Hubo una época en la que el periodismo era, más que una profesión, un lugar donde la verdad resistía frente a la mentira del poder político y económico; un punto de encuentro para muchos desahuciados; un espacio de catarsis ante una realidad desesperante; la esperanza de que una voz podía ser escuchada por encima del ruido que ensordecía las conciencias. Era demasiado para un sistema que se pudría por dentro y por fuera y para los poderosos que lo querían todo. Y le declararon la guerra: el 25 de enero de 1997, hace hoy 25 años, asesinaron al periodista y fotógrafo José Luis Cabezas.
Volver a José Luis Cabezas, 25 años después
Por José Amado
Foto: Télam
En el verano anterior Cabezas logró sacarle una foto a Alfredo Yabrán, uno de los empresarios que más poder y dinero acumuló en los negocios desde el sector privado con el Estado, cuando caminaba en una playa de Pinamar. El hombre cuyo rostro era un enigma, quedó expuesto en la tapa de la Revista Noticias. Durante 1996 Cabezas recibió amenazas de todo tipo. Y en el verano siguiente, junto a su compañero Gabriel Michi, lejos de achicarse, volvieron a Pinamar para lograr una entrevista con Yabrán. Cabezas fue hallado muerto con dos balazos en la cabeza, calcinado dentro del auto que la revista les había alquilado para la cobertura. Hubo nueve condenados y Yabrán se suicidó en su estancia del sur entrerriano antes de ser juzgado como el instigador del crimen.
El periodismo se unió con el respaldo de la sociedad en reclamo de justicia, que también fue una firme defensa de la democracia. Aunque, un cuarto de siglo después, aquella guerra la siguen ganando los poderosos: pudieron romper, quebrar, cooptar, comprar y, sobre todo, dividir.
Fernando Ruiz, profesor de Periodismo y Democracia de la Universidad Austral y expresidente del Foro de Periodismo Argentino hasta hace un mes y medio, dijo en un texto colaborativo por este 25° aniversario: “Los periodistas que en 1997 marcharon juntos, están desunidos. La discusión sobre dónde está el poder al cual hay que enfrentar y dónde está la verdad, confundió las brújulas. Aquel bloque profesional uniforme es hoy una comunidad quebrada y débil, casi sin referentes. No es distinto a lo que ha pasado otras veces en la historia y en muchos otros países, pero este ciclo de ruptura se alargó demasiado. José Luis y Gabriel Michi hacían periodismo, no política partidaria. A eso hay que volver. Sabemos los riesgos, pero la democracia lo exige”.
Volver a Cabezas es poder salir de cualquiera de las grietas en las que estemos metidos, porque afuera hay una realidad sangrienta, con millones de víctimas y pocos victimarios que siguen escondiendo sus rostros. Quizás no sea al estilo del periodismo del siglo XX, sino con otros formatos, nuevos lenguajes, distintos medios. Pero lo que no cambiará es la búsqueda de la verdad que tanto pretenden devaluar.