En el marco del ciclo Entrevista UNO a UNO, Silvia D’Agostino repasó su recorrido profesional y personal, marcado por la constancia, el compromiso y el liderazgo. Economista, empresaria y actual presidenta de la Asociación de Clínicas y Sanatorios de Entre Ríos (Acler), D’Agostino fue también la primera mujer en presidir el Consejo Empresario de Entre Ríos (CEER) entre 1998 y 2008, además de dirigir el Sanatorio La Entrerriana.
Silvia D'Agostino, una pionera en el liderazgo empresarial y sanitario de Entre Ríos
Silvia D'Agostino, presidenta de la Asociación de Clínicas y Sanatorios de Entre Ríos pasó por radio La Red Paraná y contó cómo llegó al liderazgo
ALDANA MARTÍNEZ / UNO
Silvia D'Agostino en la redacción de UNO
ALDANA MARTÍNEZ / UNO
Silvia D'Agostino en radio La Red Paraná
El recorrido de Silvia D'Agostino
Durante su paso por radio La Red Paraná, recordó los comienzos de su carrera y los desafíos que enfrentó cuando decidió estudiar Economía, en una época en la que esa disciplina estaba prácticamente reservada a los varones. “El haber ejercido cargos y estar a cargo de una asociación y de un sanatorio no me hace una personalidad; simplemente soy una persona que trabaja y se preocupa por la responsabilidad que tiene”, señaló con humildad.
Líder nata
Silvia se define como una mujer común, que reparte su tiempo entre sus múltiples responsabilidades y su vida familiar. “Tengo un hijo, una nuera y dos nietos hermosos, una hermana, sobrinos y sobrinos nietos. Me encanta compartir con ellos todo: desde que eran bebés me gustaba que se quedaran a dormir, y cuando hoy me dicen ‘abu, voy a comer a tu casa’, para mí es una fiesta”, contó.
Nacida y criada en Paraná, cursó jardín, primaria y secundaria en la Escuela Normal, y luego se trasladó a Buenos Aires, donde se recibió de Licenciada en Economía. Trabajó varios años allí, hasta que en 1981 el fallecimiento de su padre la llevó de regreso a su ciudad natal. “Me hice cargo del Sanatorio La Entrerriana, que era una sociedad anónima. Algunos médicos no estaban de acuerdo, les parecía extraño que una economista asumiera esa responsabilidad, pero yo me encargué de la administración, no de la parte médica”, recordó.
Desde entonces, D’Agostino gestiona una institución compleja, que funciona las 24 horas y depende de la articulación entre distintos equipos y actores del sistema sanitario. “Nosotros trabajamos con médicos, técnicos, enfermeros y administrativos en relación de dependencia. Hay que asegurar que todo funcione sin interrupciones. Durante la pandemia aprendimos a trabajar junto al Hospital San Martín y con salud pública, sin firmar ningún papel. Se demostró que lo público y lo privado pueden colaborar y complementarse”, remarcó.
La empresaria destacó que en el sector de la salud hay una red de cooperación silenciosa entre instituciones, tanto privadas como públicas. “Si a un sanatorio se le rompe un equipo o necesita un medicamento urgente, los otros colaboran. Hay mucha solidaridad en ese sentido”, aseguró.
Con más de cuatro décadas de trayectoria, Silvia sigue al frente de la gestión diaria del sanatorio y de las negociaciones en defensa del sector privado de salud. “Hay que trabajar para mantener los establecimientos, sobre todo en un contexto tan difícil. La crisis más dura fue la de 2001 y 2002, cuando los sanatorios se vaciaron y no había pacientes. Decidimos que nadie perdiera su trabajo: todos redujimos horas, pero mantuvimos los puestos. Fue durísimo”, recordó.
Esa experiencia, marcada por la empatía y la responsabilidad social, todavía la guía. “Desde 2002, seguimos bajo la emergencia sanitaria, sin un plan concreto para sacar al sector de la crisis. No hay diálogo con las autoridades nacionales. Muchos sanatorios están endeudados, sobre todo con cargas sociales muy altas, y eso amenaza su continuidad”, explicó.
Proyectos a futuro
A pesar de las dificultades, D’Agostino mantiene la energía y la visión hacia el futuro. “Me gustaría ver crecer al sanatorio. Tenemos limitaciones de espacio y de recursos, pero proyectos hay muchos. Lo que más deseo es poder verlos concretados”, expresó con esperanza.
Además de su labor institucional, Silvia representa una forma de liderazgo que se sostiene en el trabajo en equipo y la empatía. Su capacidad para escuchar, dialogar y encontrar consensos le permitió construir puentes entre sectores, incluso en los momentos más críticos del sistema sanitario. “Aprendimos que el trabajo conjunto es la clave —sostuvo—. Si uno se encierra, no crece. Las soluciones se encuentran mirando más allá”.
En su mirada sobre la vida y el trabajo, se advierte una filosofía simple pero profunda: la de quien entiende que el compromiso y el afecto son motores inseparables. “A mí me gusta trabajar, me da sentido. Pero también disfruto de lo cotidiano, de mi familia, de mis nietos. Esas cosas te compensan de todo lo difícil del día”, resumió. Entre la gestión y el afecto, Silvia D’Agostino sigue siendo una mujer que elige construir cada día con dedicación y humanidad.



















