Vanesa Erbes / Redacción de UNO
Gracias a una mano solidaria, ahora los goles se gritan de local
Pareciera que vivir en una ciudad pequeña, donde las siestas son sagradas y se respetan a rajatabla, posibilitara que soñar sea más fácil. Sergio Pruzzo comenzó a forjar su sueño en Rosario del Tala, hace 19 años, cuando estaba desempleado y decidió instalar una escuelita de fútbol para garantizarse su sustento. Como negocio duró poco: al tiempo se dio cuenta de que más de la mitad de los chicos que asistían a sus clases no podían pagar una cuota, por módica que fuera.
Su pasión por este deporte y su amor por los niños lo llevó a seguir adelante. Hoy trabaja como portero de la escuela Nº 50 Naciones Unidas y continúa enseñando el arte que en los pueblos se practica generalmente en los potreros.
Su esposa, Susana García, también fue partícipe de este anhelo y, con su ayuda, en su casa se apilaban las camisetas, listas para cada partido. Se conocieron hace 23 años y desde aquel entonces él ya sabía cuál era su meta: “Siempre habló de llevar adelante una gran labor social a partir de este proyecto de la escuelita. El amor y la paciencia que tiene hacia los chiquilines es increíble”.
Eso fue lo que percibió Xavier Kriscautzky, un día que pasó por casualidad frente a la escuela y se cruzó con Sergio. “Mi papá era de Maciá y tenía esta chacra en Rosario del Tala. Antes de morir nos dijo que hiciéramos lo que nos pareciera con este lugar, pero que él deseaba que quedara en manos de alguien que pudiese hacer un aporte y un bien a la comunidad”, contó a UNO.
Xavier actualmente vive en Atalaya, cerca de La Plata, y trabaja como fotógrafo en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Acostumbrado a posar el ojo en las realidades sensibles que se tejen en los diferentes poblados de la Argentina, supo que al fin había encontrado al destinatario.
“Yo le pedí que me vendiera el terreno y me diera la posibilidad de pagárselo de aquí a 20 años, porque plata no tengo, pero quería hacer mi escuelita de fútbol”, aseguró Sergio.
“Al año volvió y me dijo que había consultado con sus hermanos y que al terreno me lo regalaba para que construyera el polideportivo. Yo no podía creerlo”, añadió emocionado.
El municipio ayudó a desmalezar y emparejar la tierra y finalmente, después de un gran esfuerzo, el 1º de diciembre lograron inaugurar el predio Moncho Kriscautzky, en homenaje al papá de Xavier.
“El polideportivo se llama El Bicho, que es como me conocen todos acá en Tala”, comentó Sergio.
Ese día se realizó una celebración y asistieron los alumnos juntos a sus familias y fue una jornada muy emotiva. También llegaron Xavier Kriscautzky, junto a uno de sus hermanos y a su hijo. En uno de los carteles que adornan el predio, pintado a mano, puede leerse una gran verdad: “Con esperanza, esfuerzo y trabajo, los sueños se hacen realidad”.
Crear lazos solidarios
Xavier Kriscautzky fue el mentor de donar el terreno que había pertenecido a su padre. Vinculado a labores solidarias desde su profesión, comentó: “Si bien a mis hermanos y a mí no nos sobra el dinero, nos pareció buena idea el hecho que tenga un destino como el que mi papá había deseado”.
“Al predio le pusimos el nombre de mi viejo, que no tuvo más mérito que ser una buena persona. La familia del Bicho es increíblemente solidaria y el lote está emplazado en uno de los barrios más humildes de Rosario del Tala. Lo charlamos con ellos y acordamos que el destino no tendrá fines de lucro ni protagonismos, sino que servirá para brindar el bien a la comunidad”, concluyó.
En el predio ya funcionan las canchas de fútbol y de vóley
Sergio Pruzzo tiene un certificado que lo habilita como instructor nacional de fútbol. Actualmente en la escuela no se cobra arancel y el trabajo es absolutamente ad honorem.
“En la familia todos los acompañamos en esto”, afirmó su esposa, Susana. En esto coincide María Paula, su hija de 11 años: “Nos tiene cansadas con el fútbol, pero nos encanta el trabajo social que hace mi papá”, aseguró con picardía.
“Además de ella tengo dos hijas más: María Cecilia, de 16, y María Laura, de 4. Con lo que amo al fútbol, me tocaron tres gurisas, que no quieren saber nada con practicar este deporte”, confió Sergio entre risas.
En referencia a las prácticas en el nuevo espacio, señaló: “Trabajamos con infantiles, juveniles y veteranos. El predio Moncho Kriscautzky es un terreno de casi siete hectáreas y ya hay instaladas dos canchas de fútbol profesional, dos de vóley, una de fútbol tenis, y se emplazaron las estructuras para colocar aros de básquet”.
“Es un gran esfuerzo el tema de la escuelita, hay que dedicarle mucho tiempo, pero estamos felices con este emprendimiento. Esto es algo que es para toda la comunidad y estamos agradecidos por la respuesta que tiene también la gente, que se acerca y colabora en todo”, aseveró Susana.
Asimismo, indicó que presentaron un proyecto para poder contar con un espacio donde realizar caminatas y un parque para los más chiquitos. “Mi esposo está armando los juegos en el patio de casa para que pronto los nenes del barrio tengan dónde divertirse. Es lindo que estén contenidos acá y no que anden en la calle”.
Premiado por Diario UNO
En el año 2007, Diario UNO reconoció a Sergio Pruzzo y también a la escuela de Fútbol El Bicho por la excelencia deportiva.