En una ciudad como Paraná, donde las barreras arquitectónicas y culturales muchas veces son una constante, la escuela Integral Helen Keller ofrece un espacio pensado de manera genuina para la integración de sus alumnos.
Es la única escuela para ciegos y disminuidos visuales de la provincia. Está a punto de cumplir 54 años yx cuenta con un edificio propio recién desde el año 2009. El inmueble, situado en calle Churruarín 338, fue construido en base a una tesis del arquitecto Catriel Rausch, quien lo planificó contemplando las necesidades, características y requerimientos de quienes tienen una discapacidad visual.
El lugar se diseñó con aulas amplias para poder circular cómodamente, incluso si alguno de los que asiste se traslada en sillas de ruedas; también tiene escaleras y rampas prolongadas para ascender a los pisos superiores, y un ascensor, aunque en la actualidad no se utiliza porque está averiado.
Con el compromiso del grupo de directivos y docentes, que a diario comparten el aprendizaje y los logros de los chicos, la institución se fue transformando en un espacio de referencia y también en una extensión de la familia en muchos casos, sobre todo de los niños que van desde que eran muy pequeños y acompañados por sus padres fueron aprendiendo a forjarse un porvenir de manera independiente.
En la actualidad concurren 85 alumnos no solo de Paraná, sino también de otras localidades. Van niños desde 3 años hasta personas adultas y la matrícula sigue creciendo semana a semana desde que inició el presente ciclo lectivo, con una propuesta de talleres que se diversificó en los últimos meses. Mariana Bucchammer, la vicedirectora, contó a UNO: “Además de los que se vienen desarrollando hace años, como música, informática, entre otros, hay nuevos talleres y queremos que la gente conozca los que se hace en la institución”. En este sentido, señaló: “Concurren chicos de educación inicial y hay distintos talleres para jóvenes y adultos, como el de Panificación, donde obtienen la certificación de Elaborador de productos de panificación; también otro donde reciben el título de Asistente en lectura y escritura Braille, y el de Aromaterapia, que es uno de los más nuevos y con gran adhesión”. Asimismo, recordó: “En la institución también hay grupos tanto a la mañana como a la tarde que desarrollan su escolaridad en escuelas comunes y vienen acá a contraturno a hacer todas las tareas relacionadas en Braille”.
En el lugar además aprenden Braille, hay alfabetización de adultos, estimulación visual, talleres de orientación vocacional y ocupacional, hay un área de Enseñanza Técnica y Recursos Específicos (ETRE) para los chicos que van a la escuela común, y se enseña a todos los grupos lo que es orientación y movilidad. “Aprenden técnicas para orientarse de manera independiente, ya sea con bastón o usando su propio cuerpo, y también otras acciones que son actividades de la vida diaria, como higiene personal, toda la parte de hábitos, que se practica normalmente en todas las áreas. Por ejemplo, en el desayuno, almuerzo y merienda, aplican cómo manejar los utensilios, incluso aprenden a lavar los platos en el comedor”, contó por su parte Margarita Sueldo, la directora del establecimiento, quien a su vez destacó: “Viene gente de todas las edades. Estos días hubo una señora de 82 años averiguando para aprender Braille. Acá se atiende a la población con todo tipo de discapacidad visual, disminuidos visuales y ciegos. Es la única de esta características en la provincia, si bien hay escuelas integrales”.
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Pensar un espacio para todos
Por la ubicación de la escuela, a diario a los alumnos les toca lidiar con los inconvenientes de un ámbito donde la accesibilidad parece no ser un tema prioritario. Situada en una avenida doble mano, donde los vehículos circulan a alta velocidad sin consideración, cruzar la calle ya es una odisea. “Les ocasiona muchos inconvenientes a la hora de movilizarse solos. En la cuadra hay gente que sube autos a la vereda, pero también en otras zonas de la ciudad falta en la sociedad esta mirada de respetar el espacio público para todos”, reflexionó Mariana Bucchammer.
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Gran compromiso de los padres
Los padres de los alumnos que asisten a la escuela Helen Keller son los que cada día acompañan a sus hijos en el aprendizaje y, a la vez, aprenden. Muchos tuvieron que familiarizarse con el Braille y en muchos casos luchar contra la indiferencia de quienes no contemplan una sociedad para todos y dejan sus autos y motos mal estacionados, ventanas abiertas en las veredas, carteles mal puestos o aire acondicionados colocados a baja altura, por citar algunos ejemplos.
También muchos de ellos, durante años, elevaron notas y reclamaron un lugar digno y adecuado para que sus hijos vayan a clases. Hoy son los que destacan el valor que tiene la escuela Helen Keller en sus vidas cotidianas y siguen pidiendo para que los chicos puedan hacer uso de todas las instalaciones para los talleres, ya que la institución fue pensada para este fin y no otro.
Entre los testimonios, Silvina, una de las mamás que ayer acompañó a su hijo Agustín a clases, destacó: “Para él es como su segunda casa. Tiene 14 años y viene desde los cuatro. Actualmente está integrado a una escuela común y viene una vez por semana o cuando lo necesita”.
Alejandra, mamá de Leo, también de 14 años, expresó: “Mi hijo viene desde que es bebé. La contención que nos brinda la escuela es muy importante para nosotros como papás, y para su integración, su desarrollo educativo y afectivo”. Asimismo, recordó: “Desde 2009 la escuela funciona en este edificio, por el que se peleó mucho, los primeros años anduvimos por distintos lugares, hasta que se consiguió que se haga este lugar para los chicos. Hay muchos que vienen de otras ciudades y trabajan con toda la parte de estimulación; hay chiquitos con ceguera y con otros problemas físicos, su estimulación, su progreso”.
En tanto, Carlos, su esposo, reflexionó: “Esta escuela es fundamental para el desarrollo de los chicos y para su integración, con una base académica muy buena. Están hasta los 18 años y vienen cuatro veces por semana o menos, de acuerdo a su función. Además, es muy importante el acompañamiento de la escuela equiparando a la familia con el sistema Braille y la doble jornada escolar. Los chicos ya se van manejando a cierta edad con su bastón y acá aprenden esas y muchas cuestiones más. Hoy seguimos luchando porque los chicos puedan contar con los espacios necesarios para los talleres”.
Por último, Walkiria, madre de Tiziano, de 13 años, destacó el rol de los profesores y directores.
La escuela Helen Keller suma propuestas para la integración
Con más talleres, la institución brinda un espacio fundamental para el aprendizaje de chicos y adultos con discapacidad visual
4 de mayo 2016 · 06:10hs