El jueves 12 de abril de 2001, un pequeño amante del automovilismo y que en ese momento estaba corriendo en karting hacía su aparición en las páginas de Ovación Junior, el suplemento de Diario UNO de Entre Ríos donde se reflejaban las promesas del deporte entrerriano. Ese jovencito, que por ese entonces transitaba los 12 años, se mostraba tímido, aunque en pocas palabras expresó la pasión que sentía por los fierros. Contó que estaba corriendo en la categoría 125cc Cajero, confirmando que así era el nombre de la misma por más que suene extraño. También habló de su futuro y no dudaba en señalar que estaría ligado al automovilismo.
Mariano Werner, 20 años después
Por Mauro Meyer
“A los 15 años voy a estar en una categoría más importante, tal vez en la Fórmula Renault”, se ilusionaba en ese momento. Además, sabiéndose un chico informado, se animó a opinar sobre las divisionales que predominaban en ese momento: el Turismo Carretera y el TC 2000.
“No tengo una preferencia, desde luego que estoy en contra de castigar a los mejores”, dijo en franca referencia al lastre según las posiciones finales de cada carrera. Al finalizar la entrevista, habló de su padrino deportivo, quien era precisamente su hermano. Ese pequeño que se presentaba en sociedad ese 12 de abril de 2001 era nada menos que Mariano Raúl Werner, el flamante bicampeón del TC. Y quien lo trajo a la Redacción de UNO fue Gabriel, la persona que lo metió en el deporte que hoy sigue amando con tanta pasión. Por aquel entonces habló sobre el peso que tenía el apellido Werner, ya que su hermano se había ganado un lugar importante en el ambiente corriendo en la Fórmula 3 Sudamericana.
“No me pesa para nada, todo lo contrario, para mí es un orgullo, porque tengo una buena familia y un hermano que siempre me está aconsejando, no puedo quejarme, estoy agradecido porque en mi casa todos me apoyan y me enseñan”, dijo Marianito, como se lo sigue llamando, aunque ahora también lo apodan el Zorro de Paraná.
Pasaron 20 años y algunos meses desde aquella nota en Ovación Junior. Y sus palabras fueron como un presagio de lo que vino después. Tuvo un paso fructífero por la Fórmula Renault y después saltó a los autos con techo. Aunque su sueño mayor, como contó en 2001, parece algo lejano: llegar a la Fórmula 1. Esa era su meta deportiva por ese entonces, aunque estoy convencido de que todo lo que consiguió hasta el día de hoy no lo cambiaría por subirse a una butaca de F1.
El recorrido para llegar a este gran presente también tuvo momentos de tristeza. En un autódromo perdió a Gabriel, su “padrino” en el automovilismo, la persona que lo aconsejaba y en cada entrevista que da siempre lo recuerda.
“Sus consejos me sirven hasta el día de hoy, me sigue ayudando”, dijo en una de las tantas notas que leí en las últimas horas luego de la consagración en San Juan. Por aquel entonces, Mariano tenía 18 años cuando lo golpeó la tragedia en el Oscar Cabalén de Córdoba y después de eso se aferró a su familia para seguir ligado al automovilismo. Seguramente pensó en largar todo, aunque luego no dudó en continuar el legado de su hermano.
En el Turismo Carretera también tuvo un recorrido complicado. En 2010, fue el piloto que más puntos sumó en la Copa de Oro pero no se quedó con el título por no haber tenido el triunfo reglamentario para ser campeón. En 2013 fue subcampeón al terminar detrás de Diego Aventín y en la definición de 2016 perjudicó en una maniobra a Matías Rossi, que perdió el título en ese momento, y por la cual fue duramente sancionado.
Siguió luchando y las alegrías llegaron en momentos complicados, en plena pandemia, donde todo se le hizo más cuesta arriba. Igual no se rindió y los frutos están a la vista.
“No es porque sea mi hermano, pero tiene un gran futuro. Es un Werner y más allá de su apellido, lo que vale son sus condiciones, porque de lo contrario no puede llegar a ninguna parte”, comentó Gabriel aquel 12 de abril de 2001. Y vaya si no se equivocó. Más allá de ser el “hermano de”, se ganó su propio espacio y hoy es uno de los máximos referentes dentro del automovilismo argentino.