La familia del Paraná Rowing Club y todo el básquet de Paraná despide con gran dolor a un deportista y técnico que dejó una gran huella en el deporte provincial en general y en en el Paraná Rowing Club en particular. Hombre vinculado al básquet, sus colegas y dirigidos guardan de él un gran recuerdo por la aplicación de sus conocimientos y grandeza humana, destacando todos que se trató de una persona excepcional.
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El mensaje de Rowing en redes
“Nos dejó grandes enseñanzas”, coinciden todos quienes lo recuerdan como un hombre del deporte íntegro que, con una gran capacidad de observación, interpretaba los conceptos del básquet y, simultáneamente, podía advertir las cuestiones vinculadas a lo humano y que son tan importantes en un jugador.Fue director técnico en varios clubes de Paraná y la Provincia como Sionista y Peñarol de Rosario del Tala, como así también en los seleccionados de Paraná y Entre Ríos. En el Paraná Rowing Club fue jugador primero en la década del ´70 con gran performance e intervino a comienzos de la década de 1980 como director técnico. En nuestra entidad fue campeón a partir de una personalidad especial que le permitió compatibilizar la transmisión de conceptos y contenidos deportivos con una respetuosa cercanía con sus dirigidos que lo recuerdan como “una amigo” que podía comprenderlos, acompañarlos pero también imponer respeto y los valores del deporte y la vida. “Tito” ingresó ya en la mítica geografía de los grandes hombres que fueron arte y parte de una época donde su figura se puso de relieve en su a partir de condiciones especiales y extraordinarias, y en este momento especial, éstas se vuelven todavía más imponentes.La Comisión Directiva, la Subcomisión del Básquet, sus ex compañeros y dirigidos y la comunidad del Paraná Rowing Club lo recuerdan con gran emoción y lo despiden a la altura de la deuda moral y deportiva que se tiene con él y abrazan a su familia con gran cariño. Gracias “Tito”. Tu figura deportiva y humana te enaltece y desde el Paraná Rowing Club levantamos el estandarte que en Entre Ríos y la región se impone sobre tu justificado y meritorio recuerdo.
Mensaje de la familia
El tío Tito Desde hace meses, saben en casa que cuando Francisquita grita con voz ronca pero firme yo le digo “cállate tía Tito”. Quienes conocieron a mi tío seguro recuperan el tono de esa voz, desde el medio de cualquier cancha de básquet mi tío se levantaba y pegaba un rebencazo con la garganta. Nunca usó la lengua para gritar, ni la nariz. El sonido era de más abajo. Como si también a la voz se la moviera la pasión por ese juego, por sus amigos, por sus alumnos, por la liga, por el aro, por la pelota naranja que rebota y que siempre siempre me va a hacer hablar de él. Mi tío Tito llegaba a casa con la Abi a ver a mis padres y a nosotros y se quedaba con el baúl abierto un rato largo mientras iba y venía. Bajaba bolsas de a una por vez y las abría y te decía querida te traje estos pickles que te van a gustar, y a vos este fiambre y para la parrilla esta carne y para fulano tal cosa como si rearmara el grupo y las posiciones y las estrategias de juego también en la mesa. Era generoso como nadie. Mi tía lo retaba por exagerado pero también como una forma de reconocerle esa bondad que se le desbordada por dar de más. Hoy mi prima está desarmada de dolor. Sé que no es la única voz que ahora sale desde otro lugar más al fondo de la lengua. Quedará en la Ago y en Felipe el recuerdo de un abuelo que los buscó cada mañana con devoción, en las mellis del Topo, en Violeta, en los sobrinos. Ahora pienso en mi tía, en que nunca hablé con ella sin que lo nombre a Titino o a ese Titooo dependiendo del humor. La última vez que lo vi me saludó desde atrás del vidrio del auto, estaba más chico o yo más alta. En mis manos después de verlo me quedó una bolsa con un regalo. Así era cruzarse con mi tío.