La Sala Penal del Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos puso al borde de la cárcel a Pedro Matías Vargas y a Vito Luciano Panza, Testigos de Jehová de Santa Elena condenados en 2021 por el delito de abuso sexual en perjuicio de dos menores. Fue al rechazar un recurso que presentó el abogado de los religiosos en el marco de las apelaciones contra la sentencia condenatoria.
Abusos: dos Testigos de Jehová cerca de prisión y la historia de una víctima
Por Gonzalo Núñez
Belén Sánchez denunció a sus abusadores en 2017 y la Justicia los condenó en 2021.
Vito Panza (izq.) y Matías Vargas (centro) al retirarse del juicio en La Paz en 2021.
Belén y su abogada Valeria Burkhard.
Vargas y Panza fueron condenados el 19 de marzo de 2021 por el Tribunal de Juicio de Apelaciones de Paraná. El primero recibió 12 años de cárcel por el delito de abuso sexual gravemente ultrajante agravado por la calidad de ministro de culto y por ser encargado de la guarda; y abuso sexual simple reiterado, en su modalidad agravada por la calidad de ministro de culto.
En tanto, Panza fue declarado autor del delito de abuso sexual gravemente ultrajante y se dispuso remitir el expediente al Juzgado Penal de Niños, Niñas y Adolescentes de La Paz para que proceda a la integración de sentencia. Es decir, será un Tribunal de menores quien deba establecer el monto de la pena debido a que era menor punible al momento de los hechos.
La defensa de los condenados apeló la sentencia hasta llegar al máximo tribunal provincial, que el 24 de abril de este año rechazó un recurso de queja. Esa decisión le puso fin al reclamo de Testigos de Jehová en el plano provincial, pero la sentencia de primera instancia aún no comienza a operar porque tienen otro escalón judicial al que recurrir: la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
El camino de Belén
Belén Sánchez es la víctima/sobreviviente que posibilitó llevar a juicio a Vargas y Panza. Su historia se conoció el 25 de abril de 2017, cuando realizó un posteo en Facebook en el que señaló a los abusadores. Entonces tenía 21 años y los hechos que denunció sucedieron cuando tenía entre 8 y 11 años. Gracias a su posteo, V.C. también rompió el silencio y se presentó en la justicia.
A seis años de aquella publicación en las redes, Belén dialogó con UNO y reflexionó sobre el camino por Justicia que emprendió y los avatares de una lucha desigual, en el que la víctima, como en su caso, debió exponerse para ser escuchada.
Actualmente, con 27 años, Belén trabaja y estudia la Tecnicatura de Seguridad e Higiene en el Trabajo en un instituto de la provincia de Buenos Aires. Lejos de su Santa Elena natal, afirma que salió adelante por mucha gente que la respaldó: familiares, amigos, vecinos, conocidos, agrupaciones feministas, como así también su abogada Valeria Burkhard; María Elena González, ex profesora y ex funcionaria municipal del área de la Mujer; y el fiscal Facundo Barbosa.
"Al caso lo hice visible desde el primer día con la intención de concientizar y también para salvar a otros niños. A pesar de que fue muy doloroso para mi, aprendí a vivir con el dolor. Me ayudó la gente que me creyó y el feminismo", sostiene la joven. Y agrega: "Muchas chicas se animaron a hablar después de mi caso. Eso es lo que me da fortaleza. Ser la voz de quienes no pudieron hablar".
Belén es consciente que la situación de abuso y el proceso judicial que tuvo que atravesar le dejaron marcas. Son marcas psicológicas y emocionales que intenta poner en palabras. "Soy como un cristal a punto de romperse, pero que no se rompe del todo, sino que tiene sus marcas. A veces todo me abruma. Es triste vivir en mis zapatos. Las cosas que debo afrontar de otra manera las afronto a los golpes. Actualmente cuento mi historia porque hay chicas que al escucharme pueden hablar de algo que no han contado ni siquiera a sus padres", reflexiona y revela que sufre estrés postraumático.
Ese padecimiento tiene una causa: los abusos y un largo proceso judicial revictimizante. "Lo que cuestiono de la Justicia es por qué hay que exponerse tanto. Hay que ponerle la cara al dolor porque sino las cosas no marchan. Es triste que pase eso. La Justicia debería actuar firme en todos los casos. Las víctimas no tienen que exponerse tanto para que a uno le crean. Yo tuve que pasar por muchas cosas", plantea.
En el camino para alcanzar un fallo condenatorio sufrió decaídas, señalamientos y desencuentros con algunas personas que pusieron en duda su historia. "En un momento creí que la vida no tenía sentido. Pero después entendí que hice muchas cosas que ayudaron a otras personas. Eso no lo había visto en mi", comenta.
"Ahora que vivo lejos de mi pueblo trato de mirar para adelante. Me vine de Santa Elena porque no le quería ver las caras a ellos (por los abusadores) y también porque no había trabajo. En el pueblo también pasa que hay gente que no es muy cuidadosa con lo que pregunta. Así como fui aplaudida por muchas personas, también fui señalada como una persona que no hizo las cosas bien. Hubo gente que les decía a mis amigos que no se metan. Tuve que dejar eso atrás", cuenta a la distancia.
Cuando los malos recuerdos la abruman, Belén encontró la forma para sentirse mejor, una especie de clave para que ese cristal marcado se reconstruya. "Siempre que me agarran ataques de pánico me acuerdo de la canción 'Yo vengo a ofrecer mi corazón', de Fito Páez. La letra dice 'quién dijo que todo está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón'. Pienso que tengo el corazón roto pero aún así ayudé a otras personas", confía.
La canción es un himno para Belén. Un himno que expresa su sentir: el de ayudar que otras causas obtengan justicia. Cuando la ocasión se presenta, participa de marchas, acompaña a víctimas y escucha el relato de mujeres que no se animaron a pasar el umbral del silencio. "Pude ser la voz de las chicas que no pudieron hablar lo que estas personas les hicieron. Estoy agradecida a la Justicia que me escuchó y creyó, porque no todas las chicas tienen esa oportunidad. Hay que valorar que, a pesar de la lentitud, se llega a la condena. Entiendo a las chicas que no hablaron, porque es fuerte verles las caras a los abusadores en un juicio".
Al finalizar, refiere que en el juicio que se realizó contra sus abusadores, Vargas y Panza, algo cambió: "En el juicio estaba toda la gente que me quería y no tuve miedo. El miedo se rompió. Desde el día de las condenas el miedo pasó a ellos".
"Tenemos esperanza de que la sentencia quede firme"
Valeria Burkhard, abogada de Belén, destaca que haber trabajado en la causa significó un antes y un después en su profesión. "Ha sido una experiencia diferente que me ha llevado a otros ámbitos del Derecho, porque siempre me desempeñé en casos de familia", explica y agrega que "fue muy fuerte acompañar a Belén, escuchar su relato y ver cómo se ponía cuando tenía que contar estas situaciones".
Indica que una de las dificultades que encontró fue recabar información en el ámbito religioso: "Los Testigos de Jehová son una religión muy cerrada y fue difícil llegar a ellos. Fue un trabajo complicado que se fue haciendo lentamente y dio sus frutos. Pudimos llegar a conseguir pruebas importantes para la causa".
"Estoy conforme con el trabajo realizado. Si bien todavía la sentencia no está firme, hemos logrado conseguir buenos resultados. Una sentencia condenatoria en primera instancia y la confirmación en Casación Penal. Ahora estamos a la espera de que nos notifiquen de la resolución del Superior Tribunal de Justicia a ver si la sentencia queda firme definitivamente, para que se pueda comenzar a cumplir la condena", subraya.
La letrada santaelenense sostiene que los tiempos de la justicia, en casos como estos, no son los que las víctimas necesitan. "Este tiempo que ha pasado desde la primera sentencia hace que las víctimas se sientan frustradas, porque tuvieron sentencia favorable pero hasta el día de hoy esta gente sigue libre caminando como si no cometieron delitos", manifiesta.
No obstante, se muestra confiada con que llegue la sentencia definitiva: "Tenemos fe y esperanza de que la sentencia va aquedar firme y que estas personas van a cumplir condena como corresponde".
El camino judicial del caso
El 19 de marzo de 2021, el Tribunal de Juicio de Apelaciones de Paraná condenó a Vargas a 12 años de cárcel por el delito de abuso sexual gravemente ultrajante agravado por la calidad de ministro de culto y por ser encargado de la guarda; abuso sexual simple reiterado, en su modalidad agravada por la calidad de ministro de culto.
En tanto, declaró a Vito Luciano Panza autor del delito de abuso sexual gravemente ultrajante y remitió testimonios al Juzgado Penal de Niños, Niñas y Adolescentes competente, para que proceda a la integración de sentencia. El juicio se realizó en los Tribunales de La Paz. Entre los testigos pasaron, familiares de las víctimas, amigos y autoridades de los Testigos de Jehová.
Actualmente ambos condenados se encuentran viviendo en Villa Mercedes, departamento General Pedernera de la provincia de San Luis.
Los abusos fueron perpetrados en el domicilio de las víctimas, al que concurrirán los religiosos a predicar. Una de las víctimas contó en el juicio que también sufrió abusos en el salón de la Iglesia de los Testigos de Jehová de Santa Elena y en una camioneta de una autoridad de la congregación, cuando se retiraban del Salón del Reino.
La defensa de los religiosos viene apelando la sentencia en diferentes instancias y ha conseguido fallos adversos. La Cámara de Casación Penal confirmó las condenas el 10 de noviembre de 2022 y el 29 de diciembre rechazó un recurso de impugnación extraordinaria con el cual pretendían llegar a la Sala Penal del Superior Tribunal de Justicia (STJ).
Contra esta última sentencia volvieron a apelar, presentando un recurso de queja directamente ante la Sala Penal del STJ. La respuesta llegó el 24 de abril de este año, cuando los vocales Claudia Mizawak, Daniel Carubia y Miguel Giorgio, rechazaron el planteo.
"Ha sido correctamente denegada la impugnación extraordinaria incoada, que la resolución que se ataca no contiene vicio alguno y que la queja que hoy nos convoca evidencia por parte del quejoso el mero disentimiento con la decisión adoptada -propio de su particular interés- lo que no puede tener como objeto abrir una nueva instancia ordinaria de revisión", dijeron los jueces en el fallo.
Así, la instancia provincial se encuentra agotada y los dos agresores sexuales sólo les queda recurrir a la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Un nuevo fallo adverso los pondrá en la cárcel.