Con el objetivo de crear conciencia sobre el cambio climático global, especialmente sobre la importancia de la disminución de gases de efecto invernadero que procede de la actividad humana, se celebra hoy el Día Mundial por la Reducción de las Emisiones de Huellas de Carbono (CO2). La huella de carbono es un indicador ambiental que mide precisamente tanto las emisiones directas como indirectas de compuestos como el metano (CH4), el óxido de nitrógeno (N2O), los hidrofluorocarburos (HFCs), los perfluororcarburos (PFCs), el hexafluoruro de azufre (SF6) y, sobre todo, del más abundante y que más ha contribuido al calentamiento global desde 1990: el dióxido de carbono (CO2).
Reducir la huella de carbono, un desafío con un antecedente positivo en Entre Ríos
Disminuir emisiones de gases que generan el efecto invernadero es clave, y la provincia es pionera en certificar carne sin huella de carbono.
Un campo en Entre Ríos fue el primero en certificar carne vacuna con huella de carbono cero
Se plantea reducir la huella de carbono con distintas acciones, individuales y corporativas
Al respecto, Horacio Enriquez, referente de la Fundación Eco Urbano, institución que desde hace 30 años trabaja en promover una mayor conciencia ambiental, explicó a UNO: “La huella de carbono mide los gases que cada persona genera en su vida cotidiana al desplazarse, consumir, alimentarse y utilizar recursos como la energía. Estas emisiones se generan por ejemplo cada vez que alguien viaja en auto, carga su celular o pone en marcha un lavarropas, entre otras montones de acciones, y se van acumulando en la atmósfera, sobrecalentando el planeta y acelerando el cambio climático”.
Huella de carbono individual
En este sentido, la huella de carbono personal es la que origina un solo individuo, y al respecto la ONG ambiental The Nature Conservancy estima que cada habitante del planeta genera en promedio casi cuatro toneladas anuales de CO2, mientras que en países como Estados Unidos esta cantidad se cuadruplica por persona y año. En este marco, señalan que la huella de carbono personal debe reducirse a menos de dos toneladas anuales para 2050. Los expertos sostienen que esta es la mejor forma de evitar que la temperatura siga subiendo y alcance el temido umbral de los 2 °C, lo que agravaría el cambio climático y lo convertiría en un problema irreversible. “En Estados Unidos, por una cuestión cultural, la familia tiene dos o tres autos, y es un país con una huella de carbono altísima. Durante muchos años fueron los responsables del 25% de los gases de efecto invernadero que se emitieron a la atmósfera. Hoy le gana China”, añadió Enriquez.
En este marco, subrayó: “Medir la huella de carbono es poder decir ´soy un alto consumidor, o no, y al medir cada uno su huella, puede pensar un plan para reducirla, mitigando la emisión de gases. Por ejemplo, se puede apagar la llama del piloto automático del calefón, o reemplazarlo por uno sin piloto automático; dos días a la semana prescindir del uso del automóvil, utilizando la bicicleta”.
Huella corporativa
Al igual que las personas, las entidades también realizan actividades que producen gases de efecto invernadero como, por ejemplo, durante la fabricación, el transporte o el consumo energético. La huella de carbono corporativa mide todas las emisiones GEI de las empresas y su alcance, tanto si son directas y pueden controlarlas como si no.
En este sentido, las compañías suelen tener la opción de reducir o compensar su huella de carbono, mejorando su eficiencia energética, consumiendo energía de origen 100% renovable, realizando campañas de sensibilización, invirtiendo en proyectos medioambientales, abonando impuestos verdes o comprando toneladas de CO2 en el mercado internacional de emisiones, entre otras acciones.
Experiencia entrerriana que se destaca
Diferentes municipios entrerrianos trabajan para reducir la huella de CO2, al igual que lo hacen empresas privadas, algunas con acompañamiento estatal. Sobre este punto, cabe destacar que Argentina fue el primer país del mundo en certificar carne vacuna carbono negativo, hace un año atrás. Se trató de la “primera Declaración Ambiental de este tipo en la producción de un kilo de peso vivo” en un campo ganadero, a través del sistema de certificación y ecoetiquetado más exigente del planeta, que es la Declaración Ambiental de Producto (EPD), con una validez de cinco años. Esto se consiguió a través de un trabajo conjunto entre el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), que “lograron certificar la primera producción de carne vacuna carbono negativo del mundo en dos campos ganaderos en Entre Ríos y Córdoba, que obtuvieron una Declaración Ambiental de Producto (EPD) de un kilo de peso vivo bovino”, explicaron desde el INTI.
El producto analizado y verificado es una etapa intermedia (Upstream) de la Declaración Ambiental de Producto (EPD) de un kilogramo de carne fresca, envasada y deshuesada de vacuno, raza Angus, producida en un sistema silvopastoril de ciclo completo en el establecimiento San Esteban, situado en la zona de Paso Gallo, en el departamento Federal, al noreste de Entre Ríos.
Los impulsores son dos empresarios italianos con explotaciones ganaderas en Argentina se acercaron al INTA en pleno auge de la pandemia para evaluar el impacto de la carne vacuna producida en sus campos: además del que está ubicado en Federal, tienen otro en Villa Huidobro (Córdoba), denominado Ralicó.
En Europa, donde también son productores, están avanzados en las declaraciones ambientales de productos, incorporando la huella de carbono y otros impactos en el mercado y la demanda de los consumidores. Estos empresarios, dedicados a la producción primaria tanto en Argentina como en Italia, expresaron su interés en medir y certificar la huella de carbono de su ganadería. Su objetivo era mejorar su imagen, liderar en lo ambiental y agregar valor a su producto. Ambos, que realizan el ciclo completo en sus campos, planean exportar en el futuro su carne envasada al vacío producida en Argentina.