Javier Aragón / Redacción de UNO
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Aumentan los cursos de defensa personal
En Paraná se está desarrollando una actividad que hasta hace poco tiempo se encontraba reducida a algunos seguidores de las artes marciales. A causa de los hechos delictivos, aumentó el número de alumnos en gimnasios donde se practican este tipo de actividades físicas con el solo fin de obtener un resguardo ante una situación peligrosa.
UNO recorrió el gimnasio donde se enseña la denominada instrucción de defensa urbana que se encuentra ubicado en calle Pellegrini 92. El titular del gimnasio informó que en un 50% creció la matrícula de personas que iniciaron los cursos que son solamente una formación física y teórica para poder actuar ante una situación de riesgo.
Con mucho olor a Ratisalil, resina para que las zapatillas no resbalen y otros elementos indispensables en una sala de gimnasia, se escuchan golpes, quejidos y suspiros. Están entrenando los alumnos que reciben una instrucción severa, pero necesaria para estos tiempos que corren.
Al lugar, por supuesto, asisten aquellos que se quieren convertir en especies de Bruce Lee, pero también van hombres y mujeres que han sentido en carne propia el rigor de la delincuencia en Paraná.
No fueron hechos graves o violentos, pero estar frente a un delincuente armado que le coloca el frío revólver en la cabeza y le dice ‘dame todo o te mato’, lleva a que la gente tome algunas medidas de seguridad, entre ellas, aprender el arte de la defensa personal.
Cansados de ser víctimas
Consultamos a Pablo y Marina. Son jóvenes de entre 25 y 27 años, los dos trabajan y los une la idea de prepararse para una situación delictiva en el futuro.
“A mí me robaron dos veces y en las dos oportunidades me sentí humillado y pisoteado por un vago que lo único que quería era mi dinero que había cobrado pocas horas antes. Con qué derecho este malviviente me tomó el esfuerzo de mi trabajo y luego se fue riéndose en mi cara”, reflexionó el muchacho delgado y de cuerpo pequeño.
Marina, en su información, es más guerrera, convincente y es como que desea tener una nueva oportunidad, pero para desquitarse. “Quiero aprender cómo defenderme en la calle porque me cansaron los delincuentes. Sé que con esta preparación no me va a volver a ocurrir ser una víctima de un hecho delictivo y por ello es que sabré cómo actuar y cómo darle una paliza a estos tipos que con un arma se sienten intocables”, resaltó para alertar: “No es que los voy a ir a buscar, pero que se cuiden si me tengo que defender porque sé cómo golpearles en los genitales u otros puntos débiles de los hombres”.
“Ya no me voy a quedar más pasiva y sumisa, esta vez será diferente porque voy a defender lo mío”, añadió la mujer que pegó un salto para entrar en calentamiento.
Prioridad, la vida
El instructor del curso es un hombre oriundo de Rosario, se llama Sebastián Carrizo y si bien cuenta con un cuerpo acorde como jugador de básquet, por los años de capacitación en fuerzas especiales de modo permanente, brinda casi como un docente los secretos del denominado plan de defensa urbana ciudadana.
Carrizo hizo saber que los cursos que despliega en la Cuna de la Bandera, Santa Fe y otras ciudades del Litoral, tienen un denominador común: los alumnos que asisten, en una porción importante, lo hacen porque sufrieron delitos en las calles.
El preparador aclaró que, por la experiencia que tiene en las instrucciones, lo mejor es aprender este arte, no para salir a “cazar delincuentes”, sino para poder salvar la vida como elemento indispensable. “Los malvivientes armados están preparados para todo y por ello es que si solo quieren la cartera o la billetera, lo mejor es no resistirse, si la situación lleva a poner en riesgo la vida, ahí sí actuar y luego retirarse, para no buscar ningún tipo de venganza”, recalcó.
Defensa-ataque
Si bien esto no es una verdad absoluta, Carrizo dijo que la gran mayoría de los delincuentes armados, cuando avanzan con el asalto, lo realizan sin realizar movimientos ampulosos para que otras personas no se den cuenta.
Por lo general, colocan el arma de fuego sobre las costillas o el pecho y allí avanzan con la amenaza directa. “Ahí lo mejor es comenzar a correrse y ponerse de costado para decirles dónde está el dinero, que es en un bolsillo. Cuando el ladrón intenta sacar la billetera o tomarla, es donde se debe actuar, con precisión golpeando en la mano, correrla para que el arma no actúe y se dispare y si esto ocurre, el balazo no debería impactar en el cuerpo de lleno”, informó y graficó con sus brazos.
Lo mismo debería ocurrir con un cuchillo. “No lo miramos a los ojos, si estamos atentos a la mano, a sus movimientos y luego de que el asaltante quiera tomar el dinero, actuar, pegando en la mano y corriéndonos, para luego escapar del lugar”, ejemplificó.
Por último indicó que si uno sale de esta situación incómoda lo mejor es irse y no volverse para tratar de hacer justicia por mano propia.
Claves de la defensa urbana
Carrizo, si bien sugirió participar de estos cursos que se dan en distintos lugares de la ciudad, rescató algunos puntos básicos para saber cómo actuar, aunque sea sin una instrucción adecuada.
Hizo saber que a un delincuente nunca se lo debe mirar a los ojos o a la cara, esto lo puede violentar o poner nervioso, lo que generaría una acción violenta mayor.
Lo mejor para no afectar al malviviente, que puede estar alcoholizado o drogado, es no hablarlo mucho, solo asentir con la cabeza, no amenazarlo y mucho menos, decirle que se va a resistir. Marcarle dónde está el dinero y levantar las manos para demostrar que no hay interés en atacarlo.
Los ejercicios que se aprenden, una vez asimilados, se pueden poner en práctica en el momento justo con movimientos y golpes que neutralizan al delincuente.
La idea es preservar la vida, por lo que se debería entregar el dinero u otros elementos de valor.
El instructor rechazó que un ciudadano común, sin la instrucción pueda “copar la parada del delincuente”, esto es arriesgado porque podría llegar a utilizar el arma blanca o de fuego con un resultado fatal.
Otro punto que puede ser tomado como una recomendación necesaria es estar atentos en el caminar diario. Si la posible víctima observa que una o varias personas, a la distancia, lo están mirando, lo mejor es apurar el paso o cambiar la dirección o sentido del traslado para buscar algún tipo de ayuda.
“Si uno ve que hay una persona que se quiere aproximar con una actitud sospechosa, lo mejor es mirar el panorama y tratar de escapar de esa posible situación de riesgo. Uno no debe quedarse quieto por más que le griten, no deben dejar acercar al posible agresor, en caso de ser necesario lo mejor es emprender la carrera para buscar el resguardo o la ayuda”, resaltó.
Con los medios de comunicación, como son los celulares, si alguien ve una cuestión de riesgo, dar aviso urgente a la Policía y “luego buscar la ayuda transitoria”.