Llega el verano y el tránsito por las calles de Paraná se vuelve un infierno. En realidad la temperatura empezó a subir durante la salida de la cuarentena estricta. Está claro que aumentó la cantidad de vehículos circulando por el temor a los contagios, sobre todo en el transporte público, que funciona como puede.
Calles calientes para un largo verano
Ahora la administración pública tendrá el clásico asueto y receso de verano, más la feria en el Poder Judicial, por lo que el centro cívico debería estar más aliviado.
La gran afluencia de personas llegará al centro comercial, encapsulado entre los bulevares, para realizar las compras de Navidad.
Desde el viernes los estacionamientos de motos están repletos a tiempo completo y los automóviles ocupan cada lugar disponible en las agostas callecitas paranaenses.
En este caótico 2020 hay que sumar las motos de los cadetes –y algunas bicicletas– que reparten todo lo que se puede pedir a través de las aplicaciones.
Los que también buscan un lugar en el pavimento son los cartoneros, la cara más triste de la realidad que es un claro ejemplo de los estragos que viene realizando la pandemia de la desigualdad.
Es común observar a grupos de personas jóvenes, incluso algunas familias, recorriendo los contenedores buscando lo que sea: para comer, vender o trocar.
Esta semana UNO publicó una foto de un muchacho descansado, junto al carrito, en avenida Ramírez mientras sus compañeros abrían contenedores que emanaban olores nauseabundos.
Por momentos da la sensación de que el común de los paranaenses se acostumbró a vivir con ciudadanos que dependen de los desechos que tiran los más acomodados. Todo esto bajo el control policial impuesto por el aumento, histórico en esta época del año, de arrebatos. Aunque las armas largas para imponer presencia suenan a exageración.
En este contexto autos y camionetas de alta gama, con los vidrios polarizados y bien subidos hasta arriba para que rinda el aire acondicionado aceleran para llegar a todos los lugares deseados y salir rápido del cemento para encontrar el fresquito agradable que dan las piletas hogareñas.
Durante la pandemia se triplicó la venta de piletas que entierran en los patios tanto en el centro como en los barrios. Justo en plena crisis hídrica y con el agua cotizando en la bolsa de Estados Unidos.
¿Habrá que esperar por el repunte de la economía para que aparezcan las oportunidades para todos?
Durante diciembre aparecieron algunos datos que evidenciaron cómo resistieron los comercios que se encuentran en la peatonal San Martín y en las calles semipeatonales .
Ahora habrá que ver lo que sucede sobre Alameda de la Federación cuando este lunes a las 18 cierren el tránsito vehicular y la calle se vuelva para las personas. Sin dudas en una de las arterias más lindas de la ciudad, desde Buenos Aires hasta calle Catamarca, los bares ocuparán la acera y en la plaza Carbó habrá propuestas culturales.
La decisión política de organizar un sector de la ciudad “para las personas” seguro que generará fotos y videos de alto impacto turístico.
Desde noviembre la Costanera de la capital provincial, de lunes a viernes de 18 a 21, también está reservada para el uso de las personas restringiendo el uso de vehículos motorizados. Entonces, los que terminan el paseo recreativo pueden extender la experiencia por la arteria que conecta el Parque Urquiza con el centro. Todo indica que es un gran plan, aunque habrá que tener el dinero suficiente para invertir en salidas.
Con la llegada del medio aguinaldo, los asalariados tendrán algo más de efectivo, y sumado a que salir de vacaciones será un placer que tendrán las familias que cobran sueldos altos, la idea puede funcionar.
Enero y febrero, serán dos meses difíciles para la economía hogareña. Será un verano gasolero en donde poder pasear caminando o en bici brindará posibilidades. Eso sí, los que menos tienen, necesitan medidas concretas para salir del pozo.