Por otra parte, los victimarios no son indefectiblemente víctimas de abusos en la infancia, no se circunscriben a una única clase social, franja cultura, económica y o religiosa. Salvo aquellos que poseen una debilidad mental comprobada por un psiquiatra forense -lo que transforma en un demente en sentido jurídico- los abusadores sexuales comprenden y dirigen sus actos al momento de abusar de sus víctimas. Es decir, son penalmente responsables de sus actos y deben responder por ellos.
El silencio del abusador
Por Lucila Tosolino
30 de julio 2017 · 06:20hs
Las víctimas no eligen serlo, no seducen a sus abusadores, no disfrutan con el abuso y no tienen elección ni consentimiento en el ataque, porque ya sea por la inmadurez sexual, por el terror, la incapacidad física o psicológica, la dependencia del abusador y o la vulnerabilidad y naturalización de la violencia, la inconmensurable asimetría que marca, decide y maneja el abusador les impide cualquier conducta de defensa.
Existen numerosas clasificaciones de abusadores sexuales. Sin embargo, más que indicar sus diferencias, resulta más esclarecedor marcar sus puntos de coincidencia. El abusador sexual es un perverso. Elige el método, el momento y la forma de seleccionar y atacar a sus víctimas. Se podría decir que es un enfermo, pero si lo fuera, tendría cura y lo cierto es que no la hay.
La médica forense Virginia Creimer fue quien explicó todo esto en una entrevista que concedió a Infojusnoticias. Además, ella indicó que los pedófilos marcan con claridad sus preferencias por sexo y edad de las víctimas, y los rasgos distintivos de las mismas, como componentes raciales y/o fisonómicos particulares sin descartar también sus condiciones socio-económicas para así saber cómo acercarse a ellos.
Estos pedófilos, pederastas, perversos, manipuladores, psicópatas al parecer conviven en sociedad. No quiero que este enunciado se tome como rotundo, pero al parecer todos los días los argentinos nos desayunamos con un abusador de menores nuevo.
Una noticia que conmocionó a la provincia y más específicamente a Gualeguaychú en las últimas horas, es que el abogado, historiador y ex candidato a gobernador por la Unión del Centro Democrático (Ucedé), Gustavo Rivas, está sospechado de cometer, durante más de 40 años, graves abusos a menores en la ciudad del sur entrerriano.
Según informó la Revista Análisis, quien realizó la denuncia periodística, Rivas corrompió a más de 2.000 adolescentes de entre 15 y 16 años, entre 1970 y el 2010. Además, el informe periodístico señala que el "ciudadano ilustre de Gualeguaychú" les pasaba videos pornográficos, los masturbaba, les practicaba sexo oral y se hacía penetrar o colocar elementos importantes en su ano en encuentros semanales en en distintas casas.
Pues claro, esta atroz historia no termina aquí, ya que la investigación detalla que fueron cuatro los sitios donde se cometieron los abusos. Primero una casa sobre la calle Mitre, a pocos metros de la plaza principal de Gualeguaychú y donde Rivas posee su estudio jurídico. Después la casa materna del abogado que está ubicada en calle Urquiza y 3 de Febrero. Luego en la casa de fin de semana que tiene en Pueblo Belgrano y, por último, un barco que compró en 1978 y vendió por 1993.
Ahora el caso está en manos de la Justicia y se espera que las víctimas de Rivas se animen a hablar, algo que no se animaron a hacer por miedo al poder que posee el abogado en Gualeguaychú, o por vergüenza. Resulta que el ex candidato a gobernador por la Ucedé sabía elegir sus víctimas, quienes en su mayoría eran adolescentes de condición humilde y de esta manera el perverso jugaba con la necesidad de ellos ya que un encuentro sexual con el letrado determinaba dinero o un pago a través de ropa o zapatillas.
Esperemos que el caso de Rivas se esclarezca y se haga justicia. Realmente pasa a ser sorprendente la impunidad de la situación y el silencio del abusador. Y no sólo lo digo por lo que hizo este abogado, sino por otras miles de situaciones que ocurrieron y que dejan la piel de gallina.
Hay que poner un freno a la situación de los abusadores. El sistema actual es frágil y no para de dar resultados erróneos. Los distintos métodos nacionales e internacionales no atacan el problema de raíz. Se debe ser más conscientes de este complejo entramado y de ésto la educación en su máxima expresión no debe ser ajena. Luchemos para que no hayan más personas que sean víctimas de abusos contra la integridad sexual, algo que provoca nauseas de tan sólo pensarlo.