El otro día a la tarde mientras anotaba en un cuaderno las cosas que tengo que pagar antes del 10 de junio, tomaba mates y escuchaba FM Litoral. De repente, la presentación de la entrevista a la procuradora adjunta, a cargo de la Fiscalía Anticorrupción, Cecilia Goyeneche, para hablar del juicio abreviado que firmará el exdiputado provincial y secretario general de la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN) José Ángel Allende, por los delitos de Enriquecimiento ilícito, negociaciones incompatibles con la función pública y amenazas acaparó mi atención. Dejé el cuaderno de lado y presté atención. A los dos minutos ya estaba sumamente indignado: Allende devuelve un poco de lo que se llevó, pagará un multa con plata que se llevó y obtiene una condena en libertad. Escuchar a Goyeneche tratar de justificar algo que va en detrimento de la sociedad me provocaba asco. Y no lo digo por el juicio abreviado, que es un proceso válido, me indigna lo pornográfico del beneficio que recibe Allende, que seguro no anota en un cuaderno los gastos para ver si llega a fin de mes con oxígeno.
El consuelo de un tonto
Por Marcelo Medina
Goyeneche dijo que “socialmente se debe ver la condena al exdiputado Allende como un triunfo”, según replicó luego Página Judicial y agregó que “hace unos años esto era impensado”. ¿Por qué es un triunfo? ¿Por qué antes era impensado si son los mismos de siempre los que imparten justicia? ¿Eran corruptos antes y ahora no? No encontré respuestas. Me indignó conocer a través de Goyeneche que el juez que tuvo la causa no hizo nada. Ella no dio el nombre del magistrado, pero según contó, la causa “se inició en 2012 y tramitaba por el sistema viejo; es una causa en la que se lo había indagado pero ni siquiera estaba procesado y su trámite ha llevado muchísimo esfuerzo, ha tenido muchas demoras vinculadas a la producción de prueba, por lo difícil que es probar este tipo de delitos y particularmente en un patrimonio como el de Allende que tiene mucho movimiento y particularidades”. Además precisó que hubo demoras injustificadas en los peritajes, “se pretendía peritar el patrimonio de Allende y no logramos que el Tribunal de Cuentas cumpliera con un acuerdo que tenía con el Superior Tribunal de Justicia para hacer esa pericia, y luego de meses y meses de disputa decidió no hacerla; entonces hubo que recurrir a peritos de la Policía Federal, pero hicieron una pericia tan pobre que ni siquiera arrojó un número y hubo que rehacerla”. El juez no investiga y el Tribunal de Cuentas no hacen lo que se les ordena y el único condenado es Allende. Es un chiste. La sociedad jamás conocerá quiénes se enriquecieron ilegalmente con Allende y tampoco quién le habilitó poder hacerlo, porque uno se lleva algo del Estado con la venia de otro. Los gobiernos justicialistas que lo bancaron y obviamente los dirigentes que lo acompañaron sin chistar también deben celebrar con el hombre de Nogoyá. Voy a reconocer que me duele la impunidad disfrazada de condena. Me duele que los jueces digan que no pueden hacer nada con un acuerdo de juicio abreviado, cuando sí pueden, y eso lo explicó la propia Goyeneche en la entrevista. También se sabe que Fiscalía tiene los mecanismos y el poder para seguir insistiendo en que se homologue el acuerdo. Me molesta saber que el juez no será reprochado por su inacción y me molesta que el Tribunal de Cuentas no dé explicaciones por no haber realizado su tarea. También me enfurece que se diga que es esto o no es nada. Goyeneche mencionó que de no avanzar de esta forma nos iríamos cinco o 10 años más.
Ojalá que la pandemia de coronavirus se termine, porque capaz que en el medio de todo este doloroso momento que vivimos nos podemos llegar a enterar de que exministros fueron absueltos o condenados a meses de prisión condicional. En tiempos que la gente se queda sin esperanza y la crisis nos asfixia, algunos empiezan a respirar más aliviados. Ah, me olvidaba, después de la entrevista seguí haciendo números y me di cuenta de que la tarifa de luz me aumentó de 1.500 a 2.000 pesos por cuota y que la patente del auto se me incrementó casi un 50%. Cerré el cuaderno y para consolarme pensé que no ha de ser fácil mirar a los familiares y que ellos sepan que sos deshonesto y que todo lo que hiciste fue producto del delito. En seguida me di cuenta de que a muchos de ellos no les interesa la honestidad, sino ser millonario.