El sábado pasado estuvo en Paraná el periodista Ernesto Tenembaum, en el inicio del ciclo de charlas periodísticas que organiza la revista Análisis y canal 9 Litoral. El tema de la charla fue “Periodismo y política, 40 años de democracia”. Cuando muchos quizás esperaban un análisis de la embrollada situación política, las elecciones, el dólar y el rol del periodismo, en este mar de miedos y confusiones Tenembaum trazó una retrospectiva sobre los logros de los argentinos y nuestra democracia en las últimas dos décadas, así como parte de los desafíos actuales ante los engendros de la desazón social. Lo relató como testigo y como protagonista, tal como fueron y son muchos de quienes tenemos al lado cada día, una generación a la cual le cuestionamos las miserias del país pero deberíamos escuchar con más atención, porque también son responsables de que, pese a todo, llegamos a 40 años ininterrumpidos de democracia.
Democracia, 40 años: que la incertidumbre no nos gane
Por José Amado
UNO/Juan Manuel Hernández.
Las ferias siguen vigentes en medio de un contexto de crisis económica.
“Un país casi sin violencia, casi sin presos políticos, un país donde se puede decir cualquier cosa y nadie cierra ningún medio (…) Expertos de la democracia mundial hablan de argentina como un ejemplo de democracia”, dijo Tenembaum.
Un médico entre el público le agradeció el optimismo, que el periodista negó tener, aunque en rigor su mirada causa cierta serenidad en medio de una tormenta de mensajes tremendistas: hubo y hay muchas malas, hubo y hay unas cuantas buenas; la situación está muy difícil y puede esta peor, pero esto no nos puede derribar porque está el futuro. Mantener ese equilibrio sobre el terremoto de la realidad y la angustia de la incertidumbre, es muy difícil. Tenembaum tiene esa capacidad, así como otra cada vez más extraña: la de interrogar e interrogarse: “El desafío de la vida desde lo mas íntimo hasta lo más social y colectivo tiene que ver con eso ¿Cómo es esto? ¿Será de la manera como lo pensaba? A esta altura desconfío mucho de las certidumbres, cuando escucho a alguien que tiene convicciones muy fuertes pienso ‘¿será así? ¿No se estará equivocando? ¿No tendrá que habilitar preguntas?’”, dijo en la charla.
Frente a lo que dijo que considera su principal preocupación que es lo que expresa Javier Milei en Argentina, a su vez se reconoció optimista: “Todas las figuras que han surgido, ya sea por izquierda o por derecha, desde Giorgia Meloni hasta Gabriel Boric, desde Milei hasta Trump, totalmente nuevas del sistema democrático, se proponen llegar al poder por vía democrática, y en general hasta ahora cuando pierden, entregan el poder. Las democracias se muestran flexibles aún para absorber a las personas que mas enojadas están con las soluciones que la democracia no les ha dado”, agregó.
Acerca del momento actual del periodismo, Tenembaum dijo que “se enfrenta a todo un desafío en medio de este griterío espantoso para volver a ser lo que era. Necesita desandarse. La forma de salirse de ahí es contar historias, ser lo mas criterioso posible, ser moderado, ser lo menos egocéntrico en la discusión personal, es acompañar con alguna reflexión, dar por sentado que uno no siempre tiene la razón y decirlo explícitamente”.
“Si uno mira para atrás tiene muchos elementos para saber que hemos construido una sociedad libre, democrática, el periodismo es anárquico, con muchas cosas desagradables, pero está el periodismo en sus más diversas variantes. Y está la democracia con su libertad”, valoró.
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Una mujer le preguntó qué decirle a los jóvenes que no encuentran un lugar ni un futuro en Argentina y piensan emigrar. Tenembaum dijo (como en varias preguntas que le hicieron) que no tenía la respuesta, que la situación está muy difícil, que independizarse es muy complicado, pero que tampoco es fácil irse del país. Tras desarrollar un poco más esta respuesta, el periodista recordó que, además, “hay que luchar”.
Aquello que dijo Tenembaum lo tiene en claro un muchacho que ayer al mediodía, en el semáforo de avenida Ejército y Galán, de Paraná, ofertaba con entusiasmo a los automovilistas bolsas de naranja: dos kilos por 1.000 pesos. Un taxista que lo conocía lo saludó. Le preguntó cómo iba la venta: “Y... acá vamos, en la lucha”, le respondió, con notable orgullo, el vendedor.