Fútbol lento no es una categoría deportiva como el sóftbol Lento, se trata de la nueva manera en que hay que mentalizarse para ver el balompié en las citas ecuménicas. Lisa y llanamente un embole cada partido de la Copa América que se disputa por estos días en Brasil. Los jugadores que antes se enloquecían reclamando una falta, una tarjeta, ahora se llenan la boca con justificaciones y explicaciones para que el árbitro pida el famoso videoarbitraje.
¡Inventaron el VAR!
Goles que se festejan y después de varios minutos se anulan; tarjetas que se sacan y que después se retiran por decisión de una máquina a la que la máxima autoridad mira una y otra vez para sacar conclusiones.
Supuestamente esta instancia evitaría una injusticia para un equipo, por ejemplo, por no cobrar una posición adelantada que termina en gol; o una mano airada que sirve para evitar una acción de juego o abrir un marcador. Sin embargo también genera suspicacias en el mundo de las apuestas, porque el resultado también se puede digitar y culpar a la tecnología.
Su uso a diestra y siniestra cansa y aburre. Desvirtúa el juego. Hasta termina por generar pena para con los seleccionados que padecen la anulación de los goles o que deben asumir un penal en contra por decisión milimétrica de una computadora seis o siete minutos después.
Le pasó a Brasil ante Venezuela –le anularon dos goles–, también le tocó a Argentina frente a Paraguay –le dieron un penal y Messi marcó el empate– y el jueves fue el turno de Uruguay ante Japón –una falta a Cavani que Luis Suárez cambió por gol.
Durante la interrupción del juego los televidentes escuchan un sinfín de especulaciones de los conductores televisivos, que muchas veces no entienden qué cobró la máxima autoridad del partido. Se desvirtúa el juego y la intensidad de los jugadores llega a una meseta de reclamos, espera y resolución. Hasta se deja a un costado la bohemia de una viveza porque todo se analiza, se retrotrae y se determina.
En el hockey la Federación Internacional autorizó la utilización del Video Referral o Video ref en 2010. En ese sistema cualquier jugador puede pedir que el partido se pare y solicitar otra opinión siempre y cuando sea una jugada del gol, penal o córner corto. Cada equipo tiene tantas chances de pedir Video Ref como crea conveniente, pero si pide una objeción y la imagen determina que el jugador está errado, su equipo no puede volver a pedirlo. En cambio si el reclamo es justo y las imágenes dan la razón al solicitante el equipo podrá seguir solicitando la ayuda de las cámaras.
Mientras que el asistente observa las imágenes el árbitro tiene que esperar, en cancha, el fallo final. El sistema solo se utiliza a nivel internacional y en pocas ocasiones se utilizó en torneos locales en el país.
Es más dinámico que en el fútbol, el árbitro no observa pantalla alguna sino que confía en la decisión de los asistentes de video y listo. En el fútbol los jugadores protestan, mientras los asistentes de video estudian, luego le informan por medio de audio la recomendación de ver la jugada y posteriormente el juez se dirige a la pantalla, observa –repetidas veces– y decide. Pasaron varios minutos para tomar una determinación. En todo este tiempo el juego está parado y los jueces de campo se llevan todas las miradas, los primeros planos de las cámaras y también las críticas. Han perdido la espontaneidad y la sapiencia para determinar si el jugador está adelantado, si hizo una falta, si fue mano intencional. Ni hablar de los asistentes, que como se dice habitualmente “están pintados”.
Cosas de este nuevo fútbol que se ve en la Copa América y que el sabio Enzo Pérez supo resumir en una frase. Allá por 2017 sintió que River era perjudicado por una decisión tecnológica y gritó a los cuatro vientos: “Inventaron el VAR para sacarnos de la Copa”. Su frase se inmortalizó y hoy retumba en los oídos de los fanáticos futboleros cada vez que el árbitro dibuja en el aire las señas de un cuadrado, que sería la forma de un televisor.