Silvia Torales vive en Santa Elena. Tenía 35 años cuando le diagnosticaron cáncer de mama. En ese entonces ya tenía dos hijos: Jésica, de 14 años, y Lautaro, de 12.
Luchaba contra un cáncer y supo que estaba embarazada: hoy celebra la vida
Por Vanesa Erbes
Gentileza: Silvia Torales
Silvia venció al cáncer y hoy celebra la vida.
En su ciudad la habían operado seis veces para extirparle algunos nódulos en sus pechos. Y sin obra social debía resignarse a esperar los resultados de las biopsias que se remitían a Paraná y demoraban más de un mes en llegar, mientras su enfermedad avanzaba. Decidida a curarse, vendió algunas pertenencias y con ese dinero sacó turno en una clínica privada de Crespo. Allí le explicaron que tenían que hacerle una cirugía, en la que probablemente iban a extirparle un seno, porque el cáncer ya había avanzado demasiado.
Al finalizar la operación, estuvo internada durante 24 horas en terapia intensiva, y soñó con un bebé. Sintió tan real ese sueño que cuando se despertó le pidió a su mamá que le comprara un test de embarazo. Fue entonces que su madre le contó que durante la noche escuchó llorar un bebé, aunque no hubiese ninguno en el sitio donde estaban.
Las coincidencias se transformaron en una realidad: el test marcó un resultado positivo y la alegría de tener una nueva posibilidad de dar vida fue inmensa para Silvia.
El embarazo era muy reciente y en ese momento no contempló que su tratamiento incluiría en breve sesiones de quimioterapia para salvar su propia vida, y que las mismas podían significar un riesgo para ella o el bebé que se estaba gestando dentro suyo.
Con el resultado en sus manos fue a comunicarle a su médico de cabecera la novedad. Sobre ese momento, la mujer comentó a UNO: “Después de contar que estaba embarazada me mandaron a hacerme estudios. Tenía que someterme a quimioterapia y yo no quería, porque mi prioridad era proteger a mi bebé. Me respondieron que podía pedir otra opinión a un especialista de Santa Fe que es una eminencia en el tema, así me quedaba tranquila. Fui y ese médico me dijo no era ni la primera ni la última mujer embarazada y con cáncer, y que después de los tres meses y medio, cuando el bebé ya estuviera bien formado, iba a poder continuar con el tratamiento, ya que la placenta actúa como un filtro”.
“Tenía 35 años en esa época y cuando se es joven, uno se lleva el mundo por delante”, dijo, y subrayó: “Me aseguraron que no corría riesgo, pero obviamente que mis familiares y demás personas que estaban alrededor mío no pensaban eso y tenían miedo. Estaban todos muy preocupados. Yo no, porque soy muy creyente en dios y sabía que iba a salir todo bien”.
Pasó ese plazo y pese a la resistencia de sus familiares y allegados, Silvia confió en los profesionales de la salud, viajó nuevamente a Crespo y siguió con la quimioterapia. Hasta entonces, el embarazo había avanzado de manera apacible, el bebé apenas se movía, pero todo cambió en esa sesión. “Lo que más me impactó es que en esos primeros tres meses y medio de gestación el bebé no se había manifestado, y en la primera quimio empezó a saltar dentro de mi panza”, recordó, y afirmó: “Después de eso, recién estuve tranquila cuando me hicieron una ecografía 3D y me dijeron que estaba todo bien: el cerebro, las cavidades del corazón, la columna. Estaba todo en perfectas condiciones”.
Fueron cuatro sesiones, la última en el sexto mes de gestación. El embarazo llegó a término y finalmente, el 16 de agosto de 2005 nació Yulián. “Nació en Santa Elena y lo esperaban con incubadora y con ambulancia, porque los médicos, según me dijeron, no sabían con qué se podían encontrar. Nació por cesárea y pesó 3.300 kilos”, contó, recordando ese momento con ternura.
Silvia refirió que a Yulián le fue contando con el correr de los años su historia, mostrándole las fotos de su embarazo cuando se le estaba cayendo el cabello por la quimioterapia, en un tiempo en el que siguió enfrentando desafíos, luchando contra el cáncer y otros obstáculos que se iban presentando en su vida: “A los seis meses que nació mi hijo, su papá nos abandonó. Nos quedamos solos y seguimos adelante. Toda mi vida fue de lucha”, sostuvo.
Pudo amamantar a su hijo y transmitirle todo su amor. Y seis años después, darle otro hermano, Fermín, que hoy tiene 10 años. Cada tanto debe hacerse controles médicos, que dan cuenta que pudo superar una enfermedad sobre la que reflexiona a menudo. En este marco, opinó: “Creo que el Estado siempre debería estar presente en estos casos, porque a veces alguien quiere atenderse en un hospital y consigue turno recién para dentro de un tiempo. Y esta es una enfermedad que avanza muy rápido. Por eso les recomiendo a las mujeres, y también a los hombres, que se hagan chequeos periódicos”.
Yulián va a cumplir 17 años el mes que viene y compartió con UNO lo que sintió la primera vez que supo por todo lo que había atravesado su mamá: “La primera vez me sorprendí mucho. No sabía que mi mamá pasó por tanto. La verdad es que fue impresionante cuando escuché que me eligió a mí sin importar nada más. Eso fue lo que me conmocionó, es muy especial”, dijo el joven, que hoy es un destacado dibujante y fotógrafo y puede plasmar en sus obras sus sentimientos.
Y agradecido con Silvia, resumió en su muro de Facebook: “Dios me dio a una madre valiente, luchadora, que nunca se rindió ante las adversidades de la vida y que siempre puso a sus hijos antes que a sus miedos”. Y agregó: “Madre, nunca podré dejar de agradecerte por todo lo que has hecho por mí, por todos esos días que pasaste en quimio y en terapia conmigo en tu panza, por traerme a este mundo aunque tu vida corriera peligro, por todo el dolor que tuviste que pasar por esa enfermedad y por mí, por esas jornadas de trabajo para traer el pan a la mesa vos sola”.
“Sin duda te mereces todo lo bueno. Te amo. Después de 14 años, volviste a hacerte estudios para ver si había vuelto el cáncer, pero salió todo bien, y Dios te dio la oportunidad de seguir cuidándonos”, concluyó en su posteo, cargado de emociones.