En 2019 una editorial de Diario UNO -publicada el 24 de noviembre- pedía “Ciclovías en la cuna de campeones”, haciendo referencia a la trayectoria de ciclistas paranaenses que lograron reconocimiento internacional y la falta de espacio para las bicicletas. “En los pagos de don Mario Mathieu, Humberto Varisco y hasta Miguel David, no hay una ciclovía que los emule e indique que Paraná fue cuna de campeones. Un trayecto que recorraavenida Almafuerte, avenida Ramírez, Blas Parera, Almirante Brown, Don Bosco, que una barrios y que le dé seguridad a los que deciden utilizar la bicicleta por sobre el auto o el colectivo”.
Ciclistas: ¿A qué santo se tienen que encomendar?
Por Dina Puntín
Foto: UNO/Javier Aragón
En una semana dos ciclistas de Paraná perdieron su vida pedaleando: Lila Victoria Maia Galli y César Hayy
En una semana dos ciclistas de Paraná perdieron su vida pedaleando: Lila Victoria Maia Galli y César Hayy
En una semana dos ciclistas de Paraná perdieron su vida pedaleando: Lila Victoria Maia Galli y César Hayy
Esa seguridad que en una semana no tuvieron dos ciclistas, dos vecinos de la ciudad que perdieron su vida pedaleando. De ser personas comprometidas con el cuidado del medio ambiente y también de su salud, a lamentar su fallecimiento a causa de accidentes viales por imprudencias de los conductores y también por transitar en una ciudad sin planificación.
Lila Victoria Maia Galli tenía 32 años y al momento del choque en avenida Almafuerte se dirigía a su trabajo, al que llegaba en bici.
César Hayy tenía 57 años y fue embestido por un camión cuando en su bici de montain bike realizaba su entrenamiento habitual en zona de avenida circunvalación José Hernández, a metros del acceso a la calle que conduce al Túnel Subfluvial.
Sus muertes dejan un gran vacío en familias, amigos y también tiene que alertar a la comunidad sobre la obligación de exigir un cambio en el tránsito diario de la ciudad. No alcanza con una senda para bicis en la costanera porque para llegar hasta el Parque Urquiza hay que circular por avenidas y calles sin marcación, semaforización y cartelería, entre autos, camionetas, camiones y colectivos.
El tramo renovado de avenida de las Américas significó un pequeño gesto para quienes salen a la ruta a pedalear, atravesar esa zona de la ciudad contenidos por las delimitaciones correspondientes se agradeció. Pero el nuevo bulevar Racedo se habilitó sin espacio para ciclistas profesionales o aficionados y así se puede enumerar otros ejemplos de remodelaciones que no tuvieron en cuenta la seguridad de quienes utilizan estos rodados.
El ciclista siempre pierde, a tal punto que deja la vida tratando de usar la bicicleta. Los automovilistas no respetan la distancia prudencial y tampoco se toman el recaudo de mirar por el espejo retrovisor antes de abrir una puerta y hacerlos volar. Si van por la izquierda es peligroso y si lo hacen por la derecha también. Hasta las motos los rozan para intimidarlos y mostrar su poderío.
Son blanco fácil para criticarlos también, seguro que lo primero que se indica es que pasan los semáforos en rojo. Lo que no se observa es que el ciclista busca pasar antes que los autos que están en su mano para evitar los bocinazos que lo apuran si sale lento en el verde, no se tiene en cuenta que el motor de la bici son las piernas y el esfuerzo que el pedalista realiza.
Si “el peatón está a la buena de Dios” -como indica el Hoy por Hoy de UNO del 23 de setiembre de 2018-, los ciclistas también necesitan la asistencia de los santos para circular por Paraná.
Alguna vez las cosas deberían cambiar, la conciencia social aumentar y de esa forma dejar de esperar una solución Divina para quienes tienen respeto por el medio ambiente, por su salud física y mental.
Un artículo de la revista online Pedalia -especializada en ciclismo de aventura- indica: “Los ciclistas somos seres con Fe, pues la Fe es un principio de acción y de poder -justo lo que hace cualquier persona que decide tomar una bicicleta” y añade: “Confiamos en que podemos cambiar la ciudad y nuestra calidad de vida a través de la pura fuerza de nuestras piernas”.
Paraná está en deuda con los usuarios de la bicicleta, también con los peatones, ancianos y personas con discapacidad. Todos tendrán que seguir encomendando su camino algún santito, virgencita, estampita u otro símbolo de protección que los acompañe durante su transitar por las calles de la ciudad para llegar a destino.