“No hay días de descanso para la mujer rural”, contó en una oportunidad a UNO Sandra Oviedo, oriunda de San José de Feliciano, quien nació en el campo, donde vivió durante años. Hoy integra la Asociación Entrerriana de Mujeres Campesinas, un movimiento que comenzó a gestarse en la década del 80, de la mano de Maris Rébora de Chiapino, quien hoy sigue al frente de la entidad, que en 2009 obtuvo la personería jurídica.
Campo adentro, mujeres se reinventan y sostienen la economía
Por Vanesa Erbes
Si bien hoy reside en la ciudad, Sandra mantiene intactos los saberes que le trasmitió su mamá Lucía Yedro, quien sigue haciendo huertas y criando animales, y conoce los pormenores de quienes habitan en la zona rural. En estos días recorrió varios kilómetros para visitar a muchas de sus pares, en el marco de las actividades que llevan adelante desde la Asociación que, con el apoyo del Estado provincial, puede desarrollar diferentes programas que apuntan la economía hogareña que gestionan las mujeres campesinas, para que nunca falte un plato de comida en la mesa.
Con trabajos de huerta y cría de pollos y gallinas, entre otras actividades, hoy han logrado reinventarse ante el escenario adverso que se presentó en diferentes ámbitos con la llegada del coronavirus. Siguen adelante, sin bajar los brazos, fomentando un trabajo que no deja de ser artesanal para garantizar la calidad de la producción, que en general se destina al consumo familiar y si hay algún excedente se comercializa a pequeña escala para sumar un ingreso al hogar.
Las tareas comienzan desde muy temprano, aunque las heladas quemen las manos de la mujer que extrae de la huerta el alimento, en ocasiones ordeña las vacas para contar con la leche para sus hijos, o juntando además los huevos de gallina que también forman parte del menú cotidiano. “Permanentemente la mujer va haciéndose cargo de las tareas de producir y de ser la proveedora a veces para la familia y pocas veces piensa en ella”, reflexionó Sandra.
Ya se hizo entrega anteriormente de las semillas de las verduras de estación, brindadas por el programa ProHuerta, y en estos día fue el turno de nuevos módulos para la cría de pollitos. Sobre esta iniciativa, Sandra explicó a UNO: “Son proyectos que se van presentando al Ministerio de Desarrollo Social por parte de la Asociación de Mujeres Campesinas a nivel provincial que tienen que ver con la producción hortícola, avícola y también, en menor medida, apícola. Si bien con esto de la pandemia se nos atrasó un poco la organización y se extendieron los tiempos de espera, hemos podido seguir avanzando para que se puedan llevar adelante”.
En San José de Feliciano son varias las mujeres que aportan a la economía familiar con su trabajo. Muchas ayudan a la vez a otras mujeres que se suman a la Asociación y solidariamente les brindan apoyo y comparten sus conocimientos para optimizar las tareas y acceder a los recursos que hacen posible estas iniciativas. “Siempre se van incorporando más mujeres, en Entre Ríos hemos llegado a ser más de 300”, aseguró.
En la Asociación están aquellas que tienen el rol de gestionar para otras, a veces coincide que son beneficiarias de los proyectos también y otras no. “Este un trabajo en conjunto. Coordinado con el Ministerio de Desarrollo, tenemos el acompañamiento del Estado y eso también fortalece nuestro vínculo y nuestra organización a partir de los recursos”, subrayó Oviedo.
Trabajar la tierra
Sandra Oviedo comentó a UNO que por ahora las huertas son familiares: “Por ahora no tenemos huertas comunitarias. Lo que se hace es un trabajo familiar y la mayoría de las mujeres son pequeñas productoras. Entonces, no solamente pueden dedicarse a una única actividad, sino que se hace todo lo que se puede”.
Asimismo, explicó: “Una sola actividad no alcanza y además esta es una forma de hacer un aporte tanto para la casa como también, si hay un excedente, se puede vender. Esto genera una oportunidad para ellas para poder tener autonomía a partir de los que producen y vender sin intermediarios, y aparte esto posibilita que uno sepa que lo que hacen es de calidad y conocer qué es lo que comen”.
La mujer destacó que estas acciones van apuntalando el progreso de aquellas que se dedican a estas tareas en el ámbito rural y señaló: “La mayoría tiene su granja en la casa y ellas conocen cómo es el circuito de producción, ya que son saberes que van pasando de generación en generación y hace mucho se dedican a eso. Pero siempre es bueno, y hace falta, ir incorporando avances en cuanto a tecnología pero además otros conocimientos. Por ahí es bueno que al saber cultural con el que una ya viene se lo pueda complementar con ese saber académico al que podemos acceder, ya que hoy en día hay muchas cosas que van cambiando”.
De todas maneras, los conocimientos que garantizan una mejor calidad se mantienen. En la cría de pollos, por ejemplo, tratan de evitar alimentarlos exclusivamente con productos balanceados y en cambio les dan también maíz para que la carne sea tierna y más sana, aunque les lleve más tiempo de crianza.
Algunas procuran dejar sueltos los animales, fuera del gallinero, para que pueden sumar pasto a su dieta, y como no en todos los lugares hay luz eléctrica y además es un servicio que se debe cuidar, a diferencia de los pollos de criaderos –que con luz se alimentan durante las 24 horas para que en 40 o 45 días ya se puedan faenar–, se los deja descansar por las noches. Desde la Asociación acompañan a quienes participan en los proyectos para que el proceso sea exitoso y sobre este punto, la dirigente afirmó: “Tratamos de que esa producción no se corte y siempre vamos acompañando. Es muy propio de nuestra organización que todos las beneficiarias tengan un seguimiento. Les damos módulos de pollo y las asesoramos, hay una segunda entrega y demás”.
“Pero no solamente vamos acompañando desde ese lugar, sino desde todo lo que las mujeres campesinas necesiten. Ahí van surgiendo otras problemáticas que atraviesan, entonces vamos tratando de ser como una guía y procuramos brindarles soluciones a ese problema”, comentó.
Por último, a modo de conclusión, remarcó: “Es impresionante de lo que somos capaces las mujeres, quienes tenemos una gran capacidad de poder reinventarnos, seguir y salir adelante en los tiempos difíciles. Eso es muy valorable, más en el caso de las mujeres que viven en el campo. Yo viví muchísimos años en el campo y a veces hay que sortear las mayores adversidades”.