Transcurrió casi un año y medio desde que Mara y su familia tuvieron que instalarse en Buenos Aires, cerca del hospital Italiano y a la espera de un trasplante del corazón, que finalmente se concretó 11 meses después, de manera exitosa. La recuperación fue rápida y tras una serie de estudios, la nena de 4 años oriunda de Paraná, junto a su hermana mayor Maitena, su mamá Ana Grecco, y su papá Gerardo Hollmann, pudieron retornar definitivamente a su hogar en la capital entrerriana.
Mara ya está en su casa, a cinco meses de su trasplante
Por Vanesa Erbes
Llegaron hace una semana y un día. Fue el 1° de mayo cuando arribaron a la capital entrerriana, cerrando una etapa que incluyó una extensa espera, con momentos encontrados y algunos miedos, pero siempre con fe y la esperanza de salir adelante y de que la operación finalmente se pudieran concretar.
“Ya estamos de vuelta”, confirmó con alegría Gerardo, el papá de la pequeña, quien comentó: “Con todos los protocolos, lo primero que hicimos fue reunirnos con nuestros familiares, con nuestros padres, las primas de las nenas. Mara había pasado mucho tiempo sin poder verlos y ella tenía muchísima ansiedad, y nosotros también”.
“Fue un momento significativo, fue poder hablar y compartir con todos ellos muchas cosas, después de tantos meses”, agregó.
En un video de TikTok que fue compartido luego en otras redes sociales quedó reflejado un instante de esa reunión llena de emociones, en el que muestra a Mara, con unos anteojos de cotillón violetas, junto a su mamá, su hermana y sus primas, expresando su felicidad a través un baile al ritmo de la banda Ráfaga.
“Es un video que vio todo el mundo, con sus primas. La alegría de Mara se ve reflejada en cómo está bailando”, afirmó con simpatía Gerardo, haciendo referencia a la divertida escena.
Por otra parte, recordó los días anteriores al regreso: “Ella estaba en conocimiento y sabía que en cualquier momento nos iban a dar el alta e íbamos a poder volver a Paraná. Después de realizarle algunos estudios, y cuando el resultado de la biopsia fue favorable, los médicos se acercaron y nos dieron la noticia. Ahí Mara explotó de alegría”.
Asimismo, confió: “Creo que en estos últimos cinco meses, desde el trasplante hasta que pudimos volver a Paraná, estuvimos más ansiosos que durante los 11 meses anteriores de espera. En la espera uno sabía que había que cerrar los ojos y cuidar de ella para que llegue bien cuando apareciera un donante en algún momento y en su oportunidad. Pero una vez que pasó el trasplante y veíamos que ella se recuperaba, y lo hacía rápido, empezaba a demandar otras cosas. Comenzó a sentirse mejor y se empezaron a notar sus ganas de volverse, de jugar, de hacer otras cosas”.
Con respecto a los cuidados que tienen que tener ahora, Gerardo mencionó que protegerla del Covid es una de las prioridades, pero aclaró que de a poco la pequeña podrá retornar a su vida normal, inclusive yendo al jardín.
No obstante, subrayó que “al ser una nena trasplantada, con un injerto, va a tener que tomar una medicación de por vida, que son inmunosupresores”. Sobre este punto, remarcó: “De acá en adelante, en su organización personal va a haber que educarla para que ella respete ciertas pautas para poder cuidar ese injerto y no vaya a tener ninguna complicación el día de mañana. Y a nosotros, en nuestra estructura, en nuestra forma de vivir como familia, debemos adaptarnos a ella y acompañarla en este proceso, sabiendo que Mara tiene que reeducarse en su alimentación, en sus hábitos de vida”.
“Es ir acostumbrándonos. Lo teníamos presente en el momento del trasplante y ahora ya lo tenemos incorporado. Lo que tenemos que hacer es transmitírselo también a la familia, a los allegados, para que en determinado momento sepan que hay cosas que Mara puede hacer y otras que no”, añadió.
Fe y esperanza
Mara, quien actualmente tiene 4 años, nació con una cardiopatía congénita, por la que tuvo previamente tres operaciones: tres cirugías a corazón abierto: la primera a los nueve días de vida, la segunda a los 10 meses y la última fue justo antes de cumplir sus 3 años. Hasta que, por la complejidad de su cuadro, ingresó el 20 de diciembre de 2019 en lista de espera en Emergencia A Nacional del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai).
Hoy, según los registros del organismo, son 6.962 las personas que en el país necesitan un trasplante para salvar su vida. Muchas de ellas son niños y niñas, y muchas veces la espera se torna más difícil y angustiante, ya que la donación pediátrica de órganos es más compleja.
El mensaje de Gerardo a aquellas familias que en la actualidad están atravesando esta instancia, es que “hay que convencerse de que ese momento va a llegar, tener fortaleza y esperanza”.
A su vez, visiblemente conmovido indicó: “Es difícil en todo momento. Por ahí a mí me ha tocado con mi hija y yo sabía que el trasplante dependía de una pérdida física de un niño, que normalmente se da en accidentes traumáticos. Pero hubo una familia que perdió a un hijo de una forma inesperada, sin previo aviso, sin tenerlo presente, y frente a ese dolor pensó en un otro, se solidarizó y decidió donar sus órganos. Es algo sin explicación. Siempre lo nombro y agradezco a ese ángel donante”.
“Hay que saber que en algún momento la oportunidad va a llegar . Lo que hay que hacer es estar preparado para que, cuando eso ocurra, no dejarla pasar. Hay que tener fe y esperanza, creer que donar órganos salva vida, y el que no lo creo, que vea el video de Mara bailando”, concluyó, dando testimonio de la importancia de concientizar sobre la donación pediátrica.