Un fenómeno por demás preocupante y cuyos alcances no están siendo suficientemente abordados es el de los efectos producidos por la necesidad de aceptación en niños, adolescentes y jóvenes al interior de la cultura digital. Como explica el siempre lúcido filósofo posmoderno Byung- Chul Han, el “like” es el “amén” que otrora representaba la aprobación en las religiones judeo-cristianas.
La dictadura del "like"
Por Valeria Girard
La necesidad de consentimiento es constitutivo en la formación del ser humano, es decir que nos construimos en relación a la mirada del otro, pero ese aspecto se vuelve crítico en niños y adolescentes que –precisamente– están dando forma a su personalidad. Si a lo anterior sumamos la posibilidad de interacción en redes sociales y la manera en que se realiza entre ellos, el fenómeno pasa a tener magnitudes nunca vistas.
En otros tiempos los grupos de pertenencia y afinidad eran mucho más reducidos y la opinión de los pares era, en cierta medida, controlable o menos perjudicial en caso de ser negativa; el punto en cuestión es que hoy la mala opinión en redes puede alcanzar niveles muy preocupantes para la psiquis de las personas. El “dislike” puede llegar a ser viral.
El no gustar y ser objeto de burlas contribuyen a la depresión, el debilitamiento de la autoestima, además de representar un riesgo –siempre presente– de cyber-bulling.
Pero también, paradójicamente, la necesidad de obtener “me gusta” contribuye a ciertas formas de autodestrucción, hasta hoy, poco abordadas. Un caso que podría ser paradigmático es el del youtuber Nicholas Perry, más conocido como Nikocado Avocado, mundialmente famoso por ser uno de los cultores del género mukbang. ¿En qué consiste? Básicamente es transmitir videos de ingestas monstruosas de comida.
En sus comienzos en You Tube Nicholas era vegano y no pesaría más de 70 kilos. Se inició haciendo videos de alimentos saludables sin demasiado éxito hasta que –para demostrar lo malo de la comida chatarra– se comió una hamburguesa en cámara. Los suscriptores y likes se multiplicaron de manera exponencial. Fue entonces cuando decidió realizar transmisiones con “atracones” de comida rápida obteniendo un “éxito” fenomenal.
El resultado es que, con este tipo de publicaciones, ha llegado a pesar más de 160 kilogramos, a necesitar un respirador artificial y hasta moverse con ayuda de una silla de ruedas, con los que suele mostrarse en sus videos. Todo por un “me gusta”.
La pregunta acerca de por qué existen tantos usuarios que consumen videos de gente comiendo ingentes cantidades de alimentos, no es menos inquietante y daría para otro espacio, además se suma otro género muy popular: el ASMR, que consiste en ver y, sobre todo, escuchar, el ruido que provoca la gente cuando come.
Pero lo central aquí son las consecuencias que genera la cultura digital entre nuestros niños, adolescentes y ¿por qué no? jóvenes en su forma de interactuar.
Sabiendo que es la nueva cultura y llegó para quedarse, estaría siendo hora de preguntarse acerca de la libertad de circulación de contenidos en Tik Tok a los que acceden niños y niñas virtualmente imposibles de controlar. Cuestionarnos si You Tube, tan celoso de censurar videos por cuestiones comerciales, no debería tener mayor control sobre contenidos que promueven conductas autodestructivas. Reflexionar acerca de la educación digital para padres que suelen desconocer estos peligros. También, permitámonos pensar por qué se ha llegado a un punto en que nuestros hijos suelen pasar tanto tiempo bajo el influjo de “influencers”, “you tubers”, “tik tokers”, “mukbangers”, en lugar de ocuparlo compartiendo tiempo de calidad con la familia.
Son cuestiones que forjarán el futuro de las próximas generaciones, el nuestro propio y nos previenen de la “dictadura del like”.