este deporte en 1886 con la llegada de dos colombófilos belgas que vienen a radicarse aquí para trabajar en una industria papelera en la ciudad de Zárate (Buenos Aires). Se vinieron en el barco con dos palomas mensajeras en unas canastitas. Una vez instalados criaron esas palomas, difundieron la actividad, se fueron sumando interesados y en 1900 nace en Zárate la Sociedad Colombófila de Competencia.
En 1926 se forma lo que es hoy la Federación Colombófila que yo presido y que actualmente cuenta con 128 clubes vigentes en todo el país”, explicó. Dagnino tiene actualmente 100 reproductoras. Vive en Mercedes y el palomar lo tiene a 26 kilómetros, en el partido de Luján. Empezó a los 13 años. “Mi hermano, que me lleva once años, había instalado un palomar con ayuda de nuestro abuelo, pero cuando puso en marcha su propio comercio se encontró sin tenía tiempo de cuidarlas y entonces me pagaba para que limpie el palomar.
No me gustaban las palomas hasta ese momento, pero me atraparon para siempre”, relató. La gran virtud de la paloma mensajera es volver siempre al lugar en que nacen. “Donde nace y se cría es su hábitat. Uno la lleva en una caja en transporte y la larga a muchísimos kilómetros, ella pega unas vueltas, se orienta y vuelve rápidamente a su lugar de origen. Hay muchas teorías, pero ninguna ciencia cierta, lo cierto es que la paloma pega siete vueltas y si tiene viento a favor te gana al auto”, dijo. Es por eso que surgió el deporte reconocido mundialmente.
“En Argentina dependemos de la Secretaria de Deportes de la Nación. Formamos parte del Comité Olímpico como un deporte reconocido y tenemos la ley Nº 27171 sancionada en 2015 para la protección y la práctica de este deporte tan noble”, explicó el entrevistado. También expresó que las carreras son sencillas. “Las temporadas de carreras se inicia en junio que es cuando la paloma termina de cambiar su manto de pluma, porque como todo plumífero, en los meses de enero, febrero y marzo la paloma muda de plumaje, su cuerpo está afiebrado y no puede competir.
En abril y mayo se empieza con entrenamiento para en junio dar inicio a las carreras”. Calendarios deportivos Las asociaciones tienen calendarios deportivos sociales tanto regionales como nacionales. “Carreras cortas, de 250 kilómetros, las cubren a unos 70 kilómetros por hora. Si el viento es a favor, la paloma te hace un promedio de 120 kilómetros por hora, pero en contra es de 40 kilómetros por hora. Dependemos mucho del viento que tenga en su viaje y por eso la tenés que mandar preparada para el esfuerzo físico. Ellas no paran, no toman agua, están preparadas para volar de 12 a 14 horas sin parar”, detalló Olivo.
La mayor incógnita es la orientación: “Se estima que es por una triangulación de causas: por el sol, la curvatura de la tierra y los campos magnéticos. El sol ayuda mucho, pero en días nublados la paloma llega igual. Es la incógnita mayor, pero la verdad si se resuelve pueden empezar a competir los grandes monopolios y te abarcan todo. Hoy puede ganar una carrera el millonario que tiene 2.000 palomas y o un palomar que tiene cinco palomitas. Esto tan diverso es lo que lo hace tan lindo”, expresó el colombófilo paranaense.
Asociación desde 1943
Olivo señaló que Paraná cuenta con una asociación que nuclea a los amantes de este deporte desde 1943 y está ubicada en calles Coronel Palavecino y Coronel Almada. El club de colombófilos se denomina Alas de Paraná. La página oficial de la Federación es www.fecoar.com.ar.
“Antes los encanastamientos se hacían abiertos al público, pero con la pandemia del coronavirus eso ya no se puede hacer”, dijo. Antes de cada carrera las pre paran físicamente y el viernes trasladan las palomas que van a competir a la asociación, allí un camión especialmente diseñado para ellas, las pasa a buscar. Compiten siempre los fines de semana. Reciben trofeos como premios. “El año pasado ganamos tres premios en la región, una gran satisfacción”, dijo Olivo. Las palomas mensajeras salen de sus jaulas y despegan, realizan un par de círculos espectaculares en el aire para orientarse, y luego se tiran de cabeza en un viaje de más de miles de kilómetros. Todas las palomas salen desde el mismo punto, pero no llegan a la misma meta. Cada una vuelve a su casa.
La tecnología GPS calcula con precisión la distancia entre el punto de partida y cada palomar. El tiempo de aterrizaje se registra en un reloj electrónico que se activa cuando la primera ave del grupo entra en su jaula. “Cuando la paloma regresa al palomar ese chip es leído y queda asentado en la memoria del reloj segundos, minutos y día en que llegó. Entonces ahí vamos al club nuevamente, sólo con el aparato que conectan a una computadora que hace a lectura de cada reloj. Se saca del punto de suelta, la longitud y la latitud de cada paloma y de donde paró el camión, eso traza la cantidad de kilómetros reales que tiene cada palomar desde donde la largaron hasta ese lugar.
Los palomares no están todos al mismo alcance. Se establece el ganador, se hace la tabla de puntaje, se suman los puntos de cada carrera y a lo largo de año se saca campeón de pichones, de categoría adulta, campeón social, y se hacen carreras de largo kilometraje, denominadas de fondo o de gran fondo, entre 700 y 1000 kilómetros, se corren en sociedad o amistad con otros clubes de ciudades vecinas, como por ejemplo el de Paraná corren junto a Alas Crespenses”, especificó Dagnino.
Columba
Se denomina Colombofilia (viene de Columba -del Latín, paloma-) a la cría y adiestramiento de palomas con el fin de convertirlas en mensajeras y capaces de retornar a su palomar de origen desde lugares lejanos. Un deporte a la vista de nadie y en presencia de todos.
Devoción que une a Mike Tyson y la reina británica, Isabel II
Hay una devoción que une a personajes tan disímiles como Mike Tyson y la reina británica, Isabel II. Y también a miles de fanáticos en toda la Argentina, que compiten casi todos los fines de semana en una actividad muy particular, que parece insólita en tiempos de redes sociales y revolución tecnológica. La colombofilia es una auténtica pasión de multitudes desde hace mucho tiempo y congrega a aficionados de todo el país, donde se estipula que hay más de 250.000 ejemplares y casi 3.000 criadores. Pero no se trata de cualquier paloma, sino de la paloma mensajera de carrera, que es una raza especial. Hay comentarios sobre esta paloma en la Biblia, después en la Edad Media y luego ya se conoce más su actividad en conflictos bélicos o con fines simplemente de comunicación. La historia está llena de pa lomas mensajeras célebres. Algunas, incluso, fueron reconocidas por su rol con los años, como la célebre Paddy, el “soldado” alado que regresó al Reino Unido con información clave sobre la evolución de la llegada de las tropas aliadas a las costas francesas en 1944, durante la Segunda Guerra Mundial.
Otras han ayudado en catástrofes o crisis humanitarias y lo siguen haciendo. Las palomas deben ser anilladas a los 7 días de vida, que es cuando ya tienen bien formadas las patas. Ese anillo es una suerte de documento de identidad de cada ejemplar, que sirve luego para participar de las competencias y también para la realización de distintos controles sanitarios. Para mantener este tipo de palomas el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) exige a los criadores una vacunación obligatoria al año más la aplicación de otros productos preventivos.
Entre los colombófilos más conocidos, en la Argentina está el periodista César Mascetti, que tiene un importante palomar en su finca de la localidad bonaerense de San Pedro. Pero la pasión por las palomas mensajeras es mundial: uno de los colombófilos más destacados es el boxeador Mike Tyson, que llegó a mostrar sus ejemplares en un programa de televisión del canal internacional Animal Planet que lo tuvo como protagonista. Allí, el deportista, que en otros momentos se lució aguerrido arriba del ring, mostró una faceta distinta. En algunas tomas se lo pudo observar silencioso, mirando hipnotizado el vuelo de un grupo de palomas o tomando a algún ejemplar entre sus manos. Otra colombófila célebre es la reina británica Isabel II. Amante en general de los animales, tiene un inmenso palomar con más de 200 ejemplares en su residencia de Sandringham, del condado de Norfolk. Además, la monarca es titular de la Asociación Real de Racing Pigeon (carreras de palomas) y en diversas ocasiones sus ejemplares ganaron competencias en su país.
Entrenamiento de los pichones
Las palomas con el entrenamiento adecuado pueden volar hasta 800 kilómetros en un día y en tramos cortos, con viento a favor pueden alcanzar velocidades de hasta 100 kilómetros por hora. Se las considera atletas de alto rendimiento considerando que pesan entre 350 y 500 gramos y su consumo de alimento es entre 25 a 35 gramos por día dependiendo la actividad física. Son aves muy resistentes a la fatiga. Las competencias de palomas se dividen en categorías, dependiendo la distancia de vuelo.
Las características físicas de las palomas son en función de la categoría de vuelo, de este modo la competencia se divide en: a) Velocidad entre 170 y 350 km b) Medio fondo, entre 370 y 500 km c) Fondo, entre 600 a 700 km d) Gran fondo, más de 800 km Entre 28 y 30 días, los pichones completamente emplumados y casi del tamaño de sus padres, son separados y se alojan en una sección común a los pichones de ese año para su posterior “aquerenciamiento” y entrenamiento. Los pichones en “aquerenciamiento” se colocan diariamente en la rampa para que reconozcan el palomar y se les enseña a entrar por la trampa. Este proceso requiere paciencia y disciplina pues las repeticiones son importantes.
Dependiendo de cuantas veces se lleve a cabo este proceso se requieren entre 1 a 2 semanas antes de que los pichones busquen por si mismos la entrada. Como refuerzo de esta entrada, el alimento se proporciona a los pichones una vez que entran, acompañado de un sonido que se relaciona con el alimento. Algunos colombófilos utilizan un silbato, otros golpear el comedero o el sonido del alimento cuando se mueve en un bote de metal. Lo importante es que ese sonido sea previo a la administración del alimento.
Conforme los pichones maduran y aprendieron a entrar se acerca el momento de liberarlos, entonces se abre la puerta y se sacan del palomar, en un principio los pichones buscarán entrar y volaran muy poco alrededor del palomar, por ello es necesario cerrar la trampa.
Cada día los pichones volarán un poco más alto, más lejos y deberán responder al llamado del colombófilo cuando escuchan el sonido del alimento. Cuando las palomas vuelan alrededor del palomar al menos 1 hora al día es el momento de llevarlas lejos del palomar. Se recomienda que los primeros vuelos tengan una distancia entre 2 y 5 kilómetros del palomar en dirección de la línea de vuelos de las competencias. Conforme las palomas mejoran su condición física la distancia se incrementa de manera gradual a 10, 20, 50 y 100 kilómetros. El proceso de entrenamiento dura entre 3 a 4 meses.