La Ley Nacional de Salud Mental N° 26.657, aprobada en diciembre de 2010, genera desde hace más de una década una serie de cuestionamientos, tanto por parte de profesionales del salud como de familiares de personas con consumos problemáticos, sobre el carácter voluntario de la internación en pacientes psiquiátricos y con problemas de adicciones.
Adicciones: plantean necesidad de tener una ley específica
Las adicciones son un flagelo de nuestra sociedad.
Los consumos problemáticos crecieron en pandemia.
En las últimas semanas volvió a encenderse el debate en torno a este tema, a partir del reclamo de la hermana de Felipe Pettinato, cuyo departamento se incendió y en el hecho perdió la vida una persona; y Marina, la madre del cantante Santiago Chano Moreno Charpentier, que nuevamente debió ser internado por su adicción. Fue precisamente Marina Charpentier quien el lunes pasado expuso ante el Senado de la Nación sobre esta problemática, pidiendo modificaciones de la norma: “Yo no sé qué van a hacer con esta ley pero el artículo 20 hay que cambiarlo. Una persona adicta tiene su voluntad tomada por la sustancia y no puede decidir con su sano juicio qué es lo bueno y lo malo para él”, expresó, en referencia al artículo que establece que “la internación involuntaria de una persona debe concebirse como recurso terapéutico excepcional, en caso de que no sean posibles los abordajes ambulatorios, y solo podrá realizarse cuando a criterio del equipo de salud mediare situación de riesgo cierto e inminente para sí o para terceros”.
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Tamara Petinatto, también había puesto en tela de juicio días a dicha ley, tras la tragedia en el lugar en que vivía su hermano Felipe: “Es algo que se podría haber evitado si la Ley de Salud Mental fuera de otra manera y la familia de los enfermos psiquiátricos pudieran intervenir antes y no esperar a que pase algo y ahí recién te ayudan”, manifestó.
Estas voces se suman a las de muchas familias de víctimas anónimas del flagelo de las drogas, que luchan por salvar de las garras de las adicciones a un hijo, un nieto, un hermano o a cualquier ser querido que esté atravesando este tipo de situaciones.
Sobre este tema, Patricia Caro, bioquímica toxicóloga con un posgrado en Drogadependencia, quien es la coordinadora de Prevención y Capacitación de la Fundación Ave Fénix, en Paraná, señaló a UNO: “Se recibe gran cantidad de quejas de madres, padres y familiares de adictos, que ven frustrada permanentemente la posibilidad de internar a sus hijos, que son peligrosos para sí y para terceros debido a su apego al consumo de sustancias. Y ellos quedan como testigos del deterioro físico y mental de sus hijos afectados por la enfermedad, sin poder hacer absolutamente nada por la salud de ellos”.
En este marco, analizó: “El gran inconveniente de la ley de Salud Mental es que indica que si la persona no quiere recuperarse se debe respetar su decisión, y esto abarca a quienes por su consumo sufren de paranoia, psicosis y esquizofrenia, lo que no solo deja en severo riesgo al afectado, sino a todoaquel que se cruce en su camino. Debemos abrazar al adicto que sufre en su peor momento, pero esta ley incomprensiblemente lo impide, y pretende que el adicto dé su consentimiento voluntario, olvidando que es un enfermo de la voluntad. Aunque se vea en el fondo de un abismo, no quiere salir de él, porque teme al malestar de la abstinencia”.
Entre otras cuestiones, la especialista evaluó de manera crítica: “La actual Ley de Salud Mental promueve que se dé atención ambulatoria, servicio de inclusión social y laboral, atención domiciliaria supervisada, apoyo del grupo familiar y comunitario, casas de convivencia, hospitales de día, cooperativas de trabajo, centros de capacitación sociolaboral, hogares y familias sustitutas. Sin embargo, nada de esto no se cumplió en todos los años que transcurrieron desde el dictado de la ley. El poder ejecutivo no dio un paso hacia la concreción de estos enunciados, que caen bajo la esfera de diversos ministerios”.
Bajo estas consideraciones, la experta en toxicología fue más allá y manifestó que debe impulsarse una ley específica para tratar a personas con problemas de adicción, por fuera de la actual ley de salud mental, y comentó que elaboró un texto que puso a consideración de legisladores nacionales, sin obtener respuesta todavía. “Bregamos por la necesidad de derogar el artículo 4 de la ley de Salud Mental y que el tema drogas y adicción esté únicamente bajo la órbita de la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar)”, dijo sobre el texto de la actual ley, que establece que “las adicciones deben ser abordadas como parte integrante de las políticas de salud mental”.
Internación
Caro observó que la internación, puesta en la ley de salud mental como de carácter excepcional, es necesaria pero en comunidades terapéuticas, y refirió: “La experiencia histórica y la evidencia científica muestran que el modelo de comunidad terapéutica es una herramienta altamente específica para el tratamiento de las adicciones. No existe ningún fundamento que permita relacionarlas con las malas prácticas en el campo de la salud mental. Debe diferenciarse el trabajo de las comunidades terapéuticas con las instituciones manicomiales”.
Y advirtió: “La federación mundial de comunidades terapéuticas observa con preocupación la situación en la Argentina, donde entienden que lo apropiado sería fortalecer estas instituciones e integrarlas al resto de los recursos institucionales”.
Asimismo, comentó que “el problema más grave para conseguir la orden judicial de internación para el adicto en situación de riesgo para sí o para terceros está en las provincias” y explicó: “En Buenos Aires está más aceitado el mecanismo y presentan directamente el planteo judicial de internación con un dictamen de los profesionales y se interna a la personas. Acá no hay manera, porque el juez lo manda a evaluación al Hospital Escuela, donde dicen que está todo bien, y lo mandan a la calle, sin solicitar hacer la pericia necesaria para internar a quien lo necesita. Por eso no avanzan las causas”.
“El adicto es un enfermo de la voluntad, por lo tanto no se puede esperar que tenga voluntad para su internación”, precisó, y recalcó: “Si las personas que lo evalúan consideran que lo mejor es estar internado porque ambulatoriamente no podría estar en abstinencia, y si la familia está de acuerdo en internarlo para su recuperación, no es necesario esperar la voluntad del adicto; con la voluntad de la familia debería ser suficiente”.
Acto seguido, analizó: “La comunidad terapéutica no es un sitio cerrado con llave. Si el adicto quiere irse del tratamiento se va. Pero por lo menos debe estar tres meses internado en comunidad terapéutica y al cabo de ese plazo, cuando se limpió su cuerpo de drogas, entonces sí puede tomar la decisión de seguir tratándose porque se siente mejor sin drogas, o no; pero no puede tener esa posibilidad si no se lo interna primero. Y a nivel internacional se reconoce el mejor esquema de tratamiento para el adicto es la comunidad terapéutica, la granja o el hospital de día, como tenemos en Ave Fénix, que son sitios especializados para el tratamiento del adicto con el necesario apoyo familiar, capacitación y salida laboral, a partir de un proyecto de vida desarrollado durante este proceso”.