Ayer, 20 de julio, fecha en la que se conmemora el Día del Amigo en Argentina, Brasil, Uruguay, Chile y España, fui a tomar unos mates a la Costanera Alta y me di cuenta de algo muy particular, característico en nuestro país. Había varios grupos celebrando la amistad, todos ellos compartiendo lo simple: un buen mate. Justamente, el amigo de todos.
El mate es el mejor amigo de todos
Por Alan Barbosa
El mate es el mejor amigo.
Cada uno lo acompañaba de diferentes maneras. Yo, en particular, había llevado conmigo salame y queso, ambos caseros, que me trajeron mis viejos de mi pueblo: Los Conquistadores. Bien al norte de Entre Ríos, a 50 kilómetros de Chajarí. Siempre digo esta referencia. Ya me acostumbré ya que nadie conoce mi pueblito pero todos pasan porque está sobre la ruta nacional 127.
Volviendo al acompañamiento. Había amplia variedad para rodear al gran amigo. Sanguchitos de miga, tortas fritas, empanadas, churros. Desde lo salado hasta lo dulce. Quizás, hasta cosas que creía yo que no iban con el mate. Todo eso variaba, menos el muchacho, hecho tradicionalmente de calabaza. Él estaba firme y de diferentes maneras. De madera, de vidrio, amargo, dulce, de limón.
¿Alguien sabe por qué se celebra el Día del Amigo? Yo busqué en Internet y encontré que la efeméride tiene como objetivo destacar los vínculos humanos y homenajear el valor de estas relaciones.
Fue Enrique Ernesto Febbraro, un odontólogo que vivía en Lomas de Zamora, quien propuso celebrar esta efeméride. Febbraro se había formado en psicología, historia y filosofía, y sentía un gran interés por los acontecimientos de la humanidad. En ese contexto, se sintió fuertemente atraído por la llegada del hombre a la Luna, y tuvo el deseo de crear una fecha que celebrase las amistades y la virtud altruista.
Entonces, partiendo de la base de que según Febbraro hay que celebrar las amistades, no existe otra cosa que festejarlo con un buen mate.
Debo admitir que me fui amigando de grande con este señor. Recién en la facultad lo empecé a frecuentar. Llegaba del interior, medio del campo, a la capital entrerriana. ¿Cómo no voy a tomar mate? Así que de a poquito me empecé a encariñar. En las rondas de verdes y charlas de vez en cuando pedía un mate.
Me quemé al principio. En reiteradas ocasiones. Pero asumí que también es parte de una amistad. Tiene momentos grises. ¿A quién no le pasó de mancharse la remera o el pantalón con mate; o quemarse con agua hirviendo? Sin embargo, le seguimos siendo fiel a la bebida nacional que trasciende fronteras y llega a todos los rincones del mundo.
En fin, el mate es ese amigo que no te deja tirado nunca. Siempre es buen momento para compartir unos verdes. Es tan amplio el espectro a la hora de prepararlo que se termina adaptando a cualquier circunstancia. Cada uno lo prepara a su manera, con su ritual, con su temperatura y su sabiduría.
Hasta tiene sobrenombres. ¿Cómo no voy a quererlo? Yo suelo decir me voy a tomar unos Marco Materazzi, como el defensor de fútbol italiano ganador del Mundial 2006. Si no, también le digo: matecito, amargos, matecín, matungos, matesovich, materiales, Mateo Retegui, verdes, Leo Mattioli. Así podría estar todo el día.
Esta bebida emblemática Argentina se convirtió en mi amiga, en la de todos. Es por eso que la saludo.
El mate lleva su nombre por la palabra matí, en quechua, que significa calabaza, ya que era el recipiente donde se consumía. Andrés Guacurarí, Andresito, tuvo un rol fundamental en el desarrollo de la yerba mate: fomentó su producción y distribución como gobernador de la provincia de Misiones. Le debemos en parte a este personaje histórico que hoy el mate sea el compañero de vida de la mayoría de los argentinos en todo momento, tanto que se convirtió en infaltable.
Gracias al mate por existir y por dar tanto sin recibir nada a cambio. Solo le falta hacer un asado o ir a jugar un picadito con los pibes.
Cómo se extrañó poder compartirlo durante la Pandemia Mundial y que difícil fue adaptarlo nuevamente a las juntadas. Hoy todo volvió a la normalidad y pude apreciar, en el Día del Amigo, el pasamano de mates a metros del Paraná.














