Se celebra este jueves el Día Internacional de la Enfermería, en honor a Florence Nightingale, considerada la precursora de la enfermería moderna, quien nació el 12 de mayo de 1820 en Italia. Se trata de una profesión que cobró mayor protagonismo a partir de los desafíos que trajo la pandemia. Fueron los enfermeros y las enfermeras, junto a los demás integrantes de los equipos de salud de cada institución quienes incrementaron sus esfuerzos para atender a los pacientes en los primeros tiempos del coronavirus, cuando aún no había vacunas, arriesgando sus vida y brindando lo mejor de sí mismos para poder sacar adelante a los pacientes.
Enfermeros festejan su día con gran vocación de servicio
Por Vanesa Erbes
Juan Manuel Hernández / UNO
Enfermeros y enfermeras celebran su día.
Y en cualquier caso, son la cara más visible de la atención hospitalaria, la que está más cerca de los pacientes que atraviesan una dolencia, sobre todo en los casos en los que debe atravesar períodos de internación extensos, muchas veces reconfortando y acompañando a las familias.
Quienes se dedican esta actividad coinciden en que para poder ser enfermero o enfermera se debe tener vocación, y lo corroboran cada día al llevar adelante sus tareas. Tal como ocurre en el hospital San Martín, en Paraná, en el que trabajan 374 de los más de 5.000 profesionales de la enfermería que prestan servicios en la provincia, de los cuales aproximadamente un 70% son mujeres.
Carina Espinosa, es una de ellas. Es enfermera profesional y hace poco más de 30 años que forma parte del equipo de dicho nosocomio. Hoy está a cargo del Servicio de Ginecología, en el tercer piso del edificio situado en calle Presidente Perón 450, en la capital entrerriana. “Siempre trabajé en este hospital, aunque también un tiempito en un establecimiento privado”, contó a UNO.
Acerca de los motivos que la llevaron a formarse en enfermería y dedicarse a este trabajo, refirió: “Siempre, desde que era muy chica, me gustó la enfermería. Y casi terminando la escuela Secundaria decidí estudiar esta carrera. Creo que esta decisión tiene que ver con la empatía, me gusta mucho ayudar al prójimo, ponerme en el lugar del otro para lograr que una internación sea amena, llevadera, tratando de hacer todo lo que esté dentro de mis posibilidades para que la persona que está atravesando ese período puede hacerlo de la mejor manera posible”.
Asimismo, mencionó: “Lo más gratificante es ver que los pacientes se van bien, en buen estado, y que se van agradecidos por lo que pudimos hacer por ellos y nos recuerdan”.
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“Lo más difícil que nos toca atravesar es cuando alguien que está internado no llega al alta y debemos despedirlo de otra manera, acompañando al paciente en los momentos difíciles y luego a los familiares. En el primer período que tuvimos en la pandemia vimos a muchos pacientes con internaciones largas y muchos no pudieron regresar a sus casas”, expresó conmovida.
María Eugenia Petruccio se recibió hace nueve años y también trabaja en el hospital San Martín, puntualmente en Terapia. Estudió enfermería compartiendo el anhelo de poder ayudar a otros y contó que si bien al comienzo no le resultó fácil por la falta de experiencia, volvería a elegir esta profesión. “Lo más satisfactorio es ver la recuperación del paciente, el poder ayudarlo, y el agradecimiento de la familia. Y lo más difícil es tener que afrontar el hecho de no poder darle la solución a quien está internado o que no se resuelva una patología de la manera que todos esperan. Ahí es cuando tenemos que estar acompañando a la familia y dando lo mejor”, señaló.
Patricia Sanabria es licenciada en Enfermería y docente de la carrera en la Filial de Paraná de la Cruz Roja Argentina. Se desempeña actualmente como supervisora del Departamento de Enfermería del mismo hospital, en el que comenzó a trabajar cuando se recibió, hace 25 años. “Lo que me impulsó a seguir Enfermería fue esa inquietante necesidad de poder ayudar al otro. Y fue a medida que iba avanzando en la carrera que fui confirmando que este era el camino, que era realmente lo que me gusta y quiero seguir haciendo en mi vida”, manifestó con entusiasmo.
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Al comenzar a desarrollarse en su trayectoria laboral, Patricia fue abrazando aún más su profesión, y sostuvo: “Me fui convenciendo de eso, y la verdad es que es una satisfacción enorme todos los días el saber que una puede poner un granito de arena para poder ayudar al otro, para mejorar su vida o su salud”.
No obstante, reflexionó sobre los momentos más complejos que les tocan atravesar a los enfermeros y las enfermeras en su trabajo cotidiano y comentó: “A veces no le podemos solucionar todos los problemas a la personas. Hay momentos en que simplemente podemos ofrecer una pequeña ayuda, pero quizás esa ayuda para el otro es algo gigante y esa es una satisfacción personal, que compartimos con nuestros compañeros de trabajo: el poder brindar lo mejor de nosotros para ayudar al otro”.
Patricia concordó con lo expresado por sus pares con respecto a lo más dificultoso de esta actividad y precisó: “Lo más difícil, es no poder brindarle la solución que la otra persona requiere, pero también somos conscientes de que no todas las soluciones están a nuestro alcance”.
“Acompañar a la familia en la etapa final de la vida de una persona es muy angustiante, porque quisiéramos que todos se vayan a su casa de la mejor manera, satisfechos con la atención y que recuperen su salud. A veces ese objetivo no se logra y en ese momento nuestro deber es acompañar y contener a la familia y hacer lo que esté a nuestro alcance”, agregó.
Escenario actual
Patricia Sanabria se refirió a lo visionaria que fue Florence Nightingale considerada precursora de la enfermería profesional contemporánea y creadora del primer modelo conceptual de enfermería y reflexionó sobre los nuevos desafíos de la profesión: “La pandemia dejó en evidencia la necesidad de invertir en enfermería, en sus recursos humanos, en mayor liderazgo de esta actividad, y a eso lo marcan tanto la Organización Panamericana de la Salud (OPS) como la Organización Mundial de la Salud (OMS)”, señaló.
A su vez, analizó: “Se deben incorporar políticas que tengan que ver con un mayor desarrollo en enfermería, ya que hay situaciones muy dispares en diferentes países y en nuestras provincias en los diferentes ámbitos. Y si bien con la nueva ley provincial de enfermería se dio un paso muy importante, aún falta llevarlo a lo concreto, ay que todavía no hemos podido avanzar en la reglamentación de dicha norma, que la verdad es que sería el broche de oro para concretar lo deseamos muchos enfermeros, que tiene que ver con el desarrollo de la profesión y con mejores condiciones laborales”.
También hizo alusión a cómo enfrentaron los primeros tiempos de pandemia, cuando todavía no había vacunas y hubo mayor cantidad de contagios y decesos a causa del coronavirus: “Si bien nosotros estamos preparados para un montón de situaciones, y más en un hospital con esta complejidad, refrescamos en la memoria esto de que nada está escrito y que puede presentarse cualquier situación impredecible. La enseñanza que nos dejó esto es que, además de esta preparación que debemos tener ante lo imprevisible, tenemos que capacitarnos permanentemente”.
“Tuvimos que aprender a ser muy resilientes, porque no había otra forma, y logramos hacer en equipo nuestro trabajo. A esta situación no la hubiéramos podido superar en forma individual y por suerte los equipos de enfermería del hospital San Martín tienen una gran fortaleza y eso nos ayudó a salir adelante”, concluyó.