El Papa Francisco volvió a la Plaza de San Pedro para la audiencia general de los miércoles: la primera después de la operación del 7 de junio (la del 21 de junio había sido cancelada para facilitar la recuperación del Pontífice), la última antes de la pausa estival de julio.
Papa Francisco: volvió a la plaza San Pedro y tomó mate
Prensa del Vaticano
El Papa Francisco, Jorge Bergoglio, retomó su actividad con la audiencia general y recibió el cariño de los fieles en Plaza San Pedro donde tomó mate.
Prensa del Vaticano
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El pontífice argentino Jorge Bergoglio retomó su actividad de los miércoles con la audiencia general y recibió el cariño de los fieles que allí se encontraban
Recibido con aplausos, el Papa hizo el recorrido habitual en el Papamóvil, permitiendo incluso subir a bordo a algunos niños. Después, tras llegar al palco de la Parvis, dirigió unas palabras a los numerosos fieles congregados a pesar de la agobiante jornada: "Hoy tenemos que ser un poco pacientes, con este calor.... Y gracias por venir, con este calor, con este sol. Muchas gracias por su visita", señaló el pontífice argentino Jorge Bergoglio.
La catequesis habitual de los miércoles estuvo dedicada en esta oportunidad a la santa australiana Mary MacKillop, que se dedicó a la educación de los pobres: "Su objetivo era el crecimiento humano y no llenar la cabeza de ideas".
Continuando el ciclo inaugurado el mes pasado sobre el tema del "celo apostólico", centrado hasta ahora en figuras "ejemplares" de hombres y mujeres de todos los tiempos y lugares que han dado su vida por el Evangelio. La reflexión de este miércoles del Papa estuvo enteramente dedicada a Mary MacKillop (1842-1909), santa australiana, fundadora de las Hermanas de San José del Sagrado Corazón, comprometida toda su vida en la formación intelectual y religiosa de los pobres de la Australia rural. Ejemplo, sobre todo, de una educación orientada al "crecimiento humano y espiritual" de los alumnos y no a "llenarles la cabeza de ideas". Una visión, la de la santa, "plenamente actual hoy, cuando sentimos la necesidad de un 'pacto educativo' capaz de unir a las familias, a las escuelas y a toda la sociedad", subrayó el Pontífice.
Mary MacKillop, afirmó, es uno de los "abundantes frutos" que tantos emigrantes europeos han traído a las numerosas islas, grandes y pequeñas, de Oceanía. Nacida cerca de Melbourne, hija de emigrantes escoceses, de joven sintió la llamada de Dios "a servirle y a testimoniarle no sólo con palabras", sino sobre todo con su vida: "María estaba convencida de que ella misma era enviada a difundir la Buena Nueva y a atraer a los demás al encuentro con el Dios vivo", dijo el Papa Francisco. Esta vocación se concretó en su servicio a la educación de los jóvenes, "consciente de que la educación católica es una forma de evangelización". "Es una gran forma de evangelización", subraya el Papa.
Una vez leí una frase que me impactó: "El protagonista de la historia es el mendigo: ellos son los que llaman la atención sobre esta gran injusticia, que es la gran pobreza en el mundo. El dinero se gasta en hacer armas, no en producir alimentos. Y no lo olviden: no hay santidad si de un modo u otro no se atiende a los pobres, a los necesitados, a los que están un poco al margen de la sociedad".
La misma conciencia impulsó a Mary MacKillop a "ir donde otros no querían o no podían ir". El 19 de marzo de 1866, día de San José, abrió la primera escuela en un pequeño suburbio del sur de Australia. Siguieron muchas otras que ella y sus hermanas fundaron en comunidades rurales de Australia y Nueva Zelanda. "El celo apostólico es así: multiplica las obras", señaló el Papa. "Mary MacKillop estaba convencida de que la finalidad de la educación es el desarrollo integral de la persona como individuo y como miembro de la comunidad; y que esto requiere sabiduría, paciencia y caridad por parte de cada maestro".
Que su ejemplo hable a los creyentes de hoy: "El discipulado misionero de Santa Mary MacKillop, su respuesta creativa a las necesidades de la Iglesia de su tiempo, su compromiso en la formación integral de los jóvenes nos inspiran hoy a todos nosotros, llamados a ser fermento del Evangelio en nuestras sociedades en rápida transformación", fue el deseo del Pontífice.