A 40 años de la supervivencia calificada como “la más grande de nuestra era”, uno de los sobrevivientes de la tragedia de la Cordillera de los Andes llegará a la capital provincial. Antonio Vizintin Brandi expondrá el relato de lo vivido a más de 4.500 metros de altura, en las montañas, a lo largo de 72 días, durante la realización del tradicional Seven de la República, que se disputará en El Plumazo y cuenta con el auspicio de UNO.
A 40 años de la historia humana más grande de fe y autosuperación
La historia es conocida, fue relatada en varios libros y documentada en películas como Viven. El 13 de octubre de 1972, un avión uruguayo que llevaba 45 pasajeros, la mayoría jóvenes que iban a disputar un encuentro de rugby en Chile, se estrelló en plena cordillera.
Los sobrevivientes debieron enfrentarse al ambiente más hostil que puede soportar el ser humano, a 4.500 metros de altura, con temperaturas de 30º bajo cero y sin alimentos.
Diez días después del choque, escucharon en una radio a transistores que la búsqueda había finalizado. Pasaron 72 días, hasta que fueron rescatadas los 16 sobrevivientes, luego que expedicionarios pudieron divisar ayuda en Chile. Tintín, como se lo apoda a Antonio Vizintín, fue uno de esos sobrevivientes.
La tragedia ya es reconocida mundialmente. Sin embargo, atrae un creciente interés la epopeya de fe, autosuperación, liderazgo, organización y trabajo de equipo de ese grupo humano. Ahí reside la riqueza de esa experiencia, que tal como será expuesta en los próximos días en Paraná, capta la atracción de los más diversos públicos.
Justamente, superar la adversidad, enfocada al deporte, pero fundamentalmente a la vida, es la apuesta de las charlas que Vizintín ofrece en todo el mundo.
“No somos distintos. Todos los seres humanos tienen la capacidad de sobreponerse a las dificultades”, planteó en uno de los tramos de la breve conversación que mantuvo vía telefónica con UNO, ayer desde Miami. Remarcó e insistió en los valores como la solidaridad, esfuerzo, sacrificio, valentía, claves no solo para enfrentar y superar la tragedia que le tocó vivir junto con el equipo uruguayo de Old Christian, en 1972, sino para la vida diaria de cada persona.
El rugby como escuela de vida, la convicción que “no hay que entregarse o rendirse” ante nada, y la necesidad de “refrescar” valores que la juventud y las sociedades van perdiendo, fueron algunos de los conceptos que planteó a modo de anticipo, y que ilustrarán su charla el próximo fin de semana.
“La experiencia de lo que nos pasó no fue en vano, algo dejó, una experiencia muy rica que hay que aprovecharla para transmitir lo que pasó allá arriba, las virtudes del ser humano, la capacidad para sobreponerse a las dificultades, que tienen todos los seres humanos. No somos distintos, sino que el ser humano tiene la capacidad de enfrentar y vencer las cosas. Pero hay que empezar de a poco, paso a paso se sube una gran montaña, haciéndolo todos los días”.
–Bajo la sensación de que el día siguiente podía no existir.
–No sabías si mañana la historia seguía. Tenías que vivir el segundo, ni el minuto ni el día. Pero con el convencimiento de que si la muerte te encontraba, era buscando la salida, no entregándose. La palabra entregarse o rendirse no existe.
–Y en ese contexto límite, trágico, asoman los valores del ser humano.
-Solidaridad, disciplina, trabajo en equipo, valentía, que están representados en el rugby, que los empezás a vivir desde chico. La solidaridad: cómo ante tanto caos, dolor, ante algo tan grande aparece esa solidaridad. Uno tiene una dificultad, pero el otro está mucho peor y lo vas a ayudar. Eso se practica en el rugby, sos solidario, la amistad entrañable que es fundamental, el esfuerzo, siempre podés un poco más. Eso se va inculcando.
—Se destaca el rugby, ¿pero no es en general el deporte que enseña los valores para la vida? ¿O hay algo en especial en el rugby que lo diferencia de otros deportes?
—Los deportes en equipo en general te enseñan una cantidad de esas cosas, pero lo que tiene el rugby en particular es que es el capitán el que manda, el que toma las decisiones dentro de la cancha. Para nosotros fue importante tener un líder en el momento del gran caos, en momentos en que el avión choca, aparecen los heridos, la gente gritando, la desesperación. Allí apareció el capitán, que lo fue dentro y fuera de la cancha, que empieza a ordenar y mandar, y el equipo responde. Es una diferencia fundamental, porque así fue a lo largo de los 72 días, mientras estuvo Marcelo Pérez y posteriormente también hubo acatamiento a las decisiones. Podía aparecer alguien que no gustaba, o hacer otra cosa, pero hubo un gran liderazgo que lo da el rugby. Todos los deportes en equipo te dan noción trabajo en equipo y funciones de cada uno, pero el rugby se diferencia en la capitanía.
—¿Cuándo comenzó a plantearse el interés de las charlas, y por qué cree que la gente necesita escucharlo para enfrentar problemas?
—Costó mucho empezar, porque creíamos que no interesaba y la gente no preguntaba para no lastimarte. De repente empezaron los relatos y se notó que la historia tenía muchos aspectos interesantes. Gente que pasó por momentos difíciles, gente que te dice que pasaron por la experiencia de cruzar la cordillera. Están aquellos que cuentan que tuvieron problemas similares o más grandes, que pudieron vencerlos superando poco a poco. Y ahora nos convocan empresas, clubes, porque en el fondo buscan rescatar el trabajo en equipo, la toma de decisiones, el liderazgo, y en nuestra situación hay muchos ejemplos de ello. Se habla mucho de trabajo en equipo y en el rugby es mucho más fácil describirlo.
—Son charlas que unen lo racional con lo emocional, llegan más al asistente, y que muestran diferencias con los gurúes.
—Es eso y además de que uno pasó la experiencia. Uno relata lo que vivió, no te digo lo que tenés que hacer, yo te cuento mi experiencia, vos después ves lo que hacés. El gurú te dice lo que tenés que hacer, pero es teórico. La generación nuestra conoce la historia, la gente joven tiene una referencia relativa de lo que fue, otros creen que fue ficticio y cuando les dicen que es verdad, se interesan. Pero en realidad uno dice lo que dice la mamá o el papá al hijo, pero se le presta atención porque viene de afuera. Se le dice que hay que esforzarse, estudiar, aprender. El esfuerzo, la disciplina son cosas que se han perdido: los jóvenes están más dispuestos a no acatar, indisciplinados. A nivel social, hay que recordar valores, que quedan como medio perdidos. Hay que refrescarlos, porque son valores que se van perdiendo.