José María del Corral es teólogo, pedagogo y director mundial de Scholas Ocurrentes, la fundación impulsada por el papa Francisco hace 30 años cuando era arzobispo de Buenos Aires, y que hoy llega a 500.000 escuelas en 190 países con el objetivo de fomentar la integración y la paz entre los pueblos por intermedio de la educación.
Director mundial de Scholas Ocurrentes está en Paraná
Por Vanesa Erbes
De Roma viajó a la Argentina hace dos semanas, y desde ayer está en Paraná, adonde llegó para participar de una serie de actividades, compartiendo encuentros con jóvenes estudiantes, así como también con autoridades provinciales y municipales, referentes de universidades, empresarios y gremios, promoviendo el pacto educativo al que el sumo pontífice convocó a nivel mundial y que se está implementando en diversas regiones del mundo.
En la capital entrerriana dialogó en exclusiva con UNO, destacando la labor del movimiento mundial que dirige, en el que los grandes protagonistas son los jóvenes, y en el que una nueva educación que los contemple y los escuche sea una herramienta de transformación, bregando por una sociedad más inclusiva.
En este marco, reflexionó sobre el impacto de la pandemia del coronavirus en el mundo, lo que se avecina cuando esta termine: “Lo veo muchísimo mejor al mundo que viene en comparación con el que teníamos. Con mucho dolor atravesamos esta pandemia, muchos no la pasamos bien, pero estoy seguro de que si aprendemos de lo que nos pasó, y ese aprendizaje se traduce en políticas públicas, en cambios culturales y sociales, lo que se viene es mucho mejor”, dijo, y subrayó: “Como dicen algunos psicólogos, no hay que hacer más de lo mismo así que hagamos otras cosas, busquemos una nueva normalidad. Ese es el gran mensaje que los jóvenes nos están transmitiendo y del que yo quiero hacerme eco. Los jóvenes necesitan otra educación, quieren otra cultura, otra forma de vivir, están pidiendo un sentido para su vida. Y hay que escucharlos”.
Con respecto a la agenda de trabajo en Paraná, ciudad a la que ya vino antes, consideró que “es importante que los jóvenes sean los que hablen”, y sostuvo: “Nuestro propósito es juntarlos a los chicos de colegios privados y públicos, laicos y confesionales, y que salgan de sus cuatro paredes. Que hablen de lo que a ellos realmente les preocupa y que nosotros los adultos los escuchemos”.
En este proceso de transformación, recalcó que deben intervenir todos los actores sociales y explicó que por este motivo sus actividades en Paraná están centradas en el diálogo con diferentes sectores, tales como el Estado, los empresarios, los gremios, las universidades y demás.
En referencia a su estadía en Buenos Aires en los días previos a su llegada a Paraná, Del Corral señaló que participó en acciones llevadas a cabo con jóvenes de la sede de Scholas Ocurrentes que funciona en la llamada Villa 31, en el barrio de Retiro, una zona de alta vulnerabilidad social donde la pandemia golpea con fuerza a muchos hogares en los que proliferan la violencia y otras problemáticas.
Acerca de la visita a la Argentina, compartió su satisfacción de poder estar presente, aportando las experiencias de jóvenes de otros lugares del mundo a los que viven en el país. “Argentina es el país donde nació Scholas, el país del papa Francisco, y es muy lindo poder hacer estas cosas en nuestra tierra. Este es el Papa verdadero, el maestro, el Papa docente, el que se recibió en una escuela técnica y pública; al que el mundo entero lo reconoce como un hombre coherente, por lo que piensa, lo que siente y lo que hace”, remarcó.
Una nueva normalidad
José María del Corral observó que uno de los obstáculos que quedó en evidencia durante la pandemia fue la desigualdad en el acceso a la educación en diversas regiones, en un contexto en el que la virtualidad cobró vital relevancia. En este marco, el dirigente de Scholas Ocurrentes rememoró una experiencia realizada en 2013 junto a empresas vinculadas al uso de Internet, para manifestarles la necesidad de contar con “aulas sin paredes en este mundo que se viene”, y sobre este punto manifestó a UNO: “Así como en el mundo está el problema del agua, están los problemas de conectividad. Y los chicos que no tienen acceso a ella quedan afuera del mundo que viene. Por eso es que nos parece fundamental crean aulas sin paredes, que se pueden replicar en diferentes países”, afirmó.
Por otra parte, comentó cómo desde Scholas adaptaron su labor frente a las necesidades que generó la aparición del coronavirus, y contó, visiblemente conmovido: “Cuando arrancó este desastre mundial, advertimos que empezaron a sonar los teléfonos en Italia, que fue foco en el origen de la pandemia. Los docentes italianos comenzaron a llamar a nuestros jóvenes de las escuelas de Italia. Llamaban desesperados, con llantos, diciendo que no podían sostener lo que estaba pasando con los chicos, con los jóvenes estudiantes italianos. Los maestros y profesores decían ‘es imposible darles tarea ni hacer un seguimiento escolar, están venidos abajo’. Los jóvenes se caían emocionalmente. Había chicos que vivían con sus abuelos, a quienes se los llevaban señores vestidos de blanco y no podían ni despedirse; solo por WhastsApp les decían que les habían quitado el respirador”.
Sobre este punto, destacó: “Cuando nuestro equipo de Scholas vio eso, que no sabían cómo manejarlo, se metieron en Zoom, y a través de esa plataforma comenzaron a entablar diálogos con esos chicos, a acompañarlos, a fortalecerlos. Los chicos se quedaban conectados a Zoom porque necesitaban a alguien que los escuche, que los contuviera. Eso es básicamente lo que hacemos en Scholas: creamos espacios para que los chicos ante todo puedan ser escuchados y escucharse entre ellos, chicos de diferentes religiones y situaciones sociales”.
Acto seguido, expresó: “Esta iniciativa frente a la pandemia empezó a prendero por toda Italia, de Italia se replicó en España, de ahí en Portugal, y a 160 ciudades del mundo. Empezamos a advertirle a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y a la Unesco que en muchos casos a los jóvenes se los señalaba como los causantes de las muertes de sus abuelos y demás. Si bien los jóvenes no eran quienes tenían problemas por respirar, con esta situación estaba creciendo la tasa de suicidio en Italia, en España, en Latinoamérica, por problemas de ansiedad”.
“Las universidades nos empezaron a acompañar y a medir la escala emocional de lo que estaba pasando, y cómo habían crecido el miedo, la falta de visión de futuro, la ansiedad. En cada encuentro comenzaron a medir cómo, con esta metodología que propone el Papa, que es escuchar, crear y celebrar (“La educación es escuchar, crear cultura, celebrar la vida”), empezaron a cambiar las emociones negativas en positivas. Terminaron dándonos el premio a la Llave de la Esperanza, un programa de Roma. En tanto, el Papa mostró esta experiencia a la comisión de Covid del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, Unesco empezó acompañarnos en todos los encuentros; y a partir de esta experiencia, desde los ministerios de Salud y de Educación de Italia, los dos juntos, firmaron con Scholas un programa de salud nacional para todos los estudiantes italianos”, agregó.
Por último, comentó cómo es la situación actual en Italia con respecto al Covid: “Se ha notado un alivio. Los docentes y la gente en general están con mucho más ánimo. Ha habido un aprendizaje que tenemos que mirar y avanzar para adelante. Siempre digo no hay que volver a la normalidad que teníamos, sino ir hacia otra normalidad, porque no era muy normal lo que pasaba”, valoró, bregando por un mejor porvenir.