Lejos quedó aquel nivel de actividad en tiempos en que conseguir una fecha, con salón y organizaciones dedicadas a la realización de eventos, determinaba adelantarse un año o más adelante. Hoy hay vacantes al corto plazo en toda la oferta de servicios que propone una fiesta, sea gastronomía, música, alquilar de lugar, entre otras.
Eventos: hay menos cantidad y reprogramaciones
La crisis económica y la pandemia aún vigente frenan la reactivación plena del sector eventos
Si bien la mejora de la situación sanitaria llevó a una mayor realización de eventos de todo tipo, el rubro está lejos de recuperar un nivel normal: por ahora, los organizadores de eventos se encuentran abocados a encarar el último tramo de aquellos festejos que debieron ser reprogramados en los últimos meses debido a las restricciones que fue imponiendo paulatina y recurrentemente el avance del Covid-19.
Pero para fin de año, y después, el panorama sigue siendo preocupante para una actividad que en la provincia estiman, moviliza a alrededor de 35.000 trabajadores.
Juan Carlos Ortega, referente del sector y también vocero en los últimos tiempos para visibilizar la problemática que atravesaron, consideró que flexibilizadas las medidas sanitarias, el impedimento hoy para que se recupere o tenga impulso el rubro, se debe a la inflación y al bajo poder adquisitivo de la gente.
Mientras tanto, han proliferado en la capital provincial, la realización de fiestas en quintas, como un modo de reducir altos costos, particularmente para el caso de fiestas de 15 años u otros cumpleaños de adultos.
Si bien ello no está homologado dentro de las ordenanzas vigentes en Paraná, se trata de una “moda” o estilo adoptado a partir de la pandemia, aunque las celebraciones en quintas o countries tiene mayor desarrollo y vigencia en las grandes urbes, como Capital Federal o Rosario.
“Acá no hay tantas quintas para el desarrollo de eventos grandes. Por eso la gente está volviendo a los salones”, señaló Ortega, respecto de los casos de los eventos reprogramados. Se requieren comodidades y capacidades más amplias, e incluso grupos sanitarios acordes a la cifra de asistentes.
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“Ahora la gente que viene a pedir presupuesto nuevo, busca salones”, planteó. De todos modos, aclaró que “hay muchas consultas y pocas confirmaciones”.
“En este tiempo de restricciones sanitarias, la gente hacía las fiestas donde podía. Pasa que hacer una fiesta lleva una antelación de dos años”, graficó.
Precisamente, si bien marcó que cada organizador de eventos puede estar atravesando una realidad mejor o peor, indicó que en general sucede que en la actualidad los pocos eventos en marcha tiene como características una reunión entre 50 y 70 personas. Y también se han impuesto los festejos tipo lunchs, para abaratar costos, y luego baile.
“Hoy una tarjeta con la fiesta tradicional está próxima a los 3.500 pesos. Hay muy bajo poder adquisitivo y eso hace inviable organizar y costear una fiesta. La inflación hace su parte: la gente pregunta si se congela el precio de acá a un año, y es imposible”, explicó Ortega.
Eso llevó, según contó, a que sean muy pocas las fiestas que se vienen programando para diciembre o incluso para el inicio de 2022.
“Esto nunca sucedía. En diciembre no se conseguían fechas, y hoy, sin graduaciones ni despedidas, será un mes bajo en eventos. Todo eso se tiene que organizar con mucho tiempo de anticipación, no sólo por el dinero, sino también por todos los aspectos que implican”, remarcó.
“Imaginate, de tener diciembre completo, a que nadie haya organizado recepciones o fiestas de fin de año, te marca la caída de la actividad”, insistió Ortega.
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Por ello dijo que algo más aliviada en la situación sanitaria, la gente empezó a pensar y delinear las fiestas para el próximo fin de año. “Las recepciones se organizan de un año para el otro”, planteó.
En cuanto a la viabilidad, el referente del sector indicó que no es posible la reactivación plena “si no se para la inflación. La gente no puede avanzar en sus proyectos, porque no puede gastar”, y también admitió que “hay mucho abuso de los proveedores, en los precios de distintos productos”. Es que la inflación alta justamente lleva a que se pierda el valor real de un artículo determinado.
Ortega reconoció que no es la primera crisis que el rubro de organizadores de eventos atraviesa en las últimas décadas. Con desempeño en el sector desde hace casi 25 años, recordó lo vivido en 2001 como angustiante, aunque la pandemia tuvo un impacto “muy grave” en el rubro: “Tuvimos que atravesar la pandemia sin la ayuda de nadie".
"Éramos 7.800 dueños de organizaciones relacionadas con eventos en toda la provincia, y hoy quedamos 1.400, entre aquellos de los distintos rubros relacionados”, indicó. Y acotó que generaban 35.000 puestos de trabajo.
“Eso no fue tomado en cuenta por ninguna autoridad. Quieren cobrar los impuestos al día, y nosotros estuvimos un año y ocho meses sin poder trabajar, porque no estábamos autorizadas. Esto no pasó en otras ciudades, donde se los ayudó y quitó los impuestos hasta que se volviera a trabajar”, lamentó.
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