"De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: me cagué de risa con tu libro", dijo en alguna oportunidad Roberto Fontanarrosa, en una alarde de modestia con respecto a su obra que logró mucho más que una sonrisa pícara.
Cinco años sin Fontanarrosa
"El pájaro es libre. Lo sería aún más de ser soltero".
Su inolvidable exposición sobre "las malas palabras"
Hoy se cumple un lustro de la muerte de este artista oriundo de Rosario, una de las ciudades más prolíficas en talentos de la Argentina. A pesar de la penosa enfermedad que soportó con valentía, hasta casi sus últimos días cumplió con las rigurosas entregas de sus viñetas, aunque ya había dejado de ocupar su silla en El Cairo, emblemático café de su ciudad natal, que inspiró La mesa de los galanes.
"El pavo real abre su cola sin importarle si es día feriado".
Sus creaciones van desde el telúrico Inodoro Pereyra, un gaucho anacrónico que comparte sus días con las reflexiones de su perro, los reproches maritales y hasta el acoso de los indios y de una bandada de loro, hasta Boggie el aceitoso, un ganster siniestro y desalmado.
"Quien ríe último, de la desgracia ajena, ríe mejor".
Estas dos creaciones fueron llevadas al cine y el Negro también contribuyó con el séptimo arte al ilustrar un film animado del Martín Fierro. Al consultarle cuál de sus creaciones hubiera querido ver en la pantalla grande, respondió: "Me gustaría que Steven Spielberg lleve al cine El área 18, por el estilo del libro". La genial novela, entre futbolera y de conflictos internacionales, sigue durmiendo esperando su chance.
"La rosa tiene espinas, pero… ¿Tiene pétalos el atún?".
Amante del fútbol, como de Rosario Central, le sacó jugo a la redonda para usarla como pretexto para narrar problemáticas universales, como el amor, la amistad y la pasión, como en e memorable cuento 18 de diciembre de 1971. También repartió tinta en viñetas memorables y en narraciones de otros temas.
"El puntapié que me asestaste… ¿No será una opinión?".
El Negro se dio el gusto de hacer añicos a los académicos, y a su tedio, del Congreso de la Lengua con una disertación sobre el uso del idioma. "No es lo mismo decirle a alguien pelotudo que tonto", dijo sabiamente en aquella oportunidad para adueñarse de esa cita.
"No juzgar a los hombres por sus actos. Condenarlos"
Al Negro la muerte lo sorprendió demasiado temprano, justo a él, que dijo que madrugó sólo cuando Diego Maradona firmaba para Newells. Por suerte queda el legado de su tinta.