La pandemia parece un mal recuerdo para toda la humanidad. Confinamiento, barbijo, distancia social, fueron medidas que fuimos adoptando para evitar contagiarnos de un virus que era sinónimo de muerte. El miedo a una enfermedad desconocida cambió para siempre la forma de relacionarnos y hubo que aprender con un estado de paranoia que hacía que las cosas fueran más difíciles. Ni los científicos más prestigiosos, ni los más encumbrados gobernantes del planeta sabían que hacer frente al avance de los casos de Covid-19 y de las muertes que se incrementaban con el paso de los días.
Qué aprendimos de la pandemia
UNO/Juan Ignacio Pereira.
Barbijo de tela. Fue un símbolo de cuidado en la pandemia que hoy entró en desuso.
En efecto, la llegada de la vacuna contra el coronavirus -en sus diferentes versiones- resolvió algunos de los desafíos que venía planteando esta emergencia. En primer lugar, al haber más personas protegidas contra el virus se redujo de la tasa de contagios y el número de casos graves y de personas fallecidas a causa de la enfermedad. En el sistema sanitario argentino se vivieron momentos de angustia y de desazón porque el recurso humano especializado comenzó a sentir el esfuerzo de una lucha cuerpo a cuerpo para intentar salvar vidas.
Todavía recuerdo la obsesión periodística por el recuento diarios de casos y de muertes por el Covid-19. El parte de infectados era una cuestión de Estado y hasta se convirtió en un elemento para estigmatizar a los habitantes de aquellas ciudades consideradas de riesgo por la alta tasa de contagios. Siempre es bueno tener memoria de las actitudes miserables que se cometieron durante aquellos días, como el grado de intolerancia que se tuvo con el personal de salud que pasó del reconocimiento masivo al desprecio por ser un potencial agente de transmisión de la enfermedad.
Hoy estamos asistiendo a una etapa de transición de la pospandemia, es decir la salida en forma paulatina de un modelo sanitario que establecía normas y criterios epidemiológicos para evitar la propagación de las infecciones. Pese a las campañas de difusión respecto de la importancia de los cuidados de higiene personal, esa estrategia no pudo arraigarse en la comunidad y de hecho, la vuelta a la nueva normalidad nos expuso a enfermedades respiratorias, sobre todo a los grupos más vulnerables.
“Estamos viendo nuevamente lo que siempre ocurrió cuando no usábamos barbijo y cuando no teníamos la pandemia, y desaparecieron todo este tipo de enfermedades infecciosas-virales que se contagian por el contacto humano y por estar en ambientes cerrados o poco ventilados. Hay que diferenciar muy bien lo que es una infección viral, que generalmente cursa con fiebre, rinorrea (agua por la nariz y estornudos) y una alergia estacional”, explicó el médico neumonólogo Luis Larrateguy.
El profesional precisó que ambas patologías presentan diferencias puntuales y que en cuanto a las enfermedades virales se debe descartar al coronavirus cuando aparecen síntomas como la fiebre y la tos.
La entrevista que el galeno concedió a La Red Paraná 88.7 hace algunos días deja en claro que se han dejado de lado los cuidados básicos que habíamos aprendido a incorporar durante la pandemia.
No es para alarmar pero no es causalidad que en las últimas se haya registrado un aumento sostenido de casos de Gripe A en el país, con un número registrado que no se veía desde 2016.
Esta situación tuvo su correlato en el sistema sanitario con guardias colapsadas y un impacto en el ausentismo laboral tanto en el sector público como privado. La población pediátrica también fue una de las afectadas por el avance de las infecciones respiratorias, y ello se tradujo en aulas con menor cantidad de asistentes.
Es cierto que la pandemia que ya nos suena como algo que nos queremos recordar, pero esa experiencia nos debe servir para seguir sosteniendo los cuidados básicos y no seguir propagando enfermedades respiratorias: el lavado de manos con agua y jabón, la ventilación de los ambientes cerrados y en caso de ser necesario el uso del barbijo. Me olvidaba, el mate ya no se debe compartir.
Es cuestión de tomar conciencia y de fortalecer las redes de cuidado social.