El pan dulce es un alimento tradicional que se consume en las festividades de Navidad y Año Nuevo, y aprovechando esta demanda estacional los integrantes de la panadería de Casa Lázaro fueron perfeccionando su técnica para lograr un producto de gran calidad para compartir en la mesa familiar al despedir 2020 y recibir el próximo año.
En Casa Lázaro se destacan en la elaboración de pan dulce y los ofrecen para sostener su obra
Lo que recaudan se destina a solventar los costos de la fundación creada en 2017 por el Arzobispado de Paraná para brindar contención a jóvenes sin recursos que procuran recuperarse de sus adicciones, y este producto se puede adquirir directamente en el local de atención al público que funciona en calle Caputto 1158, en la capital entrerriana, o encargarlos enviando un mensaje vía WhatsApp al +5493434637380. Se ofrece al precio módico de 150 pesos.
Delicadamente decorados y envueltos en un papel celofán que deja adivinar el delicioso sabor de una preparación hecha con esmero y dedicación, se venden en presentaciones de 500 gramos y rellenos con frutas abrillantadas. “Se hacen con una masa especial, que es artesanal”, afirmó a UNO Mariano, uno de los seis integrantes de la panadería que se encargan de mezclar los ingredientes en sus justas proporciones para amasarlos, darles forma, y finalmente transformarlos al calor del horno en un panificado esponjoso capaz de deleitar al paladar de quien lo prueba.
El joven, de 32 años y oriundo de Paraná, hace pocas semanas que reside en Casa Lázaro y enseguida encontró en la panadería un oficio que le gusta, a pesar del sacrificio que conlleva, ya que generalmente se realiza la tarea de noche y hasta de madrugada para que los panificados estén listos para la venta a primera hora de la mañana; y aun con altísimas temperaturas en verano se trabaja al lado del horno en el que se cocinan los panes, galletas, bizcochos, facturas y demás productos que se pueden conseguir en el lugar. Sobre su labor en este ámbito comentó: “No es difícil, aunque a lo primero hay que aprender todo y prestar atención. Es lindo saber utilizar las máquinas y demás. Y siempre vamos probando hacer algo nuevo, ahora estábamos preparando unos pastelitos para ver cómo salen y poder venderlos”.
Asimismo, subrayó que hacen todo casero y en el barrio tienen su clientela. “Estamos amasando un pan dulce muy rico con los compañeros. Solemos hacer entre 120 y 180 por día”, destacó, y explicó que más cerca de la Navidad creció la demanda y esperan que pase lo mismo en los días previos al Año Nuevo, para lo cual se están preparando.
Por su parte, Jorge Achor, coordinador de la fundación Casa Lázaro, manifestó que la panadería es lo que les permitió sostener la obra que llevan adelante, ya que por la pandemia las donaciones mermaron y no pudieron continuar con su campaña de socios debido al aislamiento social, preventivo y obligatorio. “Empezamos este año con la panadería. Primero fue una producción a menor escala para el consumo de la Casa. Después incorporamos maquinaria y comenzamos a elaborar cosas en más cantidad. Este año recibimos como donación de Cáritas Italianas el horno que necesitábamos para nuestro taller de panadería”, remarcó.
“La gente que colabora compra algún producto y así estamos solventando los gastos de nuestra institución. También tenemos taller de carpintería, huerta y vivero, y ofrecemos acelga, zanahoria, cebolla, entre otras cosas que están saliendo ahora”, mencionó, y agregó: “Que estas actividades siguieran funcionando en estos meses es lo que nos ha ayudado a sacarnos un poco el peso del encierro, y gracias a Dios vamos bien”.
Achor, quien está a cargo de la Fundación desde sus inicios y sobresale en su labor con una gran vocación de servicio, indicó que las tareas en la panadería se desarrollan con turnos rotativos: “Los seis muchachos son los que tienen más capacidad para ese oficio, porque no a todos les gusta la panadería, sino que por ahí otros chicos prefieren la carpintería o la huerta, pero todos trabajan en algo”, expresó en referencia a las herramientas y habilidades que van adquiriendo quienes residen en el lugar para forjarse un mejor provenir, ya lejos del flagelo de las drogas y abrazando la esperanza de abrirse un camino apuntalado por la fe y el trabajo.
Historia
La fundación Casa Lázaro comenzó a funcionar con esta modalidad el 17 de diciembre de 2016, por iniciativa de un grupo de religiosos y laicos preocupados por el estado de vulnerabilidad de tanta gente con problemas por el consumo de sustancias. Depende del Arzobispado de Paraná, que les proporcionó el inmueble en calle Caputto 1158, que poco a poco fueron ampliando para poder ofrecer más espacios ante una demanda que crece.
“Hoy en Paraná tenemos 23 muchachos. Con la pandemia tomamos todas las medidas adecuadas y hemos seguido en funcionamiento aunque con un menor ingreso de jóvenes, ya que el gobierno municipal abrió este año una residencia para personas en situación de calle en el CIC Este, que antes solo estaba funcionando de noche y ahora está abierto las 24 horas, les dan talleres y entonces empezamos a derivar un poco a los muchachos que venían a pedir ayuda”, explicó Achor.
También cuentan con una sede en Santa Elena desde mediados de 2018, a la que denominaron la Posada del Buen Samaritano, en la que albergan a alrededor de 10 jóvenes, quienes dispuestos a dejar atrás sus adicciones se incorporaron a esta propuesta.
“La gente ha colaborado como siempre acompañando el sostenimiento. Y se ha tenido que pedir alguna contribución a jóvenes que pueden hacerlo para poder así ayudar a los que no pueden y necesitan ser becados”, concluyó agradecido Achor, haciendo un balance positivo de este año en el que se multiplicaron los desafíos ante la pandemia que hace un año sorprendió al mundo.